El Miedo despertaba con la llegada de Microsoft a las consolas. Repasamos cómo Xbox transformó el mundo de las consolas con sagas míticas, su potencia, el online y un legado que marcó historia.
Aprovechando que esta semana la primera Xbox cumple 15 añazos, quiero dedicarle una entrada no tanto a la consola en sí, sino a la marca. ¿Qué ha supuesto la entrada de Microsoft en nuestro hobby? Quince años de luces, de sombras, pero, al fin y al cabo, quince años con nosotros. Por ello voy a escribir 15 buenas razones por las que la llegada de Microsoft a las consolas fue tan importante. Además, también se cumplen 15 años de la salida del primer Halo, que venía junto con la consola. Por eso dejaré un gameplay de su segundo (y mítico) nivel en su versión Anniversary.
Competencia
Con el vacío que dejó la marcha de SEGA como fabricante de consolas, Microsoft vino a ocupar ese espacio que hasta el momento se repartían SEGA, Nintendo y Sony; esta última había dominado la generación anterior (la de los 32 bits) con su flamante e histórica primera PlayStation. Ocupar el lugar de SEGA y fomentar la competencia fue una de las primeras buenas noticias cuando se anunció la llegada de la primera y añorable “caja” de Microsoft.
En esos primeros meses vimos a la compañía del erizo azul muy volcada con la máquina de Bill Gates, con lanzamientos como Shenmue II en exclusiva para el territorio americano. Muchos pensamos que el espíritu de SEGA podría permanecer en Xbox, y, si bien esto fue así al principio, con el tiempo la marca desarrolló su propia filosofía. La competencia —tan manido el término que a veces olvidamos su significado— es lo que hace que nuestro ocio favorito no sufra aún más abusos hacia el usuario de los que ya existen.

Halo
La llegada del Jefe Maestro no solo a las consolas Xbox, sino al mundo de los videojuegos, es uno de los acontecimientos más importantes de nuestra industria. No solo por la enorme calidad de la saga, primero de Bungie y luego de 343 Industries, sino por el salto que dio el género para expandirse más allá. El primer juego demostró, junto con el mítico GoldenEye de Nintendo 64, que los shooters en consola tenían su espacio. El tiempo les ha dado la razón: hoy en día hay sagas de shooters que venden más en consola (como Call of Duty) que en PC.
Además, esta saga tiene uno de los multijugadores online más amplios y “sanos” del panorama actual. Su modo Forge es todo un culto sobre cómo dar posibilidades al usuario. Cómics, novelas, series y todo tipo de merchandising hacen de Halo una saga global. Los juegos han ido más allá del género shooter con spin-offs como Halo Wars (estrategia) o Spartan Assault (acción en vista cenital). A pesar de la pérdida de Bungie, la saga ha sabido sobrevivir, con 343 Industries dándolo todo en Halo 5.
Potencia gráfica
No, no saltéis al cuello con Xbox One y los líos actuales. Viajemos atrás en el tiempo, a una época —los inicios de las 128 bits— en la que una Microsoft dispuesta a todo por entrar en el mundo consolero sacó una máquina brutalmente potente. La primera Xbox era la consola más poderosa hasta la fecha. Cierto es que su potencia se vio lastrada en algunos títulos multiplataforma, con excepciones gloriosas como Splinter Cell, cuyas versiones para Xbox eran claramente superiores.
Era en los exclusivos donde la consola brillaba con todo su potencial, con juegos como Ninja Gaiden, Doom 3 o Project Gotham Racing 2. Xbox 360 también fue un “pepino” gráfico, apostando por las HD (las buenas, 720p), algo que, salvo algunos intentos en la generación anterior, solo era posible en PC. La sensación de conectar la 360 al monitor (por aquel entonces las teles HD eran un lujo) y ver Oblivion o Call of Duty 2 fue impagable. Bueno, 399 euros me costó mi pequeña turbina.
El mando
El camino hasta llegar al pad casi perfecto que es el mando de Xbox One fue largo. Empezó con el mando tocho de la Xbox original, que tanta polémica (y con razón) levantó, especialmente en Japón. Por suerte, Microsoft supo reaccionar a tiempo y presentó el mando S, en principio exclusivo para el mercado japonés, pero su éxito lo llevó al resto del mundo.
La evolución fue el maravilloso mando de Xbox 360, para mí el mejor mando —y con diferencia el que más he usado—. Fue tal su éxito que logró traspasar las fronteras de su propia consola y convertirse en el mando estándar de PC, algo impensable años atrás. Su sucesor, el de One, mejoró aún más con motores de vibración en los gatillos. Actualmente lo considero insuperable.

Rare
Sé que este punto levanta polémica, ya que la gran Rare la recordamos en Nintendo, tanto en los 16 bits (Super NES) como en los 64 bits (Nintendo 64). Pero Microsoft, a falta de talento inicial en el desarrollo para consolas —sus estudios internos estaban centrados en PC—, compró a base de talonario el talento que necesitaba. Si bien el paso de la compañía británica ha sido discutible, poder jugar a Conker en la primera Xbox (gran remake) o a Kameo: Elements of Power ha merecido la pena. También cabe preguntarse dónde estaría Rare hoy si no hubiera sido comprada, como tantos estudios europeos que desaparecieron.
Gears of War
Es cierto que la saga del Jefe Maestro es el buque insignia de la marca, pero negar la importancia de la obra de Cliff Bleszinski sería absurdo. Gears of War dio el pistoletazo de salida a la generación PS360, siendo el primer título de la era HD con un salto gráfico espectacular. Su sistema de coberturas —que no inventó, pero perfeccionó— fue copiado por infinidad de juegos posteriores. Su multijugador es de una calidad indiscutible, potenciado desde su segunda parte con el maravilloso modo Horda.
Una saga vendeconsolas (y también vende Windows 10) que, a pesar de la marcha de Epic, ha sabido mantenerse con The Coalition. ¡Vivan los Locust!

