Los Recreativos de mi pueblo – Análisis de Pacman

Retro «análisis de Pacman, el arcade» o como lo conocimos en los recreativos de mi pueblo: «análisis del comecocos»

El aviso urgente antes del análisis de Pacman

Uno de mis esbirros entró apresuradamente en mis aposentos a muy temprana hora de la mañana y alzó la persiana con más prisa que sentido. El sol golpeó mi colodrillo con esa forma caprichosa que solo la luz a través de la ventana puede moldear.

—¿Qué ocurre? —exclamé, aún con sabor a resaca de Morfeo.
—Padrino, han puesto una máquina nueva. ¡Debemos coger los vehículos a toda prisa! Está en un pueblo cercano.

Con ocho años, los “vehículos” eran nuestras bicicletas BH de Cross. Una vez reunido el grupo, nos encaminamos al bar donde se encontraba la recreativa, como en la escena cumbre de E.T. —pero con menos vuelos y menos extraterrestres, aunque alguno de mis colegas podría pasar por uno.

Y allí estaba. El imperecedero: Pac-Man.

¡A jugar al Pac-Man!

Ya tocaba una nueva sesión de Los Recreativos de mi Pueblo. Casi dos años nos contemplan desde mi última incursión.

La primera vez que jugué al Pac-Man en recreativa fue en 1985, cinco años después de su estreno original en 1980. Por entonces en España las cosas no llegaban tan rápido: no había estrenos simultáneos ni redes sociales que lo anunciaran todo al instante. La globalización aún estaba de resaca.

Así que fue en 1985 cuando pude echarle el guante a la obra de Toru Iwatani para Namco, distribuida fuera de Japón por Midway Games.

Argumento de Pac-Man

Buscarle un argumento a Pac-Man es como buscarle sentido a la vida. Puede ser tan enrevesado como quieras, o tan simple como lo que se ve en pantalla:

Un tipo sale de su casa a buscarse las castañas —o más bien los cocos— mientras un grupo de fantasmas se dedica a joderle la existencia. ¿Sus motivos? Quién sabe. ¿Vacío existencial? ¿Ocio extremo? Puede ser. Como en la vida misma.

Pero como la cosa quedaba un poco sosa, contamos con la colaboración especial de tres invitados que ya han pasado por Orgullogamer: Bunbury, Morfeo y, por desgracia, Rajoy. Hoy, los dos primeros nos dan su visión de Pac-Man.

Versión de Bunbury

“Empezar por que sí, y acabar no sé cuándo.
El azul me da cielo y los cocos los cambios.
Los espectros no están más lejos que los nombres que guardo.
Repito otras pantallas que siento como mías…
Por el camino del exceso, del espíritu del coco.”

Confirmado: Deshacer el mundo trataba sobre Pac-Man.

Versión de Morfeo

“Bienvenido al infierno de lo real.
Pac-Man es el mundo que las máquinas han puesto ante tus ojos para ocultarte su verdad:
Que eres prisionero de una celda que no puedes ver, oír ni sentir.
Toma el coco grande, y sólo te mostraré la verdad.
No hay paredes en este laberinto. Es el laberinto el que se mueve a tu alrededor.”

Gracias por vuestras visiones, maestros. Seguimos con el análisis.

¿Dónde se desarrolla la historia?

En un laberinto de diseño simétrico, donde el espacio-tiempo se pliega en sus extremos. Si sales por la derecha, entras por la izquierda. Ciencia ficción minimalista como condimento perfecto para una mecánica infinita.

Personajes

El bueno: Pac-Man

El icónico comecocos. Tan legendario como Mario o Sonic. Su nombre viene de la onomatopeya japonesa Paku, que representa el sonido de abrir y cerrar la boca. En Japón: Pakku-Man. En occidente: Pac-Man (para no decir Puck-Man, y evitar vandalismo fonético).

¿Inspirado en una pizza con una porción menos? Por supuesto. ¿Qué pasó con la porción restante? Se convirtió en un Destructor Imperial (Star Wars). ¿Y el Halcón Milenario? Una hamburguesa. La comida basura es el origen de nuestras leyendas.

Los malos: Los fantasmas

Los conocíamos por colores: rojo, rosa, azul y naranja. Pero su identidad es compleja. Aquí un resumen extraído de Wikipedia:

Mecánica del juego

Maravillosamente simple: limpia el laberinto comiéndote todos los cocos mientras esquivas fantasmas. Si uno te toca: muerto. Si te comes uno de los cuatro cocos grandes, los fantasmas cambian de color y puedes devorarlos tú. El cazador cazado.

De vez en cuando aparece fruta: más puntos. Y el objetivo real era ese: puntuar, marcar récords, alimentar el ego pixelado.

Movimiento de los fantasmas

• Rojo (Blinky): el más agresivo. Sigue al jugador sin descanso.
• Rosa (Pinky): se anticipa a tus movimientos según el joystick.
• Azul (Inky): miedoso, huye al verte.
• Naranja (Clyde): errático y lento. Pero impredecible.

El final de Pac Man

Aunque parece infinito, el juego no tiene 256 niveles, sino 255. El nivel 256 es un error por “overflow”: el contador del juego no puede procesarlo correctamente. El resultado: la pantalla partida, llena de distorsión gráfica. Y así termina el juego.

Nota final para el análisis de Pacman

Por historia, por referencia, por personaje… le vamos a cascar un:

Nota: 10

Mario Landflyer – Orgullogamers
“Desde que Paco abrió la boca por primera vez, el mundo no volvió a ser el mismo.”

Otros videojuegos analizados en Los recreativos de mi pueblo:

• Análisis Double Dragon
• Análisis Moonwalker
• Análisis Golden Axe
• Análisis Era pre-electrónica
• Análisis Dragon’s Lair
• Análisis Snow Bros

PD: Prometí saludar a un amigo en la siguiente entrega. La cosa se demoró, pero no me olvidé.
¡Un saludo para mi colega “Pichurri”! Uno de mis esbirros de entonces y buen amigo en la actualidad.

Mario Landflyer

Doctor en Filosofía. Campeón del mundo de futbolín. Mira la magia de mi melena. Practico el deporte y la cultura. Rey Emérito de Orgullogamers.