Aparece, lootea, muere y vuelve a aparecer. Tiene ya más de 7 años, pero Dead Cells está más vivo que nunca.
Dead Cells es un roguelite 2D con mecánicas metroidvania lanzado por Motion Twin, la desarrolladora indie francesa, que hasta el momento se había centrado en el desarrollo de juegos para navegador. Este juego salió en early access en 2017 y desde entonces se ha ido actualizando con parches gratuitos y DLC, el último de ellos, lanzado en 2023, fue una colaboración con Castlevania (Dead Cells: Return to Castlevania), del que bebe directamente este Dead Cells. Con todo esto, tiene contenido para rato.
La historia no es la más elaborada del mundo, pero que esto no nos confunda, donde Dead Cells brilla es en su jugabilidad. Y es que el combate en este juego es ágil y divertido, con una numerosa cantidad de armas y de builds para elegir. Por el camino obtendremos células, que tendrán la función de moneda para las mejoras permanentes típicas del género.
Pocas palabras pero mucha acción
En este juego controlamos a un personaje llamado “El Prisionero” del que no se da mucha información. Al empezar, aparecemos en nuestra celda de la prisión y el objetivo principal es escapar e ir avanzando por los diferentes niveles del juego. Una especie de infección ha arrasado la isla y está llena de enemigos con los que tendremos que enfrentarnos mientras avanzamos para descubrir poco a poco todos la historia.
Los niveles se generan de manera procedural y en todos ellos se reparten una serie de elementos: salas de lore (con diálogos que nos permiten conocer la historia), pergaminos de mejora, cofres de tesoro, tiendas… Todos estos elementos se integran a la perfección dando lugar a niveles coherentes y cohesionados. Hay enemigos únicos en cada nivel y todos tienen un patrón de ataque preestablecido, por lo que este juego recompensa dedicarle tiempo a aprender a moverse por el mapa y a luchar contra cada tipo de enemigo.
Hay varias rutas por las que avanzar en el juego y dependiendo de cuales escojamos nos encontraremos con unos jefes u con otros, pero siempre serán tres en cada partida. El último de ellos es al que debemos vencer para terminar la partida y desbloquear un nuevo modo de dificultad.
Las comparaciones son odiosas, pero necesarias
La jugabilidad de Dead Cells es muy fluida y está al nivel de juegos como Hollow Knight o Blasphemous. Mientas que los jefes en estos metroidvanias son muy variados y con patrones de movimiento complejos, en Dead Cells los jefes son pocos y más sencillos. A pesar de eso la dificultad del juego reside en no morir durante toda lo que dure la partida y llegar al final.
Al morir perdemos todas las armas, mejoras y dinero obtenidas, exceptuando las mejoras permanentes que hayamos desbloqueado con células.
Podemos elegir entre tres tipos de armas: cuerpo a cuerpo (brutalidad), a distancia (tácticas) y otras más versátiles (supervivencia). Por el camino desbloquearemos nuevas armas y mejoras.. Todo esto nos permitirá ampliar nuestro arsenal de manera permanente. Además, durante la partida aparecerán pergaminos de mejora que nos subirán las estadísticas de uno de los tres estilos de juego. Lo recomendable es enfocarse en uno de ellos y escoger únicamente sus objetos y mutaciones durante la duración de esa partida, ya que el juego recompensa centrarse en un único estilo durante la partida.
La isla no perdona
Una partida normal (si sobrevivimos hasta el final) dura alrededor de 50 minutos. En este espacio de tiempo pasamos por diferentes biomas y vamos avanzando poco a poco por la isla. El juego base trae bastantes, pero con los DLC’s el número de biomas aumenta hasta más de 30, por lo que si el juego te gusta, es posible ampliarlo aún más.
Además de ello hay cinco modos de dificultad representados por células de jefe que se irán desbloqueando según derrotemos al jefe final. Al avanzar de dificultad obtendremos más células pero también encontraremos menos pociones de salud, los enemigos se volverán más fuertes e incluso se teletransportarán al personaje. Los primeros niveles son relativamente sencillos (cuando te adaptas a las mecánicas), sin embargo los últimos son un completo desafío para todos aquellos jugadores hardcore.
Mi experiencia
No estoy muy seguro de si es el juego, mi ganas por jugar metroidvania a la espera de que salga Silksong o el momento en el que me pilló este juego, pero a mi me absorbió completamente. Le eché +70 horas y aún así no conseguí pasarme el juego en el nivel más alto de dificultad. Llega un momento en el que prácticamente de dos golpes termina la partida, pero eso no es malo, ya que entre partidas se puede cambiar la dificultad, por si queremos recoger células o intentar encontrar determinado objeto. No es siempre necesario jugar en el modo más difícil y eso ayuda a que el juego sea más divertido a la vez que aporta más rejugabilidad.
La cantidad de objetos a desbloquear es enorme y a mí me animó a seguir jugando para conseguir todos los posibles, pero es que además, cada arma tiene alguna particularidad diferente y se usa de diferente modo, por lo que en ningún momento se me hizo repetitivo, al revés. Dead Cells tiene todo lo que hace disfrutones a los metroidvanias porque es una maravilla, pero es que además le puedes echar todas las horas que quieras porque siempre hay algo por hacer o algo por desbloquear y eso me encanta.
Conclusiones
Dead Cells es un juego con mucha personalidad. Tiene una cantidad de armas y de habilidades inmensas que lo hace un roguelite con muchas horas que ofrecer. Es muy buen juego y sobre todo si te gustan los metroidvania como Hollow Knight o Blasphemous este merece mucho la pena probarlo. Una partida tontorrona a Dead Cells siempre apetece.
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En mis ratos libres leo, juego y a veces escribo. Llevo casi dos mil horas al Stardew Valley porque soy muy malo a los juegos de disparos.
- Es muy divertido
- Muchas armas diferentes
- Juego al que se le puede echar horas infinitas
- La sensación de progreso es muy lenta
- Se muere muy fácil
- No es Silksong
Un juego excelente para los amantes del género. Ágil y divertido, a Dead Cells le puedes echar horas para aburrir.
Daniel Viñambres
Saralain
Marcos Casal