La figura del héroe fallido en Vértigo

La figura del héroe fallido en Vértigo.

Descendamos a las profundidades más oscuras para conocer la figura del héroe fallido en Vértigo

Cuando se trata del cine de suspense, es imposible no recordar aquella robusta silueta tras la que se escondía uno de los mayores maestros del cine negro, Alfred Hitchcock. Hablamos de un cineasta revolucionario que trataba los conflictos propios del celuloide de la época desde un prisma psicológico. Y hoy nos adentraremos en uno de sus relatos más prominentes.

Sin ser una película fundacional, llegó para revertir las bases del noir dotando a su atmosfera y personajes de nuevas dimensiones que, hasta la fecha, no se habían explorado. Uno de los puntos que más llamó mi atención es su manera de componer a su personaje principal. Por ello, hoy os hablo acerca de Vértigo y la figura del héroe fallido.

La figura del héroe fallido en Vértigo - caida

Complejo de Héroe

Y como toda gran historia dentro del genero, nuestro protagonista es un caballeroso detective, John Ferguson (a quien da vida James Stewart). Es menester señalar que de igual modo es conocido como «Scottie» y se ve obligado a retirarse tras ver a un compañero morir cayendo al vacío. Este hecho traumático lo llevara a desarrollar una acrofobia que, a su vez, derivara en un vértigo incapacitante. Esta afección hará sus veces de vehículo para la trama, mientras que, de forma velada, ira construyendo una crisis de identidad dentro del personaje. Pero aun es pronto para hablar de eso, por el momento conozcamos mejor a Scottie.

Sin un objetivo claro, el héroe herido decide reencontrarse con sus raíces. Midge Wood (Barbera Bel Geddis), su antiguo amor, es una mujer cariñosa e independiente con aspiraciones y proyectos que demuestra seguir guardando sentimientos por él. Es su punto de apoyo emocional durante el metraje, pero Scottie no quiere permanecer mucho tiempo al lado del confort maternalista que Midge le ofrece. Así que para sanar su ego acabara aceptando el recado de un viejo conocido, uno que lo guiará a su propio abismo personal.

Seducido por la intriga de este nuevo caso, Scottie es empujado en dirección a la enigmática Madeleine Elster(Kim Novak), la mujer de su antiguo compañero. Madeleine es una cándida y confusa joven de pelo rubio que afirma estar hechizada. Ella traerá consigo la inestabilidad que tanto ansiaba nuestro detective, dándole la oportunidad de validarse como protagonista al intentar salvarla de un destino atroz. Desde este momento él se convertirá en su vigilante y ella, con el transcurrir de los acontecimientos en su conquista sentimental, un trofeo con el que poder someter a sus miedos.

Con esto ya tendríamos todas las cartas sobre la mesa: el héroe, su fiel compañera y la femme fatal de la que se acabara enamorando. Realmente son ingredientes con los que ya estábamos familiarizados, pero aun queda un último naipe por levantar, un comodín que dará un giro a la partida.

La figura del héroe fallido en Vértigo - scottie

¿Scottie o John Ferguson?

Cabe preguntarse ¿qué es un héroe? Alguien con el que empatizamos y al que deseamos ver triunfante frente a la adversidad. Es el ideal de alguien noble que prioriza el bienestar de los demás frente al suyo. Ese podría ser el bueno de Scottie, decidido a proteger a Madeleine y encontrar la manera de romper la maldición que la mantiene prisionera del pasado. ¿Pero qué hay de John Ferguson?

En el propio nombre del personaje podemos encontrar una doble lectura con la que el autor pretende advertirnos de esta doble moral del personaje. Por un lado, tenemos una perspectiva que lleva desarrollándose desde el inicio de la cinta y se nos dará a conocer en su segunda parte. Porque sí, esta ambigüedad se hace patente también en la estructura de la película que esta divida en dos partes bastante claras, el camino del héroe y su deconstrucción. El último bloque es, como no, el acto final, y es hacia donde nos dirigimos a continuación.

La figura del héroe fallido en Vértigo - madie

Una cálida ilusión

Nos situamos frente a la iglesia que Madeleine visitaba diariamente en busca de respuestas. En esta secuencia, podemos ver cómo, al fin, se consuma el tórrido romance que llevaba fraguándose desde el primer encuentro entre ambos personajes. Pero no todo son buenas noticias. Los malos augurios que presagiaba la señorita Elster parecen haberse cumplido de repente, y con un «ya es demasiado tarde» se despide de nuestro detective, huyendo de él y dirigiéndose al campanario del templo.

Confundido, John decide perseguirla. Pero el vértigo que sufre resulta muy conveniente para la huida de la joven. John es incapaz de alcanzarla y, así, ve cómo ella cae de la torre después de emitir un ultimo grito de auxilio. Tras todo esto, el protagonista toca fondo. Debido al proceso de caída, John queda totalmente fragmentado. Esto marca el punto de no retorno. Porque ya jamás podrá completar su tarea y su aflicción sólo la puede sanar el anhelo de lo imposible, volver a reencontrarse con su amada.

Así, John, pasa los días vagando sin rumbo por la ciudad cual medusa, esperando encontrar entre el gentío a la extinta llama que lo mantenía en el camino. Además, va sufriendo lapsus en momentos en los que cree reconocer a Madeleine cada vez que se cruza con una mujer rubia. Esto sucede hasta dar con la viva representación de su fallecido amor, Judy Barton, el comodín que se encontraba en el fondo de la baraja.

