¿Qué pasa cuando estás a 40ºC y llevas jugando a Elden Ring desde hace 4 meses? Pues que, aparte de que se te va la olla, te acuerdas de la madre de estos jefes de fuego de la trilogía Souls. Analizamos los más épicos e icónicos.
Se acerca San Juan, esa fecha en la que miles de personas se reúnen felices en las playas de todo el país para celebrar el solsticio de verano, ese eterno día de quince horas de luz en el que puedes estar a las 22:00 en una hamaca bronceándote el pecho. Todo son risas, partidos de voley playa con acción a cámara lenta y gente artificialmente contenta, niños repelentes haciendo castillos de arena, pringando toallas y metiéndote balonazos en la cabeza, amigos poniéndote una chancla en la espalda mientras tomas el sol para dejarte la marca, arena asesina de pies a ochocientos cincuenta y nueve grados y medusas que han dejado a tu abuela flotando en el agua boca abajo de un picotazo.
Todos se lo pasan bien, hasta que llega la hora de saltar la hoguera y tu primo, o el colega cortito, hace una chulería mientras vuela por encima del fuego, para presumir delante de la tía (o el tío) que le mola, y termina convirtiéndose en Gwyn, el Señor de la Ceniza; solo que a este el fuego sí le quema, y lo de luchar contra dragones ancianos legendarios le viene un pelín grande. Llega el SAMU y, una vez más, el fuego nos ha jodido la fiesta (bueno, la ha jodido tu primo, que es tonto, pero ya me entendéis). Cuando el tipo llegue a casa y se ponga a jugar a Dark Souls, creedme, lo último que querrá hacer es sentarse en una hoguera. Ese truco no le funcionó muy bien la noche anterior.
El fuego suele ser el causante de muchos males, y en los videojuegos no encontramos la excepción. Es probable que la saga Souls sea una de las pocas (junto con Elden Ring) en las que la luz, representada por La Primera Llama en la trilogía de Miyazaki, y por las Gracias y la Orden Dorada en Elden Ring, sea la parte mala de la historia. En tiempos de oscuridad reinan los dragones, y encontramos una era de paz y prosperidad; en cambio, cuando la Primera Llama arde, los dioses, ricos y poderosos toman el poder y subyugan a todas las especies. La mayoría de personajes icónicos de los Souls han entrado en contacto con esta llama, y algunos han adquirido poderes relacionados con el fuego (cosa que por desgracia no le sucedió a tu primo). Hoy os contaremos un poco más de algunos de ellos.
5 – Quelaag, la Bruja del Caos
*Créditos de la imagen a @OniRuu*
Mitad humana, mitad tarántula gigante, la bruja Quelaag causó una catástrofe en su tierra natal, Izalith, al intentar un peligroso experimento para recrear la Primera Llama. El asunto le vino grande, se le fue de las manos y la ciudad entera terminó cubierta de fuego, cenizas y lava incandescente. Los seres vivos de los alrededores, empezando por la propia Quelaag, o bien murieron o se transformaron en criaturas aberrantes fruto de la bizarra combinación de la magia de esta señora con el poder de la llama. Un claro y oscuro ejemplo de que no puedes jugar a ser Dios con cosas que no comprendes.
Sin ser uno de los jefes más puñeteros de la saga (te lo bajas simplemente dándole vueltas y estando un poco atento a lo que hace), sí es uno de los más importantes por su diseño e implicación en el lore del primer Dark Souls, y también porque inspiró diseños de otros jefes híbridos en los siguientes juegos de la trilogía, como Nazka, la Escoprión, de Dark Souls 2.
Sus ataques consisten en vomitarte lava en la carita y dejar todo el escenario de batalla repleto de charcos mortales, aunque si eres de Sevilla o de alguna zona incandescente de Andalucía, esto te da lo mismo. También tiene una espada imbuida en fuego con la que intentará cortarte o ensartarte si estás más salido que un mandril y te acercas mucho a mirar cosas que no debes, cochino. Por último, si le tocas mucho los ovarios (si es que tiene), usará sus patas para aplastarte o utilizará una magia de área, consistente en una explosión, para que te alejes varios metros. Posiblemente le des tú más asco a ella que ella a ti, así que no te preocupes.
