Pese a que hace ya algunas décadas los juegos de plataformas copaban, en cierta medida, el mercado de los videojuegos, ahora este género ha quedado reducido a una representación testimonial salvada, casi únicamente, por Nintendo y sus excelentes Mario.
Bien es cierto que este año hemos vivido una rara avis con PlayStation apoyando el lanzamiento de un juego, a priori menor, que ha resultado ser uno de los mejores juegos de su PlayStation 5. Hablo, por supuesto, de Astro Bot. Y lo cierto es que en la casa PlayStation hacía mucho tiempo desde la última vez que vimos un juego de plataformas de remarcado éxito, quizá haya que retornarse hasta el lanzamiento de la trilogía Crash Bandicoot. Saga de la que, precisamente, toma este Nikoderiko casi toda su identidad.
Nikoderiko se hace fuerte en base a los títulos que referencia
Crash y Coco Bandicoot marcaron una época en PlayStation con una trilogía realmente memorable. Sus juegos y mecánicas fueron poco a poco ganando complejidad a la par que añadían un desafía duro, pero muy pulido para la época. No obstante, lo que más destacó de estos hermanos fue una apariencia que a día de hoy se siente fresca y reconocible. Tan reconocible que no nos costará nada vincular a los hermanos protagonistas de Nikoderiko con los Bandicoot, y eso es un arma de doble filo.
Por un lado, el hecho de ver una figura reconocible en los protagonistas nos puede invitar a explorar ese juego, pues es una forma de atraer al fan que echa de menos aquella saga (pese a que realmente no hace tanto de Crash Bandicoot 4) pero, por otro lado, van a ser inevitables las comparaciones… y esto para Nikoderiko no es el mejor escenario.
Y es que Nikoderiko tiene unas referencias marcadísimas que marcan su jugabilidad con alguna idea propia que no está mal, como las monturas, una suerte de animales que nos servirán para avanzar por el escenario de una manera más implacable para con nuestros enemigos y que podremos utilizar siempre que queramos si… ¿los compramos?
En Nikoderiko todo funciona bien: monturas, saltos, coleccionables…
Al igual que en Mario hay monedas y en Crash fruta, en Nikoderiko tenemos una especie de objetos voladores que hacen las veces de moneda del juego. A diferencia de otros juegos, estos coleccionables no nos aportarán vida, la cual se fija en un máximo de tres golpes de enemigos y se recarga con su propio coleccionable, sino que será la moneda con la que podremos comprar monturas en la tienda, además de los modelos de los personajes del juego. Esta decisión, en lo personal, no me termina de gustar porque desincentiva la recolección de estos ítems más allá que completar el 100% de cada nivel, algo que ya quedará en cada jugador.
En cuanto a las sensaciones jugables, Nikoderiko cumple. Es un juego divertido y que jugablemente está bien, pero que tampoco tiene una precisión de cirujano a la hora de realizar sus movimientos, que se reducen al movimiento básico de este tipo de juegos, más el ataque (consistente en deslizarse por el suelo), el salto prolongado, en el que el personaje hace uno de una tela con la que planea brevemente, lo cual permite hacer los saltos más largos y el ataque al suelo. Con estas herramientas, deberemos hacer frente a varios enemigos, los cuales, como es de esperar, tienen sus propias mecánicas y sus formas de afrontarlos. Así pues, un enemigo puede ser vulnerable a los ataques a ras de suelo, mientras que otro requiere que le saltemos en la cabeza al más puro estilo Mario.
En Nikoderiko también seleccionaremos los niveles en un mapa interactivo
A todo esto hay que sumarle los jefes que encontraremos al final de cada mundo. El mapa, que se inspira en el primer Crash Bandicoot (o en el cuarto, que viene a ser lo mismo) nos llevará por una serie de niveles que, una vez completemos, podremos acceder al último para hacer frente al jefe de turno. Dichos enfrentamientos finales no están mal planteados y pueden llegar a resultar desafiantes, aunque a veces el desafío viene más por pequeñas (muy pequeñas) imprecisiones de control y hitboxes.
El juego también trata de ser variado en sus niveles, ofreciendo niveles acuáticos o variando el 2D al 3D muy al estilo Crash Bandicoot. Esta variedad ayuda bastante, ya que los niveles suelen ser largos y esconden bastantes secretos, ya sea a nivel de coleccionables como de pequeños desafíos, similares a los bonus del ya mencionado Crash. Crash Bandicoot, el mismo nombre que se repite tanto en este análisis se te repetirá constantemente mientras juegas. Esa reminiscencia, a veces, nos hará esbozar una sonrisa recordando el juego y agradeciendo que hayan trasladado las sensaciones del antaño juego de PlayStation (y ahora de Xbox) a un producto nuevo. Pero ese recuerdo también nos puede hacer pensar, y ver, que la trilogía original de PlayStation sigue siendo notablemente mejor que el juego que tenemos entre manos. Y Nikoderiko no es mal juego, en absoluto, pero ha tratado de ser el espejo de su propio rey y queda reducido a un reflejo en el agua, tan visible como imperfecto.
He escrito dos libros con mis desgracias. Soy sociólogo y redactor a tiempo parcial. Miyazaki y Kojima os como los huevos. También soy un borrachuzo.