Match Day II: la revolución del fútbol pixelado

Pantalla de inicio de Match Day II donde vemos a dos jugadores luchando por un balón en un fondo negro.

Arranca el Mundial de Rusia y a nosotros nos ha dado por recordar. Hoy queremos traer a la memoria el mítico Match Day II

Imposible olvidar aquellos años mozos en los cuales nuestra única preocupación era saber qué bocata nos habría preparado nuestra madre para el patio. ¿Sería de mortadela con aceitunas? ¿De jamón York?

Mirábamos con ansia nuestro reloj esperando el recreo, ilusionados por conseguir los cromos de fútbol que faltaban para completar aquel álbum de la liga de fútbol de Panini. Si le, si le, si le; no le, no le, no le… ¿Quién no repetía una y otra vez aquella cancioncilla esperando conseguir ese cromo tan complicado de Arconada, el escudo dificilísimo del Español o aquellos jugadores incluidos en los últimos fichajes?

Sentíamos el fútbol con pasión. Niños que no llegábamos a los diez años y que crecimos acompañados de un balón. Fútbol en el patio, en el recreo del comedor, en la calle jugando contra otros barrios… Tan solo necesitábamos una pelota, unas cuantas piedras para hacer de porterías y un grupo de amigos. Jugábamos en cuestas imposibles como el Mortirolo, entre columnas o junto a carreteras peligrosas. Cualquier lugar era perfecto para emular a nuestros ídolos: marcando goles, asistiendo en pases o incluso haciendo paradones cuando tocaba ponerse de portero. Julio Alberto, Camacho, Calderé, Señor… Conocíamos de memoria, gracias al álbum de cromos, todas las plantillas de Primera División. Preguntadme por la lista de los reyes godos —ni idea—, pero si me preguntáis quién sustituyó a Urruticoechea en el Barça o quién estaba bajo los palos en el famoso 12-1 contra Malta… os diré que fueron Zubizarreta y Buyo.

Así que imaginad la ilusión con la que recibimos un videojuego que fue toda una revolución: Match Day II. ¡Qué juegazo, señores, qué maravilla! Hoy todo el mundo habla de FIFA y su rivalidad con Pro Evolution Soccer: licencias, competiciones, plantillas actualizadas, jugadores recreados al milímetro… Pero en aquellos años la tecnología era la que era, y el simple hecho de poder jugar al fútbol en el salón de casa sin romper figuritas de tu madre ya era un logro. Creábamos nuestras propias ligas, editábamos equipos y montábamos competiciones caseras. Aquello era, simple y llanamente, una maravilla.

Salías del colegio como alma que lleva el diablo, pensando en que ya no pasaba nada porque tu madre no te dejase bajar a la calle. Llegabas a casa, merendabas y, mientras tanto, metías el casete en la disquetera. Y sí, tardaba un mundo. Hoy los jóvenes se quejan de tiempos de carga y actualizaciones, pero aquella media hora mirando cómo, línea a línea, aparecía la portada del juego… no nos la quitaba nadie.

Y cuando por fin cargaba, todo era cuestión de jugar. Esa musiquita mítica aún resuena en nuestra cabeza: na, na, na, naaaa…

QAOP y espacio. No necesitábamos más. Con cinco teclas hacíamos partidos que ya quisiera el tiki-taka de Guardiola. Pases cortos, largos, autopases, taconazos, chicharritos desde el área… Incluso podíamos conducir la pelota desde nuestra portería como auténticos mariscales.

Match Day II marcó un antes y un después. La vista horizontal nos daba control absoluto del juego, con su scroll lateral que nos permitía avanzar hasta la portería rival sorteando a los siete jugadores contrarios. Quizás hoy esa velocidad resultaría desesperante, pero entonces era pura magia. A nuestros ojos era lo más parecido a la realidad.

Controles de cabeza, luchas hombro a hombro, palomitas de portero, zambombazos desde fuera del área… Y, lo más importante: ¡GOL! Pasábamos horas y horas frente a la pantalla, completando ligas enteras, narrando nosotros mismos los partidos. Porque hoy escuchamos a Lama o a Paco González, pero en aquellos años los narradores éramos nosotros, emulando a José Ángel de la Casa. Mi madre me decía que estaba fatal al escucharme, pero, pensándolo bien, hoy todo el mundo le habla en voz alta a WhatsApp…

Enorme el juego que se sacó de la manga Jon Ritman allá por 1987. Un simulador de fútbol revolucionario: ambientación excelente, gráficos espectaculares, física de balón sorprendente y, sobre todo, una jugabilidad genial.

Pasarán otros treinta años y quienes vivimos aquel Match Day en nuestros ordenadores jamás lo olvidaremos. Por lo que significó, por los ahorros invertidos, por los partidos a dos jugadores con hermanos y amigos. Aquellos años marcaron nuestra personalidad.

Y aquí seguimos, jugando a Match Day como entonces, disfrutando del fútbol y deseando, como siempre, que ¡¡¡ESPAÑA GANE EL MUNDIAL!!!


✍️ Por Chunitin para Orgullogamers

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pedazo de artículo, top

jajaja, es leerte e ir asintiendo con la cabeza… como llegué a dominar sacar, levantar el balón, ponerme debajo y dar cabezazos hacia arriba hasta que tardaba un montón en volver a bajar… 😀

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