Análisis de Elden Ring: Shadow of the Erdtree

Shadow of the Erdtree

Hidetaka Miyazaki y FromSoftware han necesitado algo más de dos años para brindarnos la ansiada expansión de su juego más exitoso y, sin duda, un videojuego que ya ha escrito su nombre con letras doradas en la historia del medio.

Y es que Elden Ring supuso la culminación de un género que lleva cultivándose desde aquel imperfecto Demon’s Souls que a tanta gente encandiló allá por el 2009. Dos años después de su lanzamiento, llega Shadow of the Erdtree, una expansión que perfecciona aún más la fórmula original y nos hace preguntarnos a todos si un DLC puede ser el GOTY del año. La respuesta no puede ser más clara: sí.

Shadow of the Erdtree rompe con todos los límites que podíamos haber imaginado para sí mismo. Muchos, al jugarlo y ver lo ambicioso y profundo de su propuesta, hemos recordado la otra gran expansión que marcó un antes y un después en el medio. Hablo, por supuesto, de Blood and Wine, la segunda expansión de The Witcher 3 y que puso el listón tan alto que han hecho falta ocho años y uno de los mejores juegos de la historia para que viésemos algo al mismo nivel. Porque sí amigos, Shadow of the Erdtree, al igual que Blood and Wine, son expansiones que superan con creces el contenido y la calidad del mismo que la inmensa mayoría de lanzamientos que vemos a lo largo de un lustro. En cierta medida, es injusto tratarlos como algo menor.

Digo que es injusto sabiendo bien lo que digo, porque Shadow of the Erdtree se siente más como un Elden Ring 1.5 que como un apéndice del juego base. FromSoftware nos tiene acostumbrados a excelentes expansiones. Aún recordamos, con cariño, Ciudad Anillada de Dark Souls 3 con su broche perfecto a la saga homónima o Antiguos Cazadores, que nos regaló alguno de los jefes finales y escenarios más memorables del «Miyazakiverso». Pero Shadow of the Erdtree va un par de leguas más allá, cogiendo al jugador de la mano para sumergirlo en un profundo océano que, al principio, parecía una charca.

Shadow of the Erdtree

Tierras Sombrías

En una de las entrevistas previas al lanzamiento, Miyazaki hizo referencia a la extensión del Necrolimbo cuando se le preguntó por el tamaño de las Tierras Sombrías, la zona en la que se desarrolla Shadow of the Erdtree. Por supuesto, al igual que cuando dijo que Elden RIng se podía pasar en unas 30 horas, el creativo japonés se estaba riendo de nosotros.

Las Tierras Sombrías son enormes hasta un punto insultante. Es cierto que, si nos ceñimos al mapa en sí, a la superficie que dibuja el cartógrafo, puede que su extensión no sea tal, pero es aquí dónde encontramos la primera virtud y la primera pista de lo que será toda la expansión: nada es lo que parece a simple vista.

Era de cajón pensar que el mapita, con sus zonas bien diferenciadas, iba a tener multitud de pequeñas mazmorras con su lore y, a su vez, que íbamos a ver algunas “mazmorras legado” a la altura de las del juego base, pero aún sabiendo eso, han sorprendido a todos. Para empezar, el número general de mazmorras ha disminuído considerablemente. Ahora hay menos, más repartidas y mejor pensadas a nivel de diseño y lore. Digamos que ahora las mazmorras que hay están al nivel de las mejores de las del juego base y ya no tenemos mazmorras mediocres creadas únicamente para que te enfrentes a un jefe.

Shadow of the Erdtree

Pero el detalle de calidad no está en las mazmorras, sino en el mapeado general. Tierras Sombrías cuenta con una amplísima expansión superficial, pero también un gran y detallado mapeado oculto bajo tierra o bajo riscos y despeñaderos. Tal es así, que una de las zonas más espectaculares del mapa ni aparece dibujada en el mismo siendo, además, totalmente opcional aunque para nada aconsejable perdérsela.