4 – Príncipe Demonio
*Créditos de la imagen a @OniRuu*
Con una mala leche digna de quien se levanta un domingo a las 05:00 de la madrugada para ir a vendimiar a 38ºC al sol, este bicho va a hacer que las pases canutas, da igual cuándo leas esto. Su primera fase consiste en dos demonios más pequeños (entendiendo pequeños por unos cuatro o cinco metros) que te perseguirán y acosarán hasta que seas puré en el suelo de la cueva en la que viven. Uno de ellos ataca cuerpo a cuerpo con sus garras, mientras el otro lanza ácido y veneno desde lejos. Una auténtica pesadilla de cosas que pueden matarte por todas partes que hay dioses, como @Hyakujin, que afirman y demuestran que se puede superar sin recibir ni un solo golpe y con una espada de mierda a nivel 1.
Por si fuera poco, cuando los matas a los dos, renacen en otro demonio de mayor rango, más feo, más rápido y rodeado de fuego abrasador. Aquí es cuando el combate se vuelve realmente peligroso. Te acosará aún más si cabe que los anteriores, no dejándote ni un segundo para curarte o atacarle. Si te alejas, lanzará bolas de fuego, cargará contra ti desde el cielo o disparará un rayo láser por la boca que te dejará bien partidito en 37 trozos, listo para echarte en el pucherito que se va a zampar por la noche. Si juegas de cerca, combatirá con sus garras o a bocados si hace falta, o hará que llueva fuego a su alrededor. Un desafío digno de masoquistas que no tuvieron suficiente con la historia principal de Dark Souls 3 y decidieron comprar un0 de sus DLCs.
Su lore también está relacionado con la Primera Llama y la Llama del Caos (la que creó Quelaag y causó la catástrofe de Izalith), aunque este bicho no obtiene sus poderes de ninguna de ellas. Es un demonio, así que el fuego le viene de serie por la especie a la que pertenece. Este demonio, capaz de reavivar dichas llamas, luchó contra Lorian y fue derrotado por él. Tras ello, y con la intención de que la familia real le creyera muerto, se retiró a las profundidades de un gran foso de cenizas cerca de la Ciudad Anillada. El fondo de dicho pozo son los restos de lo que en su día fue el Santuario de Enlace de Fuego, el punto de encuentro de los guerreros en Dark Souls 1.
Efectivamente, teníamos que llegar nosotros para despertarlo de su letargo y asesinarlo, porque necesitamos pasar justo por ese sitio para ir adonde leches se suponga que vayamos. Tiene tela el asunto.
3 – Gwyn, Señor de la Ceniza
*Créditos de la imagen a @OniRuu*
Sí, ese al que tu primo quiso cosplayear. Ni más ni menos que el mismísimo causante de todo el desastre. Este autodenominado dios fue responsable de la caída de los dragones y del fin de la Era de Oscuridad en la que estos reinaban. Hizo que la Primera Llama perdurase mucho más de lo que dictaba el ciclo natural entre luz y oscuridad por el que se regía el mundo.
Mediante el sacrificio de almas y el enlace de fuego, la Llama ardió durante miles de años. El propio Gwyn sacrificó su propia alma para hacer que el ciclo de luz durase mucho más (malditas 15 horas de sol, colega…), y así perdió su humanidad, gran parte de su fuerza, y se convirtió en «hueco». El Gwyn al que nos enfrentamos en Dark Souls es tan solo un eco de lo que fue este Gran Señor tiempo atrás. Alguien consumido por el poder, la codicia y el tiempo.
Pese a esto, el Señor de la Ceniza nos va a dar más de un problema. Su espada, clarísimamente imbuida en el fuego más poderoso que jamás ha existido, se mueve a la velocidad del rayo, propiciando golpes que te dejarán bien cortadito en varias rodajas cauterizadas. Es insistente y sorprendentemente veloz, por lo que escapar y tener tiempo para curarse no será algo muy común. Puede saltar largas distancias y cazarte incluso si estás en la otra punta del escenario. Y no te creas que tan solo usará su espada. Puede cogerte del cuello con sus propias manos, como el gusano infecto que eres para él, y estamparte contra el suelo bien fuerte. Si lo pillas desprevenido, contraatacará con una patada rápida para alejarte de él. Un rival más que digno para la batalla final de Dark Souls 1.
