Bebe de Fire Emblem, pero también de animes como Gundam, os presento a Warborn y su apuesta para el género de los juegos de guerra por turnos.
Andaba con bastantes ganitas de darle gresca a juegos de guerra por turnos y hemos tenido la suerte de que nos entró una clave de Warborn, un interesante RPG táctico que recuerda a los Advance Wars de Intelligent Systems, pero con bastante personalidad propia, a pesar de sus más que obvias inspiraciones en el anime de mecas más folclórico de la tierra del Sol Naciente.
Tras darle cerita buena, me aventuro a contaros un poco de él a través de esta reseña, porque a pesar de ser uno de los grandes desconocidos de entre los indies de este año, creo que puede merecer la pena para un grupo concreto de frikazos que amen a los «roboces japos» gigantes dándose de «putasos» en la calle.
Entrando por el ojo más fácil que un match de Tinder
A Warborn una cosa no se le puede negar y es que sabe entrar muy bien por el ojo, el condenado. Con una línea artística muy fina, mezclando el estilo occidental de series como Ben 10, con otras más de carácter oriental como puede ser la propia Patlabor, Warborn nos presenta mapas y robots muy coloridos, adecentados con menús y HUD bien resueltos a la hora de brindarnos la información necesaria para realizar cada unas de las acciones que necesitamos para llegar a la victoria.
Por ejemplo, aunque la totalidad de los HUD son azules, nos resalta en rojo aquellas habilidades destinadas al combate de cada meca, dejando en blanco brillante las que se usan para el desplazamiento y en verde las que se traducen en estados beneficios o curaciones.
Claro está, esto también afecta a los diseños en sí de los mecas, con colores bien diferenciados para cada bando y formas para destacar a las unidades según su rol o especialidad. Así como las unidades más simples en comandos y posibilidades se aderezan de diseños igual de simples, las unidades heroicas están más recargadas y emanan un aura de «aquí te pillo, aquí te desguazo» que no dejan a ningún jugón indiferente.
¿Te gustan los juegos de guerra por turnos con música machacona? Este es tu sitio
No puedo dorarle tanto la píldora hablando de su apartado sonoro. Aunque sí mola como se desempeñan los efectos de sonido, súper estridentes y característicos según la habilidad empleada, la música de los menús y escenarios es más molesta que tu primo chico robándote el móvil para verse otro reel de skibidi toilet.
Pero bueno, algo que podemos pasar por alto si en lo referente al componente estratégico da la talla… pero lamentablemente, orgullosete, no es así *se va a llorar a una esquina*.
Podría resumirlo como el mecanismo de un botijo: tan simple que hace daño. Algo que no sería malo per se, sino fuese porque el juego prácticamente te obliga a adaptar estrategias concretas para cada nivel de una manera completamente inflexible. Tal es así, que desviarte un mísero turno del camino que corresponde con lo ideado por los desarrolladores se castiga dinamitándote el nivel al completo. Y ojo, que hablamos de fases que pueden llegar a las dos horas de duración en algunos casos.
Esto hace de la experiencia algo infernal que solo gustará a los más masoquistas, sí, esos que no entienden la definición de locura de Vash, y a aquellos que ya asumen la pantalla de Game Over como lo más normalizado del planeta.
Más difícil que pasarse Dark Souls con un clarinete
Si es cierto que Warborn ofrece algo de variedad para los niveles, no solo centrándose en matar enemigos, sino también que absorbe algunas mecánicas de Advance Wars, como la posibilidad de conquistar puntos de requisas o ciudades, pudiendo así generar una moneda in-game que nos permite adquirir más unidades durante la batalla.
La citada moneda nos permite también pagar para poder desplegar a las unidades heroicas, las cuales gozan de más puntos de salud y habilidades especiales capaces de hacer auténticos destrozos entre el bando rival. Obviamente, el precio para usar a los héroes y sus habilidades titánicas es casi prohibitivo (como el alquiler de los pisos, equisdé), los que nos mete en la dicotomía de si ahorrar para ello, parando con el pecho colorado de las unidades más básicas los ataques del enemigo, o invertir los puntos en refuerzos que ayuden a estos peleles. Porque estos duran dos telediarios, así que no es una decisión fácil, ya me entendéis.
Aun así, lo dicho, si eres un jugador con la mirada de las mil yardas desarrollada de tanto viciarte a los Fire Emblem o XCOM clásicos (ya no digo los modernos, más pensados para personas normales), aquí se te presenta un desafío muy bestia, que puede dar placer a tus deseos más oscuros y esquizofrénicos a los mandos de uno de los juegos de guerra por turnos más dantescos que he podido jugar en muchos años.
Visto lo visto, le otorgo a Warborn dos birras sobre cinco, porque sí, es como la birra caliente: la bajas pero con mala cara.
Director de Orgullogamers y el terror del SEO. Me flipan los JRPG, los Hack & Slash y los juegos con historias inusuales de esas que te dejan roto por dentro. Me encargo de que Orgullogamers no se hunda poniendo parches de cinta adhesiva.