La actualidad del videojuegos nos empuja a no disfrutar de ellos. Hype, FOMO, especulación… ¿qué te está amargando?
Leo en redes gente que, sin caérsele siquiera la cara de vergüenza, es capaz de vaticinar el fin de los videojuegos porque haya subido de forma generalizada los precios en el hardware y obras de las grandes compañías. Veo, sin que aparezca un rubor en sus mejillas, que el Mario Kart nuevo cueste 90€ es el principio del fin, aún cuando esa misma gente va a recibir una copia gratuita por ser influencer. Escucho podcast con alarmados con la situación del videojuego y de los 5960 despidos de la industria en 2024, de compañías que tampoco conocen. Veo gente jugando por el FOMO… y yo, solo quiero jugar tranquila.
El videojuego es reflejo tanto de quienes mueven hilos en los despachos, sin entender el impacto cultural de lo que hacen, como de los aficionados que hace demasiado tiempo no les gusta realmente los videojuegos. De estar siempre subidos en una ola de hype, especulación, FOMO desmedido, como ya hablé en este artículo de juegos de usar y tirar, y falsas guerras de consolas, sin disfrutar de absolutamente nada que se escape de ahí. Disfrutando de recibir atención y aprobación de otros y desechando por completo la creación independiente.
Llamadme cruel o carente de empatía, pero no es mi responsabilidad la situación global de los videojuegos, no es mi responsabilidad defender ninguna afición o aficionados. Llamadme egoísta, pero llegados a un punto, solo quiero jugar y jugar con la gente a la que quiero. Estoy cansada de alarmismos, de fatalidades, cuando no soy el público ni de la mitad de «contenido» que se crea. ¿Un juego vale 90€? No es mi problema, no lo compraré. Probablemente la mitad de los títulos que se pongan a la venta este año no sean siquiera de mi interés.

Este FOMO, superficialidad y aparente interés por la actualidad del medio no es muy diferente a quienes van a la caza de tener un tema del que hablar en su podcast. Porque si no graban opinando de algo catastrofista, no les llega suscripciones, likes ni se le llenan los comentarios de amargados que se creen alguien.
La sobre oferta de juegos actual nos permite canalizar nuestro interés a juegos de los que vale realmente la pena hablar y compartir, con temáticas interesantes o diferentes. No tienen porqué ser de este año. No tienen porqué haber salido en Steam. No tenemos tampoco porqué intentar monetizar cada pensamiento, impresión o reflexión que se tenga de cada uno de ellos, sino dejar que hagan poso en nuestra mente y corazones.
Todo el entretenimiento y ocio desde hace años es gresca, gritos y enfados, porque cada gresca, grito y enfado da dinero. No necesariamente a quien acaba malhumorado, sino a los dueños de las redes sociales que nos atrapan premiando tener la sensibilidad de una trucha. Y, sinceramente, me he cansado de este juego.
Este año he jugado y disfrutado de juegos de toda clase. Gustándome más o menos cada uno de ellos. Gracias a estar en Orgullogamers he podido acercarme a juegos que me han acariciado en corazón después de años de amargura, metida en otra afición con gente con la misma actitud que ahora veo en los videojuegos. Afortunadamente la madurez me permite eludir usuarios impresentables con opiniones banales, sin saber cuando callar. No están distrayéndome de… ser feliz.
Esta semana vi a un streamer pasarse un juego de survival horror parecido a Resident Evil 2 de Sega Saturn que en mi vida iba a jugar, esquivando los lanzamiento de la semana, que también eran prohibitivos para su bolsillo. Comentando cada elemento, escena y enemigo, con admiración y sorpresa, con una ilusión que hace tiempo que no veo en el mainstream. O ese engaño que nos intentan vender como mainstream. Después de todo cada vez se juegan más tiempo a juegos de hace seis años o más. Por alguna razón, nos intentan vender que esto es malo.

Sin exagerar, estamos en una situación que no se puede calificar de otra forma que de época dorada. El año pasado salieron aproximadamente 19.000 juegos (solo en Steam) y en el top 100 de lo más valorado según Steamdb, solamente hay dos juegos que valgan más de 40 euros (Black Myth: Wukong y SonicxShadow Generations). En la página Itch, que es una web idónea para el terreno indie puesto que no es necesario pagar por subir allí tu juego, hay casi 50.000 juegos disponibles gratuitamente. Es decir, que tenemos una disponibilidad única de juegos con la que podríamos estar jugando durante años sin necesidad de ninguna nueva novedad. Hay demasiados intereses para que olvidemos esto, que somos afortunados de tener todos los medios para disfrutar jugando.
Así que no puedo hacer otra cosa que no sea concluir este artículo de opinión explicando que la tormenta de opiniones fatalistas son fruto de intereses, que no representan la realidad de la afición y del videojuego, que la subida de precios no es algo generalizado sino localizado en grandes empresas a las que no debemos simpatía. Además, no debemos implicarnos tanto como para que los despidos en la industria nos amarguen y contribuyan a nuestra continua angustia y ansiedad vital. Sin olvidarnos de ignorar a quienes solo abren la boca para soltar odio y, sobre todo, que debemos pensar más en nosotros, en luchar todo lo posible para que no nos roben la ilusión y el amor por los videojuegos.
Dejad el FOMO de lado, que los videojuegos indies no muerden.

Ingeniera de minas que no trabaja de lo suyo (da igual cuando leas esto). Está fascinada por la Xbox Series S y el Game Pass.