13 Reasons Why está en boca de todo el mundo, y es que la serie de la chica que se suicida debido a una serie de personas y actos no deja a nadie indiferente. A mí la serie no me ha llegado.
En el tiempo que llevo escribiendo artículos y demás, jamás he escrito algo soltando bilis sobre el producto al que me refiero, pero ese día ha llegado. Y es que 13 Reasons Why (13RW) ha producido en mí que cada capítulo que veo me suba directamente desde mis entrañas a la boca un sabor amargo. Y es que si con algo no puedo es con que los productos mediocres —o directamente malos— tengan tanto éxito. 13RW ha hecho que las últimas temporadas de The Walking Dead me parezcan obras maestras, cuando eran sin duda lo peor que había visto en años.
Para quién no conozca esta serie de Netflix, os hago un breve resumen. Una chica de instituto se suicida debido al bullying que ha sufrido durante el año escolar. No obstante, antes de hacerlo, deja una serie de cintas (sí, de esas que tienen ya más de dos décadas y que se rebobinan con un boli Bic) en las que explica los motivos de su muerte. Además, deja a cargo de ellas a un chaval, el cual se encarga de repartirlas entre determinados sujetos. Cada uno de estos sujetos es el protagonista de una cinta, y cuando acabe de escucharlas todas, debe pasarlas al siguiente. Así es, amigos: estamos ante una chica que, antes de suicidarse, no duda en grabar cintas señalando directamente a los que han provocado que llegue a esa situación. Y sí, amigos, a sus padres no les da ni una mísera explicación; prefiere señalar y destrozar (o al menos intentarlo) moralmente a quienes en alguna ocasión le han hecho bullying, o directamente le han hecho sentirse mal. Y por lo menos en el caso de dos personas, de manera injustificada.
Antes de entrar en materia, debo decir que la idea principal de la serie me parece cojonuda. Es una idea que sin duda te empuja a ver la serie, pues este tipo de temas atraen al público, ya que no dejamos de ser unos morbosos de la vida. No voy a entrar en si los motivos que la empujan al suicidio me parecen razonables o si esta forma de actuar, señalando post mortem a los culpables, es algo macabro o no. Pero vaya, más allá de la idea, no le veo muchos más motivos para verla. Esto no es hateo gratuito, que conste. Sin más, expongo las 13 razones por las que 13RW es mala serie:

1. Los personajes. No se salva ni uno, ni siquiera los protagonistas. La mayoría son planos, con apenas evolución. La escasa evolución que vemos solo sirve para justificar uno de los motivos del suicidio. Estas evoluciones giran siempre sobre lo mismo: eras mi superamigo/a y por unas cosas ya no lo somos, pero ahora me arrepiento. Cambian de amistades como quien cambia de gayumbos. Y siempre por líos amorosos. Vale que son adolescentes hormonados, pero esto se repite una y otra vez. Y no solo con la protagonista, sino con varios personajes.
2. Estereotipos. Esto es lo que más rabia me da. 13RW se basa en estereotipos de instituto: animadoras, deportistas populares que se lían con las animadoras, inadaptados, el emo perdido, el hispano experto en coches con un Mustang pero «pobre», la macarra antisistema tatuada, la asiática homosexual que lo oculta aunque sus padres también lo son, el homosexual poético, el listillo cabrón, el deportista hiperpopular pero solitario, los padres contrapuestos, y así sucesivamente. Todo lo imaginable está aquí. El problema no es que estén, es que están mal llevados.
3. Fallos en los estereotipos. Ejemplo: el chaval hispano le echa en cara al protagonista que es rico, cuando él es el que mejor viste y tiene el mejor coche. Otro caso: los padres de la protagonista tienen problemas económicos por culpa de un hipermercado que arruina su farmacia. Pero aún así, le regalan un coche para que sea la más guay del baile. También aparece un nazi tatuado gritando que ama a Hitler. Hay muchos fallos más, pero ni merece la pena mencionarlos.

4. Ritmo. Lenta. Lenta de cojones. Cada capítulo es una cara de cinta, pero apenas escuchamos a la chica. Todo gira en torno al protagonista escuchando y reaccionando, pero va tan despacio que desespera. El chico se recrea en su dolor. Además, los saltos entre pasado y presente son constantes y torpes, con un simple filtro naranja para diferenciarlos.
5. Duración. Larga hasta la extenuación. Capítulos de más de 50 minutos en los que no se avanza casi nada. Lo de los 13 capítulos tiene sentido narrativo, pero a veces ni se menciona la cinta que da pie al episodio.
6. Confusión. La serie es confusa. A menudo hay que intuir de qué va la cinta porque casi no se oye. El recurso del filtro para distinguir tiempos es pobre y repetitivo.
7. Planteamiento. La protagonista, la que se suicida, no es realmente protagonista. El foco está en el chaval que escucha las cintas, y que no parece tan importante para ella. Hubiera sido más interesante ver todo desde el punto de vista de la chica. Podrían haber hecho dos temporadas incluso. Pero optaron por mostrar el proceso del chico a cámara lenta.
8. Relleno. Tiene un relleno brutal. Escenas absurdas, diálogos eternos, personajes que dan mil vueltas para decir algo simple. Esto enlaza con el siguiente punto.
9. Guion. Regular tirando a malo. El guion está lastrado por los estereotipos, la confusión, el ritmo y el relleno. Además, todos los capítulos siguen el mismo esquema: inicio potente, 40 minutos de relleno, cierre con hilo al siguiente.

10. Vivir del cliffhanger. La serie no vive del cliffhanger al final de cada episodio como The Walking Dead, sino del cliffhanger inicial: el morbo de saber por qué se suicida. Eso es lo que arrastra al espectador. El resto es trámite.
11. Pesadez. Reiterativa hasta el hastío. El protagonista tiene visiones constantemente, especialmente en un capítulo donde se enfrenta en su imaginación al «malo» de turno. Y repiten estas situaciones ad nauseam.
12. No trata al espectador como adulto. La serie va dirigida a adolescentes, pero algunos la pintan como «madura». No lo es. Ver una violación o un suicidio no hace que una serie sea adulta. Series maduras de verdad son The Wire o Los Soprano, que cuidan guion, lenguaje y escenografía. Aquí no hay nada de eso.
13. Glorificación del suicidio. Tema delicado. La serie sugiere que el suicidio es la única salida. No se plantea denunciar, hablar, buscar ayuda o vengarse. Nada. Solo cortarse las venas. Y encima convierte el suicidio en algo «épico», como si con tu muerte lograras destruir a los demás. El mensaje es siniestro y mentalmente desequilibrado. Tal vez esté siendo cruel, pero creo que antes de suicidarte, deberías intentar arreglarlo en vida.
En fin, este artículo me ha surgido de las entrañas, pues no puedo callarme ante lo que considero una ignorancia en toda regla. Esta serie puede tener puntos buenos, pero no es una buena serie. Me cabrea mucho que se hable bien de ella, que se la ensalce como lo mejor del momento, mientras que series de verdad —series que todo el mundo debería ver— quedan en el olvido. Me jode vivir en un mundo donde esta serie triunfe y apenas nadie ha visto Los Soprano, The Wire, y mucho menos actuales como Peaky Blinders o House of Cards.

He escrito tres libros con mis desgracias. Soy sociólogo porque de algo hay que comer. Miyazaki y Kojima os como los huevos.