A la extensión del mapa y a las mucho mejor diseñadas mazmorras, debemos sumarle hasta tres “mazmorras legado” de quitarse el sombrero. No quiero pararme demasiado a hablar de ellas para no estropear las posibles sorpresas, pero sí necesito dedicarle unas palabras a uno de los mejores niveles, por no decir el mejor, que hay en Shadow of the Erdtree. Por supuesto, hablo de la Fortaleza Sombría.

En el centro del mapa y rodeada de estandartes y soldados de Messmer se alza una imponente edificación negra llena de secretos, enemigos y lore. Fortaleza Sombría es, sin lugar a dudas, uno de los niveles más espectaculares que se han diseñado. Perfectamente interconectada, perfectamente lógica y perfectamente desafiante. Sus secretos, sus enemigos y las ramificaciones e increíbles accesos que da a otras zonas hacen que el jugador sienta que siempre se está dejando algo por explorar. Porque esto es algo que aprenderemos mucho de Shadow of the Erdtree: cuando parece que ya está todo terminado, siempre hay más, y ese más que te has dejado probablemente sea lo más importante de la zona.

Y quizá esto se le termine haciendo bola a los jugadores que quieran ir más a saco. Si bien el juego base pecaba de tener una amplísima zona explorable ya al final del juego, dicha zona estaba casi vacía y se podía completar en un par de horas. Pero claro, estaban pidiendo un par de horas más a un jugador que igual llevaba 100 horas pateándose el mapa. Shadow of the Erdtree puede pecar un pelín de esto, pero bien es cierto que sus zonas están mucho menos repletas de contenido que las originales (sin estar vacías, ojo), y hace que esta exploración extra sea menos tediosa. Pero bueno, esa sensación de cansancio puede aparecer otra vez en los compases finales de una aventura que se puede ir a las 40 horas.

Volviendo al mapa, no quiero cerrar este capítulo sin mencionar el apartado artístico. Elden Ring, como el resto de juegos del estudio, no destaca por su nivel gráfico ni detalles, pero porque bebe de otra fuente. Bebe de una fuente de la que parece que ya nadie quiere beber hoy en día: bebe del diseño artístico. Cada rincón de las Tierras Sombrías es un cuadro pintado con muchísimo arte y cariño, y eso dice más que cualquier juego hiperrealista. Se juega mucho con los oscuros porque, al fin y al cabo, estamos en una tierra cubierta de velos. Pero también se da una importancia capital al contraste de zonas. Una zona triste y gris puede dar paso a una zona de preciosas flores azules, la cual se encuentra justo por encima de una zona cubierta de flores rojas pero a las faldas de una montaña de ceniza que ha sido asolada por el mayor de los fuegos. Y todo tiene un gran sentido porque, por supuesto, la zona más alta, la que está más cerca del sol que tapan los velos, será la zona más verde y viva del juego.

Shadow of the Erdtree

Miquella, Messmer y la verdad oculta

Elden Ring, en mi opinión, cuenta con el mejor, más entendible e interesante lore de todas las obras de Miyazaki. Quizá sean las bases estructurales que asentó George R.R. Martin; o quizá la culpa de este mayor entendimiento del lore se deba a, efectivamente, contar las cosas de manera más clara, pero sea como sea, el acervo que compone todo Elden Ring lleva dando de qué hablar dos años gracias a sus importantes hechos y a sus elaboradas teorías, todas tan válidas como despreciables.

No obstante, durante todo el juego se nos habla de un personaje que nunca vemos en carne y hueso. Un Empíreo que parece tener una visión clara sobre la Orden y el Círculo de Elden y al que se le atribuyen características bondadosas, más afines a aquellas que la Reina Márika poseía y más alejadas de las envidias, traiciones y venganzas de sus hermanos los Semidioses. Por supuesto, hablamos de Miquella El Cortés.

Del hermano de Malenia sabemos que está maldito con una eterna niñez que no puede romper. También sabemos que Mohg, el Señor de la Sangre, augurio maldito y hermanastro de Miquella, secuestró a éste con el fin de utilizarlo para, siendo su consorte, convertirse en el Señor del Círculo que se le negó por su nacimiento maldito.

