Retrospectiva de Gears of War 3

Marcus Phoenix dando la espalda a la cámara para encarar a una berserker, una retrosprectiva de Gears of War 3 genuina.

Una retrospectiva de Gears of War 3, uno de los mejores third person shooters de Xbox.

El domingo pasado me acabé el Gears of War 3… casi tres meses después de su publicación, allá por el 23 de septiembre. ¿Tan largo es, o tantas horas de juego tiene el asunto? Evidentemente no. Lo cierto es que me lo he ventilado en dos tandas (unas 12 o 13 horas, calculo): la primera, cuando lo compré de salida; la segunda, este domingo… lo que pasa es que mi agenda parece la de un ministro. Después de la breve impresión que hice de él, vamos a terminar la misión con esta retrospectiva de Gears of War 3.

Voy a tratar de ser lo más objetivo posible con el título, ya que me ha parecido un juego brutal. Adoro la saga Gears desde su nacimiento, desde el Día “E” —de emergencia, y no de hospital, sino de emerger de la tierra como simiente de nabos—, los Locust que quieren hacerse con el control del cotarro y dominar la galaxia y su principal recurso: la emulsión, el petróleo del futuro.

Por tanto, si por mí fuera, encumbraría a lo más alto de la gloria no solo este título, sino la obra completa como trilogía, y por supuesto, recomendaría a los fans de Gears esta tercera entrega sin contemplaciones.

De hecho, estuve un poco distante, escéptico, durante su desarrollo. Las noticias que iban surgiendo o los vídeos relacionados con esta entrega no me convencían del todo, ya que su segunda parte me dejó un tanto frío. Supongo que las segundas partes —y más aún sabiendo que una tercera estaba en camino—, la historia, sí o sí, nos la dejarían coja, in media res. Decir que, una vez concluida esta primera trilogía, su segunda parte ha tenido para mí una segunda juventud. Acto seguido, una vez acabado el tres, me puse a rejugar el dos, incrementando mi gusto por esta entrega a niveles aceptables, tratándose de un Gears.

«No estoy cabreado, imito a Clint Eastwood… capullo.»

Sin entrar en spoilers, la historia —que analizaremos en esta retrospectiva— se podría resumir en pocas palabras: “la búsqueda de tu padre entre un cisco de tres pares de cojones”. Buscamos al papá de Marcus Fenix; por el camino nos encontramos con la guerra, y debemos barrerla de la faz de la tierra, o en este caso, del planeta que corresponda.

Epic debe tratar de ser referente con sus Gears y no buscar tantas referencias. Nos ha transformado a unos enemigos curiosos como los Locust en zombis, uniéndose a la moda Zombieland. Los “Lambent” o luminosos. Al parecer, el preciado líquido que hace girar la economía social —la emulsión— resulta ser un parásito que convierte al huésped en una criatura del averno que muta a su antojo, al compás de nuestra munición. Deberemos fijarnos bien dónde lucen estos “gusiluces” musculosos y amorfos, para concentrar allí nuestra potencia de fuego. Lo que en un principio parece una evolución o innovación en la jugabilidad —ya que para acabar ahora con un Locust “infectado” hay que vaciarle dieciocho millones de cargadores—, se me traduce en algo tedioso. Cuando el desafío se convierte en paciencia, yo me desespero. Me explico: no tengo miedo a los enemigos difíciles, para eso soy un marine macho alfa del espacio, pero cuando la muerte del enemigo no es más que una espera y un derroche de munición, el enemigo se convierte en una piñata de feria.
Mención aparte merecen los tallos gigantes que no paran de parir Lambent’s; primero deberemos acabar con sus bolsas si no queremos ver convertido nuestro Gears en un Call of Duty, por tanto respawn.

«Gears of War 4… Salvar al soldado Carmine.»

