Sancticide puede ser muchas cosas, pero ninguna de ellas lo acerca a ser un buen videojuego.
En el siempre cambiante panorama de los RPGs de acción, Sancticide se posicionaba como una propuesta diferente: una mezcla de ambientación post-apocalíptica con referencias al Imperio Romano y la religión cristiana, todo sazonado con una jugabilidad basada en decisiones narrativas y combate en tiempo real como si estuviésemos ante Fallout New Vegas. Suena prometedor… sobre el papel.
Sin embargo, lo que nos encontramos al jugarlo es todo lo contrario. Sancticide es un cúmulo de errores que va desde lo técnico hasta lo narrativo, pasando por lo jugable. Una experiencia fallida que no logra destacar en absolutamente ningún apartado. Lo que debería haber sido una rareza de culto, se convierte rápidamente en una penitencia digital que ni los más devotos de las últimas obras de Bethesda, o del género RPG, merecen sufrir.
Sancticide nos trae una ambientación prometedora… hasta que empieza el juego
Es cierto que Sancticide tiene una propuesta estética y conceptual llamativa. El cruce entre una civilización post-colapso y la imaginería romana y cristiana podría haber dado mucho juego. La idea de un mundo devastado en el que los pocos sobrevivientes siguen rindiendo culto a viejas estructuras de poder religioso y militar, mientras luchan por recursos en páramos destruidos, suena bien. Pero la ejecución… es otra historia.
El diseño de niveles es repetitivo, confuso y carente de vida. Ruinas copiadas y pegadas, pasillos interminables que llevan a habitaciones vacías, y una arquitectura que mezcla estilos sin coherencia ni sentido del lugar. Parece como si quisiera intentar darnos un mundo interconectado como Dark Souls, perno o funciona… Uno no sabe si está en un templo, en una fábrica o en el pasillo trasero de un centro comercial abandonado. El arte conceptual puede haber tenido intención, pero en el juego final se traduce en escenarios desangelados y sin alma.
La dirección artística parece haberse quedado a medio camino entre la ambición y el presupuesto. Y hablando de presupuesto, es imposible no notar los recortes: texturas borrosas, modelados de personajes genéricos, y una iluminación que parece haber sido diseñada con una linterna y una app de filtros gratis. El resultado es un mundo que, a pesar de todo su simbolismo, no consigue transmitir ni misticismo, ni decadencia, ni amenaza. Solo aburrimiento.

Una historia sin alma ni sustancia
Uno de los pilares de todo buen RPG es la historia. En Sancticide, se nos promete un relato lleno de decisiones morales, diálogos con peso y múltiples caminos narrativos. Pero a las pocas horas de juego, esa promesa se evapora como incienso barato.
La narrativa de Sancticide está plagada de clichés religiosos y conceptos filosóficos a medio cocer. Se habla constantemente de redención, fe, traición y sacrificio, pero de forma superficial y pretenciosa. Los personajes parecen recitar versículos mezclados con frases de autoayuda mal traducidas. No hay desarrollo real, ni evolución en sus motivaciones. Son figuras planas que sueltan monólogos eternos sin que realmente importe lo que dicen.
Las decisiones, supuestamente clave, son en su mayoría falsas elecciones. Te presentan dilemas que en apariencia tienen peso, pero el resultado suele ser el mismo con pequeñas variaciones cosméticas. No hay consecuencias reales, ni cambios en el mundo o en los personajes. Es el clásico caso de “elige tu diálogo, pero el guion sigue su curso”. Un espejismo de libertad narrativa.
El ritmo, además, es desesperante. Largas escenas de exposición mal actuadas, misiones secundarias insulsas que no aportan nada a la trama, y una progresión que se siente más como un castigo que como una recompensa. La historia no engancha porque no tiene alma, y peor aún, no tiene intención de atraparte. Simplemente está ahí, como un sermón vacío que se repite sin convicción.

Un combate que da pena… y pereza
Si la narrativa falla, al menos el combate debería salvar los muebles. Pero no. Sancticide apuesta por un sistema de acción en tiempo real que mezcla armas cuerpo a cuerpo y a distancia, sin lograr que ninguno de los dos estilos funcione.
El sistema de combate es lento, torpe y carente de ritmo. Los golpes tienen un retardo irritante, las animaciones son toscas y los enemigos reaccionan de forma errática o directamente no reaccionan. Es habitual ver a oponentes quedarse quietos mientras los golpeas, o lanzarse en línea recta hacia ti como si fueran NPCs programados en cinco minutos.
Las armas a distancia, por su parte, son aún peores. Mal calibradas, con una puntería inestable y efectos de sonido que parecen sacados de una biblioteca gratuita de internet. No hay sensación de impacto, ni una diferencia real entre usar una ballesta de energía o una pistola de clavos consagrada. Todo es igual de impreciso y decepcionante.
El árbol de habilidades es limitado, mal explicado y sin sinergias claras. Las mejoras no se sienten como progresión, sino como requisitos obligatorios para sobrevivir a un sistema mal diseñado. No hay estrategia, ni tensión, ni satisfacción al vencer. Solo monotonía y frustración.

Errores técnicos por doquier
Por si todo lo anterior no fuera suficiente, Sancticide es también un desastre técnico. Jugado en PC con un equipo más que competente, los problemas eran constantes: bajadas de frames sin motivo aparente, congelamientos en medio del combate, errores en las físicas, cuelgues al cargar partidas, y una interfaz que a veces simplemente desaparece.
A nivel de bugs, hay para todos los gustos: enemigos flotando, diálogos que no se activan, scripts que no se disparan y misiones principales que se quedan atascadas sin solución. En ocasiones, el juego requiere que lo cerremos y volvamos a abrir solo para que podamos seguir misiones que se quedaron bugueadas. Un despropósito que espero que arreglen, aunque lo técnico no sea su mayor lastre.
Tampoco puedo olvidar los menús, sin gracia y confusos, la navegación por el inventario es un suplicio y la falta de opciones gráficas para configurar se lleva la guinda en esta tarta. Un todo mal, de manual.
Sancticide es apocalíptico, pero no en el buen sentido
Sancticide es la clásica idea que mola sobre el papel, pero que sale torcida a todos los niveles una vez le damos forma. Tenía una premisa original, una estética distinta y la oportunidad de destacar en un nicho donde se valora la profundidad y la narrativa. Pero el resultado final es una amalgama mal ensamblada de ideas inconexas, jugabilidad frustrante y un rendimiento horrible.
Ni la ambientación, ni la historia, ni el combate logran salvar esta experiencia. Y lo peor es que no se trata de un juego mediocre: se trata de un juego malo, de esos que ni siquiera se pueden recomendar por curiosidad o por humor. Sancticide no es una obra fallida con alma; es el castigo divino que tanto claman algunos NPC de su interior. Si aún a todo, os interesa, os dejo su página de Steam donde tirarle el dinero…
Otorgo a Sancticide una birra sobre cinco, pues estamos ante el adalid del tedio. Huid lo más lejos que podáis de él, orgullosetes.


Director de Orgullogamers y el terror del SEO. Me flipan los JRPG, los Hack & Slash y los juegos con historias inusuales de esas que te dejan roto por dentro. Me encargo de que Orgullogamers no se hunda poniendo parches de cinta adhesiva.