Judy es una joven de pelo castaño con un carácter fuerte que dista mucho de ser la joven desvalida en busca de ayuda, mas su rostro recuerda innegablemente al de Madeleine y esa será la excusa perfecta para terminar de corromper a nuestro héroe. Debemos detenernos aquí para realizar una ultima elipsis antes del final. ¿Obsesión con las mujeres rubias? ¿Temores que causan impotencia? ¿La maniática necesidad de controlarlo todo? Todo esto son aspectos que, durante toda la función, vemos representados.

Hemos hablado de la pluralidad en el carácter de Scottie y John, pero… ¿Y si existiese una tercera persona detrás de la psique del agente Ferguson? ¿Acaso hay una alargada sombra que marca los pasos de nuestro protagonista?

La figura del héroe fallido en Vértigo - silueta

El sujeto tras la silueta

Antes de continuar con el desenlace, y para entender mejor al protagonista de este film, debemos fijar nuestra vista más allá del proyector y buscar a la mente detrás de todo este entramado. Es decir, el propio Hitchcock. Descrito por algunos como «un niño grande», Alfred Hitchcock tenía una visión de la sexualidad muy retorcida. Voyerista él, era una persona con un sin fin de obsesiones (como las mujeres rubias) y miedos que sólo podían rivalizar con su ambición. Hitchcock se vuelca de lleno en su personaje principal, proveyéndolo de esta humanidad incómoda de afrontar y materializando, en la gran pantalla, su «yo» de la ficción.

La figura del héroe fallido en Vértigo - beso

La deconstrucción personal

Ya disponemos de todos los datos necesarios. Ahora, abordaremos la conclusión de esta historia en la que Hitchcock desmonta a su protagonista (y a sí mismo) exhibiendo la figura del héroe fallido.

La entrada en escena de Judy desenmarañara la red de mentiras que se tejía en torno al personaje principal. Así se confiesa al espectador que todo era un engaño para situarlo a él como testigo de un crimen casi perfecto; y digo «casi» ya que ella, la prueba viviente del delito, no pudo alejarse de él. Sin ser capaz de contarle la verdad, decide acceder a las peticiones del detective para seguir viéndose. Porque, después de todo, lo único real, tras todo el artificio, era que lo amaba.

Pero Scottie es incapaz de olvidar a Madeleine; yace aún atrapado en la ilusión autoimpuesta, fruto del trauma que no consigue afrontar. A partir de aquí, la figura del héroe se desdibuja para cederle las riendas al antagonista de la película. John, pues, tratará de resucitar la ilusión de una mujer que solo sigue existiendo en su mente, a través de Judy, disfrazándola de su antiguo «yo», tiñéndola de rubio y sometiéndola por completo.

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La muerte del amor

Como espectadores, solemos aspirar a alcanzar, junto a nuestros héroes, metas románticas. Pero, en Vértigo, deseamos escapar de ese asfixiante escenario. La cinta nos escupe todos los componentes presentes en la trama de la manera más cruda posible. Así, resulta imposible volver a empatizar con la situación. Esta posición adquirirá un tinte todavía más dramático cuando John, por fin, consigue terminar su obra, consumando la metamorfosis de Judy en una muñeca desprovista de dignidad con el aspecto de la fallecida (una suerte de espectro de carne y hueso). Dejando de lado las alegorías a los fetiches necrofílicos, podemos observar a un hombre roto que sigue vigilando el eco de una fantasía, satisfecho con sus esfuerzos, pero, aun así, frustrado por perseguir un espejismo.

La figura del héroe fallido en Vértigo - final

Un destino sellado: la figura del héroe fallido

Con un ambiente enrarecido, Judy termina de arreglarse y coloca una de sus alhajas sobre su cuello, sin percatarse de que se trataba del característico colgante de Madeline. Lógicamente, el minucioso detective jamás olvidaría un detalle como este, y, rápidamente, comprende el engaño. Así, de un plumazo, se derrumba el castillo de naipes donde se erigían todas las mentiras.

Como al principio, volvemos a estar frente al precipicio; pero esta vez el vértigo no es un ancla para el personaje, porque ahora el miedo es el motor que le impulsa a continuar. John obliga a Judy a revivir la tragedia de su «primera muerte» en el campanario de la iglesia, mientras la chica, entre sollozos, le pide que se detenga.

El amargo desenlace puede palparse en el acto. En lo alto de la atalaya, ambos personajes caen en la cuenta de su error. John comprende que jamás podrá salvar a Madeleine, y Judy, por otra parte, que su amor nunca será correspondido. Esta descorazonadora situación es interrumpida por una sombra. Una monja que los había oído decide salir a comprobar la situación y, en la confusión del momento, presa del pánico, la joven decide saltar, desapareciendo del encuadre y abandonado para siempre a su amado.

Antes de finalizar, el director nos deja un instante a solas con este momento para que podamos admirar al único causante de todas las tragedias, un hombre enfermo de si mismo destinado a fracasar. Es incapaz de salvar a nadie, ni si quiera a si mismo. Y es un instante fantástico ante la triste figura del héroe fallido.

 

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