Volviendo a la historia y los personajes, en un nuevo intento de meter narrativa a tornillo, Epic no es tonta y sabe que en esta clase de juegos la historia no es el pilar principal. Y se nota. Yo lo que quiero es acabar con la horda Locust. Lo demás me importa un huevo. Pero las críticas sobre su pobre narrativa han surtido efecto, y han querido arreglarlo. Desde mi punto de vista, más un parche que una solución real. Esto no es Hamlet, pero aun así, se empeñan en dar profundidad a los personajes, incluso a costa de algún “sacrificio” totalmente innecesario. ¡Ojo! Una mala narración no es sinónimo de mala acción en el juego. Al contrario: la acción es soberbia, como siempre, y eso sí lo queremos y esperamos. Con momentos realmente impresionantes, rozando lo épico.
Yo prefiero ese tipo de narración en los juegos: la que vivo, la que juego. Al enfrentarme a oleadas de Lambent’s, Locust, Brumaks o las anguilas gigantes esas —los leviatanes—.

A estas alturas, explicar la mecánica del juego resulta ridículo. Pero si esta tercera entrega va a ser tu primer Gears, te daré algunas pinceladas. Lo primero: ya estás tardando en jugar al uno y al dos, zagal.

Resumiendo su mecánica: Gears 3 es un shooter en tercera persona en el que para acabar con los enemigos haremos uso inteligente de coberturas. Para desenvolvernos como Spider-Man por los parapetos, la sencillez vuelve a triunfar: solo necesitaremos un botón (el A) y el stick direccional para movernos. Con el gatillo izquierdo apuntamos, con el derecho disparamos. Para eso hemos venido. El resto es como hacer el amor: yo te he explicado cómo meter la punta; lo demás es cosa tuya. Disfruta del polvo.

Epic, con su Unreal Engine 3, parece haber dado en el clavo. Los escenarios son brutales, espectaculares y bellos. Poco más se les puede pedir. Belleza pese a la decadencia y destrucción que nos rodea. Perfectos… con alguna cantada que perdonamos, como los fondos de la “ciudad ceniza”.

«O la saeta el cantaaaaaar…»

Escenarios al fin y al cabo donde colocar enemigos y desarrollar la acción. Podemos resumir en:

  • Momento tranquilo, para disfrutar del paisaje y los gráficos, coincidiendo con el paso por alguna ciudad, donde, por cierto, nuestra party parece gafe —llevan la destrucción a cuestas.
  • Momento de juerga, cuando aparecen enemigos. Muy predecible: espacio abierto con barricadas, munición en exceso… ya sabes que se viene lío. Un consejo: si ves un arma explosiva, no dudes en llevártela. Créeme, la vas a necesitar.

El juego se me ha hecho relativamente fácil. Los combates se intensifican y la mejor diversión se guarda para el último acto. Encontramos lo que yo llamo influencia beat ‘em up. Algo parecido a lo que ocurre en Ninja Gaiden, aunque aquí de forma más dosificada.
Llegas a un final boss —por ejemplo, la guardia especial de la reina Locust, esos “Sonics” metalizados a los que las balas les resbalan. Sudas sangre para acabar con ellos y crees que ya no volverán… error: se sumarán a la fiesta más veces y en mayor número. Estos enemigos me parecen de los más divertidos del juego. Épico.

«Licor del polo… Ilustración de Gary Storkamp.»

Y hay unos cuantos más. De esos combates que duran media hora, administrando munición, seleccionando blancos menores antes de ir a por los mayores. Momentos grandes del juego. Destaco especialmente:

  • el combate contra el Berserker Lambent,
  • el asedio a la ciudad,
  • toda la última fase, con especial mención al boss final.
    Impresionantes cada una de las tres. Pero si tengo que quedarme con una… el Berserker.

Para terminar esta retrospectiva de Gears of War 3, solo puedo decir que es un juego imprescindible en tu colección. Recomendado, por supuesto, junto a las otras dos entregas.

Nota: 7

Mr. Hyde – Orgullogamers

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