Claro, más que digno… hasta que descubres el mundo de la no-hit y te das cuenta de que puedes poner en bucle su ataque en salto, que casualmente es uno de los más fáciles de contraatacar. Con un simple movimiento lo dejarás aturdido y vendido ante una brutal acometida con tu arma en su vientre. Si repites el proceso de cinco a seis veces sin despeinarte, aparece Miyazaki en tu habitación y te pega una hostia por haber hecho que ese jefe final que con tanto esmero diseñó, se convierta en un «pringao» con una espada de juguete. -«Te voy a dar yo a ti PLIN, PLIN, PLON, hijo de puta», fue lo que me dijo la última vez que estuvimos echando unas partidas aquí en mi casa. Ya no he vuelto a quedar con él… estará enfadado.
2 – Friede de la Llama Negra y Padre Ariandel
El lore de Friede no es ni de los más importantes, ni de los más conocidos. He tenido que buscarlo adrede para documentarme un poco antes de escribir nada. Simplemente es una de tres hermanas fundadoras de una iglesia de Lothric. Intentó enlazar la llama para contribuir al mantenimiento de la misma, pero fracasó. Tras ello, se estableció en un Mundo Pintado y manipuló al Padre Ariandel para que la sirviese. Hasta que llegamos nosotros a darles cuatro tollinas. O bueno… plot twist… a que nos las den a nosotros, porque, mirad, os comento una cosita…
Estos dos pedazos de escoria hijos de sus respectivas madres a las cuales no quiero faltar el respeto pero con gusto lo haría, son la combinación más frustrante, desquiciante, desesperanzadora, irritante, desesperante, desalentadora, fastidiosa, molesta, pesada e insoportable que he visto en veintiséis años, la totalidad de mi lamentable y depresiva vida. Son un muro de acero inoxidable contra el cual te estamparás una vez, y dos, y tres, y cuatro… hasta perder la paciencia, la cordura y los estribos.
Siendo el único jefe de la trilogía con ni más ni menos que tres malditas fases, la monjita y el cura son la personificación de todas vuestras pesadillas. Ahí radica su importancia: en su dificultad y, sobre todo, en lo absolutamente épica que resulta la batalla las primeras veces, fruto de los sets de movimientos más elaborados que he visto en un jefe en mi vida. La letal gracilidad y ligereza de Friede, combinada con la brutalidad y la ira descontrolada del Padre Ariandel, crean uno de los mejores diseños de un combate que podréis disfrutar jamás en un juego de este estilo.
En su primera fase, Friede combate sola, en un uno contra uno que queda lejos de ser sencillo. La hermana utiliza una guadaña de un par de metros o tres, con un rango amplísimo. Aparte de su velocidad para acercarse a ti de frente, cuenta con la capacidad de volverse invisible para pillarte desprevenido o atacar por la espalda, teniendo que escuchar sus pasos o ser extremadamente rápido para evitar un agarre que suele ser mortal.
Si sobrevivimos a esto, cosa ya difícil de por sí, el Padre Ariandel se pillará un cabreo pero de fliparlo fuertísimo al ver a la hermana muerta enfrente de sus narices. Usará su caldero, en el que se estaba preparando unas lentejitas para cenar, para verter fuego (se le habían quemado las lentejas, está clarísimo) sobre el cadáver de Friede, devolviéndola a la vida gracias a los nutritivos poderes del «marmitako aivalaostia».
Aquí comienza la segunda fase, en la que nos enfrentamos a los dos al mismo tiempo. Ella atacará siempre a distancia, creando pistas de pinchos de hielo explosivos sobre el suelo. Si las pisamos, estamos jodidos. Mientras esquivamos estas trampas, el Padre Ariandel usará su pucherito para intentar que nos vayamos a casa bien cenados, con la panza llena y con un «clincho» en la cabeza por impacto de marmita de hierro. La usará para estamparla contra nosotros de la manera más agresiva que hayáis visto y nos dejará en el suelo hechos unos cromos. Como aún le quedan unas legumbres en el fondo, puede usarlo también para escupir fuego y brasas. Ah, si, se me olvidaba: si nos distraemos mucho, Friede puede curarle con un hechizo a distancia. La mesa está servida, gente.
