Lo último de Flynn’s Arcades, editora y desarrolladora de obras como Lambs on the road: The beginning o Laraan, se presenta bajo el nombre de Murtop, un juego de ritmo pequeñito, compacto, pero intenso como el que más. Análisis de Murtop.
Murtop es uno de esos juegos que, aunque simples, saben usar y mezclar los condimentos justos y necesarios para generar nuevos sabores que, a pesar de no ser revolucionarios, puedan apañar originales formas de disfrutar de lo ya conocido. De esta forma, siguiendo la estela de Dig Dug ―el arcade de Namco para NES― y de la franquicia Bomberman ―de Hudson Soft y Konami―, Murtop se presenta como un arcade de ritmo rápido. Se trata de un título en el cual tienes que superar un montonazo de niveles suficientemente bien diseñados como para matarte si te despistas o no logras integrarte en el flow de su ritmo. Sí, desde el segundo en que decides abrirlo, lo que engancha de él, si te dejas seducir, es que es rabiosamente desafiante. En este análisis de Murtop, vamos a intentar desgranar aquello que compone el juego. Pero, de primeras, ya aseguramos que, a todos aquellos que os molen los desafíos, tenéis aquí, en este juego, café para cafeteros. Porque Murtop sabe apretar y, en fin, no se corta un pelo cuando decide hacerlo.
Nuestro vecino y amigo Murti
Aunque a simple vista pueda parecerlo, Murtop no está exento de «premisa». (A veces los juegos aparentemente más sencillos y estúpidos están ligados a las ideas más alocadas, excéntricas y estimulantes.) Como queda explicado en su página oficial en Steam, nuestro objetivo en Murtop consiste en, básicamente, «ayudar a Murti a salvar el mundo de una invasión de topos hambrientos de zanahorias». Lo fascinante del asunto es que nuestro protagonista es todo un artificiero, porque, al parecer, posee la habilidad de, a base de bombas, limpiar de topos cada una de las madrigueras.
A medida que nos movemos, iremos abriendo casillas por las que avanzar. Cada mapa presenta una disposición principalmente vertical y los topos, a su vez, se desplazarán de igual modo en casillas default que se ampliarán a medida que se conecten con las que abramos nosotros. Por todo ello y más, aquí la palabra clave es, como no, «precisión». Y en especial porque cada vez que depositemos una bomba, esta caerá en la casilla anterior en la que estemos posicionados y, acto seguido, explotará en forma de cruz. Dependiendo de cuantos hoyos hallamos cavado alrededor de la casilla en la que la bomba explote, la onda expansiva será mayor o menor.
Esto sin duda añade un componente de estrategia superinteresante y delicioso, porque nos permite ir jugando con el escenario dependiendo de si queremos obtener más combos y avanzar rápido o, por el contrario, simplemente progresar desde una posición más segura. Pero lo cierto es que, ya digo, en Murtop cada paso exige medir cuidadosamente nuestras acciones; sin ir más lejos, si no somos consecuentes en donde dejamos la bomba, podremos morir debido a su explosión.
Por otro lado, cabe señalar que, cada vez que muramos (tenemos tres vidas, pero tendremos la posibilidad de ir aumentándola), podremos añadir una suerte de «créditos virtuales» los cuales nos dejarán continuar la partida en el nivel en cuestión. Asumo que esto viene a simular que estamos en una máquina arcade real. De hecho, lo de simular lo arcade lo llevan a su máximo exponente porque, ojo, si salimos del juego, al volver, deberemos empezar desde el nivel más bajo. Sí, admito que, ingenuo de mí, pensé que había alguna forma de guardar el progreso.
Asimismo, he de destacar que, en todos los niveles, tendremos una cuenta atrás que, a lo «Espada de Damocles», pesará sobre nuestras acciones. Aun así, no creo que habría que darle demasiada importancia a ese factor. Sí, no podemos dormirnos en los laureles; pero Murtop es un juego que debe experimentarse tranquilamente, sin nervios, y reflexionar cada jugada con calma para que realmente se disfrute lo que es capaz de lograr.
«Juego chiquito»
Son todos estos detalles, imagino, los que sedimentan el buen hacer de Murtop. La obra capta a la perfección el aroma nostálgico del público más viejuno, en efecto. Y, pese a que en ese sentido retroactivo no he terminado de conectar con el título, también sabe presentar un fresquísimo punto de simpatía que ayuda a hacer del juego algo más atractivo y abierto al público más amplio. A todo esto, el arte conceptual del juego es una pasada y la paleta de colores que presenta es bastante chula y variada. Es más: en el panel de opciones hay un motón de apartados para editar cómo disfrutar del juego, desde cambiar la paleta de colores base a añadir todo tipo de filtros extras.
Lo mejor de Murtop es que, a pesar de sus evidentes dimensiones de «juego chiquito», no da la sensación de que se deje nada en el tintero. Y eso es bueno. Porque su idea principal es clara, concisa y va a lo que va de manera honesta y humilde. No engaña a nadie: es un juego transparente; y se nota que los responsables que hay detrás han sabido gestar los recursos de manera inteligente. Pero, más allá de eso, en el terreno del recuerdo diría que sí puede acabar ganando un matiz un tanto gris. No por tropiezos, malas decisiones o contenido a medio hacer (de nuevo: su minimalismo diría que, con todo, es un punto fuerte), sino, más bien, porque, lo queramos o no, es una tapa que, aunque gustosa, se enfría rápido. Me atrevería a decir que demasiado rápido, incluso.
Conclusión
Honestidad ante todo: al adentrarme a Murtop iba con la idea de que, por así decirlo, me iba a gustar durante más tiempo y por muchos más motivos de los que al final han acabado siendo. Aquello que cuenta, a la larga, aunque no tiene por qué disminuir en intensidad, sí va perdiendo algo de sabor. Las cosas como son: hay que tener ganas de un arcade de ritmo como el que propone Murtop, porque, de lo contrario, cabe recalcar que es el tipo de juego el cual, por forma y voluntad, se te puede hacer bola muy fácil, rápido y sin quererlo. Sobre todo por lo enredosos que pueden llegar a ser según qué niveles ―y eso que a mí me gustan los desafíos exigentes―. Pero bueno, no hay muchos más motivos para ponerse reticente con el juego. Es más, y al César lo que es del César: Murtop es un juego perfecto, eso sí, para picotear entre grandes lanzamientos.
Escritor aficionado y, creo yo, artista frustrado. Videojuerguista desde que tengo uso de razón, entusiasta de la narrativa y amante del rol. Graduado en Filosofía (UIB). Radiante de día; alomántico de noche.