Shadow of the Erdtree

Con este punto de partida nos situamos frente a la crisálida que se encuentra en el Palacio de Mohg, una vez lo hayamos derrotado. Allí encontraremos a Leda, el personaje que nos guiará por las Tierras Sombrías y el cual nos dice que estamos ahí por la llamada de Miquella, y que debemos seguir sus pasos.

Aquí es dónde comienza la historia de Shadow of the Erdtree, la cual nos tiene reservadas unas cuantas sorpresas de aquellas que dan la vuelta a todo el lore conocido y que hace que nos tengamos que replantear todo lo que habíamos teorizado. Por el camino conoceremos un puñado de personajes muy característicos que nos acompañarán durante toda la aventura porque, como nosotros, están tras los pasos de Miquella, al que deben adoración absoluta. O eso parece.

Los secretos que vayamos desvelando resolverán algunas de nuestras dudas, pero también crearán un buen puñado de preguntas. Otro de los personajes capitales de Shadow of the Erdtree es Messmer, uno de los hijos perdidos de Márika y el culpable de poner patas arriba las Tierras Sombrías. Su cruzada y rebelión serán el plato principal de la historia mientras esperamos al delicioso postre que llevamos pensando toda la comida y que sólo nos lo puede servir Miquella.

Una tierra de dolor y sufrimiento

Pero a estas alturas de la película es hora de abrir el melón que se abre cada vez que FromSoftware decide subir un poquito el reto. Así es, vamos a hablar de la dificultad que añaden los nuevos jefes de Shadow of the Erdtree.

Antes de nada, creo que es momento de ponernos en contexto. Shadow of the Erdtree se desarrolla muy en el final del juego y, para acceder a él, deberemos derrotar al que probablemente sea el segundo jefe más difícil de Elden Ring. Sí, me refiero al ya mentado Mohg. Llegar hasta él y superarlo no es tarea fácil, como tampoco lo debía ser Shadow of the Erdtree.

Y es que, tras más de dos años de su lanzamiento y descubierto todos los trucos, ya nadie llora por Malenia debido a las mil formas que tenemos de vapulearla. Ya nadie clama al cielo hablando de dificultad artificial y de injusticias. Pero, como podrás imaginar, ahora el tema vuelve a estar en boca de todos debido a la expansión.

Voy a ser claro: Shadow of the Erdtree no es mucho más difícil que otras propuestas del estudio. Es exigente y pide al jugador que lleva una década jugando a este tipo de juegos que se esfuerce un poquito más, que use todo lo que está en su mano y que el juego le ofrece y que vuelva a aprende, a sufrir.

El problema es el contexto en el que Elden Ring ha salido. Y es que, guste o no, Elden Ring es un juego mainstream y muy popular, prueba de ello son las 5 millones de copias que ha vendido la expansión, una auténtica chaladura. A esta creciente popularidad hay que sumarle la escena no-hitter o la escena más profesional del juego, que ha puesto de moda cosas como jugar sin escudo y completamente desnudo. Algo que, a todas luces, aumenta la dificultad del juego exponencialmente.

La principal diferencia que guarda Elden Ring con la saga Souls es la importancia capital de la exploración. Ahora estamos en un mundo abierto en el que el juego incentiva la exploración a cambio de ítems que pueden facilitar, y mucho, tu paseo por las Tierras Intermedias. En las Tierras Sombrías esto también es así, solo que incluso un poquito más capital si cabe, pues encontraremos talismanes y armas específicamente pensadas para los jefes más difíciles. Además de, por supuesto, los fragmentos del árbol umbrío.

Este nuevo ítem, junto con las cenizas de espíritu venerado, están diseñadas exclusivamente para ser utilizadas dentro de la expansión y para hacernos el camino mucho más fácil. Y bien, ¿qué hacen? Pues básicamente con cada nivel que subamos “canjeado” estos ítems en un lugar de gracia, nuestro daño aumentará a la par que disminuirá el daño recibido, y lo mismo para nuestras invocaciones y Torrentera. Curioso, ¿eh? De esta forma, si un jefe se nos atraganta será tan fácil como explorar la zona en busca de estos ítems y subir niveles para mejorar nuestra defensa y nuestro ataque. Y creedme, se nota mucho.

