Hace poco tuve la oportunidad de rejugar a la saga Metal Gear. Veamos que tal le ha sentado el paso del tiempo. Esto es Kojima con Agujeros.
¿Qué tal orgullolanders? Se dice así, ¿no? ¿Cómo van esas vidas invernales? Por aquí el temporal ha desatado una cascada de historias que pa qué te quiero contar. Aunque hay algunas que sí podría contar, por eso las voy a contar. Así de tranquis, entre vosotros y yo, sin que nadie se entere. Necesito descargarme. Necesito romper con mi pasado. Tengo una espina que me arde dentro cual cantante de pop desengañado que necesito quitarme, y me la voy a quitar con vosotros. He aquí mi reflexión llamada «Kojima con Agujeros«.
Metal Gear Solid: La maravilla sin parangón
Durante todo este temporal bien llamado Gloria porque yo he estado en la gloria, me he dedicado a reventar videojuegos (de ahí lo de estar en la gloria). El que mi mujer y mi hija no tuviesen ninguna razón para salir de casa hizo las delicias de papá. Pero no solo eso, también pillé una gastroenteritis que me dio alas para no salir de la cama y traerme el pc o la portátil a la cama durante todo el día. En la puta gloria vamos.
Todo esto viene a que, desde inicios de año, he decidido repasar la obra del afamado (su mérito ha tenido) y vilipendiado por muchos, Hideo Kojima. Tenía que volver a sentir de primera mano, por qué Kojima es quien es y, sobre todo, por qué me pareció tan majestuoso todo lo referente a su saga principal de videojuegos: Metal Gear Solid.
A mí me hablabas de Metal Gear Solid y se me caían los cojones al suelo. Qué maravilla sin parangón. No había resquicio de duda. La gente dice que son películas interactivas pero es que no había forma más redonda de narrar en un videojuego. Obras de culto, de formas consagradas y de mesías en forma de Solid Snake, que vino al mundo por obra y gracia de Big Boss y está sentado a la derecha del Grey Fox. Que descendió a los infiernos de Zanzíbar y resucitó al tercer día para salvar el mundo en Shadow Moses. El único personaje que había manejado al que no le ponía un pero. Y además que nadie se lo pusiese.
Las joyas de la corona: Metal Gear Solid 1 y 2
Pues bien, en ello andamos. