Crítica de Kimetsu no Yaiba: La fortaleza inifinita

Crítica de Kimetsu no Yaiba: La fortaleza inifinita que muestra a Tanjiro y sus aliados luchando con espadas envueltas en agua frente a demonios.

El primer paso que marca el final de Kimetsu no Yaiba juega con la brillante idea de dotar de fuerte personalidad el contexto de sus villanos. ¿Es posible empatizar con los malos?

Kimetsu no Yaiba (o Demon Slayer, en inglés, o Guardianes de la noche, en español, da igual: Kamado Tanjiro es Kamado Tanjiro en todos los idiomas): La fortaleza infinita es el primer plato del menú que supone el broche final de este manga, ahora animado, que ha arrasado en Japón y en buena parte del mundo. Esta es la primera película de las tres, y siendo lo que es (un shonen, que no dan para mucho más de lo que ya dan), tiene elementos que hacen de ella un viaje traumático, emocionante, indigerible y esperanzador a partes iguales.

No voy a hablar mucho del argumento, porque creo que todos los que estéis aquí habéis visto la serie o jugado a Las Crónicas de Hinokami; ni voy a hablar, tampoco, de lo que pasa dentro de la película, porque para eso debéis ir a verla. No voy a explicarla. Quiero rescatar varios elementos que me parecen interesantes, insisto, dentro de lo que es esta película. Y para ello, voy a hablar sin filtros, a cara de perro y sin secretos: «spoilers ahead«.

Las Lunas, mucho más que enemigos

Durante todo el camino que ha sido el anime de Kimetsu no Yaiba, solamente han caído dos Lunas mayores: la quinta, en el Arco de la Aldea de los Herreros (junto con la cuarta antigua); y la sexta, o las sextas, en el Arco del Distrito del Entretenimiento. La tercera, Akaza, le roba el protagonismo a Rengoku en la película de El tren infinito, y aquí, sorprendentemente, también lo hace: el filme, dentro de toda la vorágine de espectacularidad, luces, posturas y sangre del que hace alarde, siempre se reserva lo mejor para el final: explicarte por qué las Lunas no son tan malas, por qué tienen esas motivaciones tan oscuras; por qué, definitivamente, se han corrompido y han perdido la bondad que un día rebosaban, hasta que alguien, o algo, les obligó a pasarse al lado oscuro, fruto de ya no tener absolutamente nada a lo que aferrarse.

Aquí creo que el ritmo está un poco peor llevado; la explicación de Akaza dura sus, diría, 30 minutazos, y siendo el segmento final, justo después de toda la coreografía sanguinolenta, te saca un poco del contexto. Sin embargo, te da igual, porque ya empatizaste con Rui allá por el principio, y con Gyutaro y Daki en el arco siguiente, y te gustó. Y aquí tragas de nuevo porque, otra vez, te gusta, te convencen, saben dotarles de una explicación casi empática, donde en cierto punto hasta te sientes mal de que Tanjiro lo haya agasajado a katanazos y posturas flamacuáticas.

Lo mismo pasa con la perversión de la nueva sexta Luna superior, Kaigaku, la que reemplaza a Gyutaro y Daki. Tiene menos «punch» y garra, evidentemente, porque no se ve durante la serie (o si se ve, se ve poco), y no le toca. Su rol es hacer avanzar a otro de los personajes protagonistas de la serie: a Zenitsu. Es su compañero de entrenamiento, el también aprendiz del abuelo Jigoro Kuwajima, pero decide corromperse tras un funesto suceso. Y, como digo, no se enrollan mucho con él porque no le toca: él hace avanzar a Zenitsu, que bastante ha tenido ya el pobre.

Es este detenimiento en el malo, esta atención al origen del mal es lo que me fascina de Kimetsu. Los argumentos que se esconden tras las mutaciones éticas de las Lunas no son los más elaborados ni enrevesados, pero da igual: ya el hecho de que le dediquen el clímax del filme a la historia de una Luna me parece lo suficientemente valiente y consecuente con el resto de la serie como para valorarlo como se merece.

Los Pilares, mucho más que superguerreros en Kimetsu no Yaiba: La fortaleza inifinita

Si lo hacen con las Lunas, también lo hacen con los Pilares. En la serie (especialmente en la última temporada, donde Tanjiro entrena con ellos y es más íntimo el contacto) hay muchos momentos de desarrollo de estos personajes, que cumplen un papel fundamental. Más que desarrollo, explicación. Porque ellos también la tienen, y aquí sí es algo bastante más secundario, porque la pobre Shinobu Kocho, el Pilar del Insecto, la espicha a la primera de cambio contra la segunda Luna creciente.

Ese momento es uno de los más potentes de todo el largometraje porque te muestran y te dicen que los Pilares son vulnerables, pero sobre todo, que las Lunas son muy fuertes. El combate entre Pilar y Luna es espectacular, y cuenta más de lo que se cuece entre bambalinas: los Pilares no son tan fuertes como podemos pensar, y necesitan cooperar y coordinarse para ganar (cosa que pasa aquí: la dupla Tanjiro-Tomioka acaba por vencer a Akaza). Tanjiro emerge como un personaje que está por encima de los Pilares, tanto a nivel de poder, por mucho que él se empeñe en creer que no (ya domina dos posturas, Agua y Fuego), como a nivel de inteligencia, donde va un paso por delante de todos. Por eso Tanjiro es tan importante y se ha cargado a varias Lunas; uno, porque se ayuda siempre con un Pilar; dos, porque es más inteligente que todos; y tres, y más importante, porque es el protagonista.

También, y por desarrollar un poco esta idea, vemos a Giyu Tomioka, Pilar del Agua, sufrir ante Akaza y estar, literalmente, entre la espada y la pared, con un pie más cerca de la muerte que de la vida. Aquí emerge Tanjiro para triunfar, pero, como decía justo antes, sin él, Tomioka estaría muerto. Los Pilares son personajes fortísimos que dominan un aspecto en concreto, pero esta película, así como la de El tren infinito, dejan claro que las Lunas están por encima y que se necesitan entre sí para vencer (de hecho, el final de la película muestra a varios Pilares en pareja: se intuye que van a afrontar los peligros codo con codo).

Pese a que no sea una virguería de guion ni la narrativa de Kimetsu no Yaiba: La fortaleza inifinita sea digna de alabanza, sí me parece meritorio el esfuerzo por dotar de narrativa a los enemigos, que en un shonen no es muy típico de ver, y por no tener miedo a dejarse personajes importantes por el camino. Aquí no vamos a ver a Inosuke ni a Nezuko. Ya tendrán su momento, no pasa nada; ahora le ha tocado a Zenitsu y su redención con Kaigaku, Tomioka y su expresión de poder, Akaza y su atormentado pasado, Tanjiro y su superlativa habilidad para adaptarse a todas las circunstancias posibles de combate, y Kocho, con su amargo adiós tras enfrentarse sola a un rival de mayor nivel. Y todo ello envuelto en un espectáculo de fuegos artificiales, luces y artes de combate deliciosas, visualmente hablando. Todavía quedan las Lunas más importantes, las, sospecho, más castigadas a nivel narrativo. Ya veremos con qué nos deleitan las restantes películas.

¿Buscas leer más sobre manga y anime en Orgullogamers?

Echa un vistazo a la injusta cancelación de Phantom Seer o a este extenso reportaje sobre Madoka Magika.

0 0 Votos
Article Rating
Subscribe
Notify of
0 Comments
Oldest
Newest Most Voted
Inline Feedbacks
View all comments
0
¡Dinos lo que piensas, comenta!x