Analizamos los puntos por los que hoy en día el Ocarina of Time es woke mientras nos reímos de esta etiqueta.
¿El Ocarina of Time es woke? En 1998, desde luego que no lo era. Pero con lo amplia que es esa categoría cualquier cosa es woke. Tú mismo podrías serlo, querido lector, porque hay quien incluye bajo esta etiqueta lo siguiente: feminismo, personajes LGTBI+, mujeres protagonistas poco atractivas, remakes donde hay más tela, ¡pronombres!, personas racializadas, opciones de accesibilidad, dificultad fácil… Lo raro es que un juego actual se libre de alguna de estas etiquetas.
Hay quien dice que la crítica cultural del videojuego está de capa caída; que está casi muerta, dicen. Pero lo cierto es que simplemente se está amplificando un movimiento caracterizado por niños en cuerpo de hombres pataleando por temáticas progresistas, tan progresistas (y feministas) que, según ellos, atentan contra el propio medio (cosa que me parece inmaduro y propio de ignorantes). Lo cierto es que la crítica cultural del videojuego está muy vivita y coleando, tocando temáticas incómodas y profundizando en la mente de los diseñadores.
Como persona incapaz de conseguir nada de eso, me limito a provocar y a marcar mi superioridad moral de la forma más innecesaria posible. En este artículo, pienso reírme de esos hombres que vanaglorian los juegos de antaño y ni tan siquiera los recuerdan. En este artículo, abordaré uno de mis videojuegos favoritos el cual siempre fue considerado como más conservador.
Amor interracial
El primer apartado que me gustaría destacar y analizar es el de las relaciones entre especies. Más bien las relaciones entre mujeres de otras especies echándosele encima al pobre Link. Antes de la moda de llamar «woke» hasta a los chicles de menta, lo cierto es que era un apartado muy criticado del juego. Parece que las mujeres que aparecen sienten devoción o cariño especial por Link, aun cuando este no hace absolutamente nada para merecerlo.
A día de hoy se puede hacer una nueva lectura de esas situaciones que rozarían lo rancio, e implican poner sobre la mesa el hablar de amor interracial. Si bien sean ficticias (aunque se identifica inequívocamente a las gerudo como mujeres árabes, ¡WOOOKE!) lo cierto es que no deja de ser cierto en que no son mujeres blancas al uso. Es más, las mujeres «blancas» como podrían ser las hylianas, solamente poseen dos personajes relevantes con nombre (Zelda y Malon), ganando por goleada el resto de razas (Impa, Saria, Ruto…). ¿El Ocarina of Time es woke? Oh, por supuesto por sí, querido señor que grita mucho.
Sociedad hembrista que encierra a hombres
Hablando de amor interracial, ¿qué se puede decir de las gerudo? Esas mujeres fuertes, guerreras, que secuestras a pobres carpinteros. Con el «chiste» añadido de que estos carpinteros tienen pluma, ¿acaso los hombres blancos y obreros son gays por defecto en Hyrule? Por supuesto que sí, querido indignado. Tampoco es algo que deba escandalizar de unas mujeres que no contraen matrimonio antes de tener hijos con los guardias de castillo, como se dice en el propio juego.
Retorciendo un poco más el tema, también se puede hablar del cómo Link necesita ganarse la aprobación de estas amazonas de piel oscura. Para ir al Templo del Espíritu, es Link quien debe demostrar su valía ante la guardia gerudo, salvando a los vulnerables y débiles carpinteros. ¿Hombres salvando a otros hombres en una sociedad típicamente matriarcal? ¡Quemen ese juego!
Sheik como representación trans
Sheik es un personaje que aparece por primera vez en el juego cuando se viaja al futuro. Sin saber exactamente sus intenciones, guía a Link para que complete su periplo. Aparece en momentos puntuales e ilumina el camino del héroe, enseñándole, además, muchas de las canciones que hacen que la BSO del Ocarina sea tan recordada, como el Bolero de Fuego del Templo de Fuego.
Cuando jugué de niña, me descolocó totalmente el momento en el que Sheik, ese enigmático aliado, descubre su verdadera identidad, revelándose como Zelda. ¡Que momento para recordar! Curioso es que entre todas las entidades que podría adoptar la princesa, eligiese ser un chico, ¿verdad? No lo pensé entonces probablemente porque, a mis 10 años, no entendía ni conocía lo que eran las personas trans. Es por ello que volver a jugar al Ocarina of Time supone poner en un nuevo contexto un clásico y que además salga bien parado.
Aunque esté siendo tan oportuna como el propio Sheik, lo cierto es que, a día de hoy, puedo afirmar que el Ocarina of Time, el mejor juego de la historia, sería un juego ampliamente criticado por progresista. Habría un montón de señores enfadados delante de la pantalla despotricando de la mismísima princesa; «¡Zelda es woke!», dirían en sus videos.
Conclusiones y reflexiones finales
Siendo una etiqueta más, ni tan siquiera muy definida, es fácil situar como progresista cualquier obra a poco que arañes temáticas. Porque los juegos son indudablemente complejos y poseen diversas interpretaciones, lo que hacen que sea tan divertido hablar sobre ellos. Por desgracia, esta etiqueta (woke) está derivando a demasiados debates a interpretaciones pobres y superficiales, de aquellos que son incapaces de llamar atención sobre su discurso si no es mediante la violencia.
Me he aprovechado de la repercusión que está teniendo estos discursos para escribir sobre algo que amo. Esperando poder leerlo dentro de siete años, como Link viajando en el tiempo, y reírme con los tiempos más locos que estamos viviendo, tiempos que hacen que, incluso el Ocarina of Time, no se libre de la tontería.
Ingeniera de minas que no trabaja de lo suyo (da igual cuando leas esto). Está fascinada por la Xbox Series S y el Game Pass.