Existen videojuegos en los que, explorando otros horizontes y viajando a planetas desconocidos, nos transmiten la emoción del descubrimiento.
No puedo esconder lo mucho que me gusta la ciencia ficción. Aunque se asocie el género a mundos oscuros, sombras, grimdark y terror psicológico (por ejemplo: The Callisto Protocol o Alien: Insolation), me causan cierto rechazo y me alejo de ellas. No obstante, gracias a que hay gran variedad de juegos, puedo disfrutar de alternativas que llegan a atraparme con sus mundos coloridos. Estos juegos me permiten viajar bajo cielos que no son de color azul y con físicas en absoluto realistas. Siento con ellos la emoción de estar explorando otros horizontes: planetas que no son como el nuestro y que probablemente no existan en la realidad.
Cuanto más alejado de las reglas de la naturaleza, y más fantástico es el juego, más me atrapa. Veo chispas de originalidad jugando a No Man´s Sky, con paletas saturadas y seres de todas las clases, tamaños, colores y medios de desplazamiento. Aunque tampoco hago ascos a títulos que hacen menor despliegue de imaginativa en cuanto a planetas, donde tratan de trasladar paisajes terrestres incluso a otras galaxia, como sucedía en Mass Effect: Andromeda.
Es por ello que veo, escéptica, lo que puede ser Starfield, ¿debería darle la oportunidad de que sus paisajes me asombren? Tratándose de un juego de Bethesda, es inevitable que me recuerde a The Elder Scrolls V: Skyrim y Fallout. Afortunadamente, sé que aunque no me guste Starfield, quienes amamos los viajes en el espacio estamos de enhorabuena con todo lo que nos espera. Las últimas presentaciones de juegos ya nos anticiparon todo lo que está por llegar.
Por otra parte, tampoco podemos obviar cómo en el terreno indie, más allá de No Man´s Sky, ya había juegos que conseguían emocionarme e ilusionarme con los viajes en el espacio, como Starbound. Con un exquisito pixel art, me invitaba a conocer nuevos mundos y a las fantásticas especies que lo pueblan. Permitiéndonos tener como compañeros a esos seres, pudiendo llevarlos a nuestra nave, ampliándola y personalizándola, ¡cómo me encantaba!
También recuerdo haber disfrutado cada segundo en Astroneer. Sus escenarios eran vistosos y agradables, incitando a la exploración. Y por muy limitante que fuese establecer líneas de vida para garantizar el oxígeno, se trataba de una mecánica que no había visto antes en un videojuego.
Aunque sin duda debo destacar el juego que ha motivado que esté escribiendo este artículo y se trata de Exo One. Sus desarrolladores están trabajando actualmente en Exo Rally Championship y es para mí, uno de los juegos que más espero jugar desde que vi su tráiler.
Tratándose de un juego tan simple, Exo One es capaz de romper en todos los sentidos lo que se espera de un videojuego espacial: ni componentes shooter, ni progreso numérico (lo que mal llaman mecánicas de RPG), ni personajes femeninos sexualizados y sin interacciones violentas con seres alienígenas. Somos una extraña nave viajando por planetas de diferentes físicas y biomas. Esto nos permite disfrutar de paisajes únicos y también nos permite ser descubridores de otras realidades. Incluso hay momentos en los que me sobrecogí de la impresión que me generaba ciertas vistas. Hasta sentí vértigo.
A veces me pregunto de dónde me salen esas emociones, siendo tan poco aventurera. Quizás porque el género space opera y la ciencia ficción han resurgido los últimos años, aprovechando las mejoras tecnológicas al servicio de los desarrolladores. Tratándose por lo tanto, de algo novedoso y único para mí.
Por otra parte, no puedo dejar de pensar que quizás, más allá de las estrellas, existan realmente esos mundos. La mera posibilidad de que haya algo parecido a lo que aparece en esos videojuegos, remueve mi conciencia.
¿A vosotros también os transmiten tanto estos juegos?
Ingeniera de minas que no trabaja de lo suyo (da igual cuando leas esto). Está fascinada por la Xbox Series S y el Game Pass.
Marcos Casal