Os traemos el análisis de Death Stranding tras echarle unas buenas horas. No todo es oro lo que reluce en el nuevo juego de Hideo Kojima.
Hideo Kojima nos trae lo que podría considerarse su primera obra post-Konami: más intimista, más diferente y, por supuesto, demostrándonos que, en cuanto a creatividad y originalidad, no le supera nadie.
Tras casi dos semanas y media echadas non stop y con la campaña principal finiquitada, podemos ya hacer el análisis de Death Stranding, hablando en detalle del nuevo juego que Hideo Kojima nos ha presentado en su nueva etapa post-Konami.

¿Qué es Death Stranding?
Desde su lanzamiento el 8 de noviembre, Death Stranding ha sido un juego que ha generado controversia. Desde los sectores más tóxicos de YouTube y las redes sociales, se le ha hecho una campaña de desprestigio bastante enfermiza y, a la par, ridícula. Incluso días antes de su lanzamiento ya había ataques trolls en Metacritic, donde lo puntuaron sistemáticamente con ceros. Estos actos demuestran un infantilismo y odio innecesarios, y como tales, solo merecen el más absoluto ostracismo. Recalcando esto, esta crítica será lo más objetiva posible, marcando sus luces y sombras.
Omitiendo tales actos mediocres y a modo de introducción, vamos a proceder con el susodicho análisis.
La gran pregunta del millón: ¿Death Stranding es un walking simulator? La respuesta es no.
El concepto de un walking simulator se basa en que la mecánica principal consiste únicamente en caminar por un mapa cerrado, con apenas dos o tres mecánicas simples (ejemplos: Observer, Layers of Fear, Amnesia). Death Stranding es, en términos generales, un mundo abierto con un sistema online de cooperación entre jugadores patentado por el propio estudio, el “Strand System”, donde la gente se ayuda mutuamente.
¿Y de qué va el juego? Nos sitúa en un futuro donde ha ocurrido una especie de cataclismo llamado “Death Stranding”, que ha provocado una alteración en el concepto de la vida y la muerte. Las almas de los muertos no viajan al más allá: los denominados EV (entes varados), al interactuar con materia viva, provocan explosiones de antimateria, lo cual genera más muertes y destrucción. Además, este fenómeno ha causado un deterioro climático que afecta a la vida, llamado “declive”, y ha hecho que la sociedad estadounidense se aísle.
Asumiremos el rol de Sam Porter (Norman Reedus), un simple mensajero cuya misión es unir a Estados Unidos de nuevo… ¿cómo? Enviando paquetes e instalando la red quiral.
Esta extraña premisa es el nuevo juego de Hideo Kojima, su primera gran obra tras abandonar Metal Gear, donde ha echado toda la carne en el asador para demostrar que no es solo una cara bonita en la industria, ni un creador monotemático, sino alguien creativo, original y siempre dispuesto a innovar. Death Stranding lo consigue.

Lo más brillante del juego es cómo Kojima logra combinar la narrativa cinematográfica con el videojuego, demostrando que sabe contar historias como pocos. En sus juegos, la trama es siempre el pilar fuerte. Si con Metal Gear nos ofrecía un mensaje antibelicista, en Death Stranding nos presenta una crítica a la desconexión entre personas y al individualismo de la sociedad actual. Todo ello narrado con maestría y acompañado de un reparto digno de Hollywood: Norman Reedus, Mads Mikkelsen, Léa Seydoux o Margaret Qualley, luciendo espectacularmente con el motor DECIMA (usado también en Horizon Zero Dawn).
Y vayamos a lo importante: el juego en sí.
El juego, como dije, consiste en un mundo abierto, presuntamente vacío (no del todo), donde nuestra misión principal es llevar paquetes y conectar a las personas a la red quiral. Sí, podrías decir que el juego es de recadero. Y en parte lo es. Pero la gracia está en cómo se presenta esa mecánica.
El mundo está desolado porque estamos solos en esto. Debemos ir a lugares recónditos, planificar nuestro equipamiento: cuerdas, escaleras, armas, kits de construcción, materiales, ropa, peso, etc.
Además de los enemigos como las MULAS, los EV o los Homo Demens, nos enfrentaremos a condiciones adversas. Este juego no es de ir a lo loco: hay que planificar cada paso para sobrevivir.
Una mecánica clave es el cuidado de los paquetes: protegerlos de golpes, caídas o de la lluvia (que puede corroerlos y estropearlos). Esto afectará nuestras valoraciones como repartidores. El juego incluye mecánicas como equilibrar el peso, usar los gatillos para mantener el equilibrio, etc.
El sistema de ayuda entre jugadores es otro gran acierto: el “Strand System”. Todo lo que dejes en tu mundo (cuerdas, escaleras, construcciones, vehículos, etc.) estará disponible para otros jugadores. Y ellos pueden agradecerte con “likes”, que aumentan tu resistencia.

No todo es perfecto. Tres grandes pegas:
- Mecánica repetitiva:
El juego carece de variedad jugable. Más allá de entregar paquetes, las misiones son muy similares. Salvan algo los accesos al Hades, pero las mecánicas se vuelven monótonas. - Boss fights decepcionantes:
Increíble que Kojima, el mismo que nos dio a Psycho Mantis, presente aquí enfrentamientos tan sosos. Más allá del león EV, la ballena, el gigante y Cliff Unger, las peleas son repetitivas. Solo la batalla con Higgs se acerca a lo que esperábamos de Kojima. - Momentos de relleno y personajes insípidos:
No es un gran fallo, pero hay personajes como Heartman, cuya única función parece ser divagar con teorías irrelevantes. Poco o nada aportan a la trama.
Death Stranding es un gran juego, muy creativo, con una historia emotiva y única que te atrapa. Pero sus defectos lo alejan del título de GOTY. Aun así, jugarlo ha sido una experiencia magnífica.
Gracias, Kojima, por traernos tu nueva obra.

Que tanto he escuchado de este juego. Lamentablemente no tengo una PC poderosa ni tengo consola. Ya veré si en algun momento me apertrecho el juego, pero las graficas se ven espectaculares. Saludos.