A esto hay que sumarle lo evidente de alguno de sus talismanes. Por ejemplo, si uno de los jefes finales no para de utilizar fuego, podéis estar seguros de que en algún lugar del mapa más o menos evidente encontraréis un talisman que aumentará vuestra defensa contra el fuego al máximo. Lo mismo pasará con la fe, con la cantidad de stamina que podéis tener e incluso con la velocidad de recuperación de la misma. Shadow of the Erdtree sube la dificultad a la par que ofrece al jugador un abanico amplísimo de posibilidades para enfrentar a cada jefe con la mejor de las condiciones. Simplemente pide al jugador algo que antes se hacía mucho y ahora, por lo que sea (os miro a vosotros, streamers), se ha dejado de hacer: preparación.

En lo personal, no me considero mal jugador de la saga, pero tampoco extremadamente bueno, y puedo decir que todos los jefes me han parecido tirando a fácil y divertidos a excepción del boss final, que me tuvo pegándome con él varias horas hasta que lo derroté. Y no, no invoqué a nadie, ni utilicé la lágrima mimética, simplemente me preparaba a conciencia para cada combate.

Dicho tal, los bosses me siguen pareciendo espectaculares. Si bien no todos están igual de inspirados, hay por lo menos cinco jefes que sí me parecen tremendamente épicos y divertidos, aunque siento que no todos pasarán al recuerdo como lo hicieron los del juego base o los de otras expansiones del estudio.

Conclusiones

Quiero terminar este análisis sobre Shadow of the Erdtree reflexionando sobre la fórmula Souls y lo que supone esta expansión. Desde hace unos años, concretamente desde Dark Souls 3, pudimos sentir como la fórmula ya estaba prácticamente agotada. Para revivirla, FromSoftware creó este Elden Ring, que es la evolución natural de los Souls ofreciendo algo más grande, más pulido y más variado a la par que doblaba la dificultad de sus jefes. La pregunta que aterra a los fans como yo es: ¿se puede mejorar Elden Ring tras Shadow of the Erdtree?

La primera respuesta que se me viene a la cabeza es que no, que la fórmula ya está perfeccionada y que con la reducción de las zonas abiertas y su complejización bastaba, porque a nivel de dificultad no puede sorprender como antaño (ni falta que hace, ya bastante difícil es).

Si fuerzo un poco el cerebro, puedo tener una segunda opción que me sirva para dar con la respuesta que quiero. ¿Un nuevo lore, un nuevo mundo y unos nuevos diseños pueden justificar seguir estirando el chicle? La respuesta, ahora, es tremendamente personal. Por mi parte diría que sí, que siempre va a ser un gusto ver qué maquinan la cabeza de Miyazaki y los diseñadores de FromSoftware, pero la realidad es que me estaría mintiendo, pues lo que ofrece Elden Ring a nivel de lore y diseños hace que sienta que ya nada me va a sorprender de la misma manera.

¿Entonces, qué? Pues solo queda rendirnos ante la evidencia más clara: Elden Ring y Shadow of the Erdtree son insuperables, históricos. Estamos ante el juego que perfeccionó la fórmula que ha definido la industria en los últimos 10 años y ante la expansión que ha mejorado ese juego tan perfeccionista. Francamente, sólo me sale pensar que estamos ante un hito muy difícil de igualar, como cuando piensas en Cristiano Ronaldo y Messi. Por supuesto, nuevos juegos llegarán y superarán al aquí presente, pero puede que nosotros, los que estamos leyendo esto recién sacado del horno, ya no tengamos esa capacidad de asombro ni de ilusión que nos brindó y a la vez nos arrebató para siempre Elden Ring, y que este Shadow of the Erdtree sea la exhalación final que aquellos que empezamos con Demon’s Souls llevábamos tanto tiempo esperando y temiendo que llegara.

¿Hay vida más allá de Shadow of the Erdtree? ¿Acaso quiero, siquiera, saberlo? ¿Puedo quedarme eternamente en el limbo entre las Tierras Intermedias y las Tierras Sombrías? La respuesta a todo parece clara.

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