Y no os vayáis aún, porque cuando has conseguido (entre lágrimas manchadas de sangre, sudor asqueroso por todo el cuerpo y mocos saliendo de tu nariz por la congestión al haber llorado 16 horas seguidas) matarlos a los dos, una misteriosa llama negra hará renacer el cadáver de Friede por segunda vez y, en su tercera fase, esta hija de las remil putas imbuirá su guadaña en una especie de ponzoña negra; aparte de atacar cuerpo a cuerpo con la rapidez del maldito Flash, nos lanzará chorros de magia incesantes y teledirigidos, mientras vuela por los aires, da volteretas, nos rodea, se desvanece y nos marea de todas las maneras posibles, hasta hacernos abrir la caja de herramientas, coger un martillo y liarnos a porrazos con el maldito PC porque ya está bien. Lo siento.
1 – Alma de Cenizas (El Cinder, de toda la vida)
*No he sido capaz de encontrar el autor/a de la imagen y me fastidia no darle créditos. Abajo derecha tenéis su firma*
Literalmente mi puto padre esperándome en la puerta de casa cuando llego de la noche de San Juan, borrachísimo, a las diez de la mañana, y le cuento que mi primo está en el hospital con la cara hecha un Cristo.
Con su par de metros y pico de altura, un arma versátil capaz de convertirse en espada, pica o lanza a conveniencia, un bastón mágico con el que invoca cualquier magia que se te pase por la cabeza, y un set de movimientos cuerpo a cuerpo que incluye patadas, agarres y embestidas, este chavalote es la pesadilla viviente de cualquiera que se enfrente a él. Utiliza un sistema de combate adaptativo y aleatorio, haciendo prácticamente imposible al jugador el prever sus movimientos. Cambia con frecuencia la forma de su arma cuerpo a cuerpo, y con ello cambia también su set de movimientos, siendo el jefe con más maneras de pegarte un hostia ya no solo de toda la trilogía Souls, sino, seguramente de cualquier juego de From Software.
A los cinco estilos de combate únicos que utiliza (como digo, dependiendo de qué arma porte en cada momento), le tenemos que sumar la variable de las magias en las que esté imbuido su cuerpo en cada momento. Puede usar rayos, fuego, energía o venenos. Estas cuatro variables se combinan con las cinco variables de estilo de combate, creando una autentica fiera de la imprevisibilidad. Si le preguntáis a cualquier no-hitter que haya estado practicando Dark Souls 3 para lograr la ardua tarea de superar el juego sin golpes, cuál es el jefe que más han tenido que repetir para aprendérselo, lo más seguro es que su respuesta sea Cinder.
Que sea el más imprevisible y el que más probabilidades tenga de pegarte al menos una vez en lo que dura el combate, no significa que sea el más difícil si no estás haciendo no-hit, ni mucho menos. Cada jugador y cada experiencia es un mundo, pero me atrevería a decir que una gran parte de los jugadores que juegan tan solo a pasarse el juego y ya (me incluyo aquí), no lo situaría ni siquiera en un top 10 de jefes más difíciles de la trilogía. Es fácil llegar a él muy por encima de nivel y bajártelo con no más de diez o quince intentos.
En cuanto a lore, se dice que el Alma de Cenizas es la conjunción final de todos aquellos jugadores de la saga Souls que han conseguido enlazar la llama. Un cúmulo de millones de almas; las almas de todos nosotros, los que sujetamos el mando. Este ser ha logrado absorber todas nuestras fuerzas y habilidades de combate y las ha hecho suyas, y es por eso que es capaz de utilizar todos los tipos de armas y todos los tipos de magias para defenderse. Su conocimiento de combate es el de todos; un auténtico mente-galaxia.
Sin duda, un enemigo digno de ser la última línea de defensa en el último juego de la trilogía, antes de ver los créditos. Una canción (PLIN, PLIN, PLON) dedicada a todos los que le otorgamos nuestro tiempo a la saga, desde el primer Dark Souls hasta el último. Gracias, Miyazaki.
PD: mi primo os manda saludos desde la unidad de quemados, que dice que está bien y tal. Venga, ¡a saltar hogueras, cracks! Un beso.
Soy ese pibe que da la turra todas las semanas en el canal de Twitch de Orgullogamers.
A veces escribo cosas en este santo blog.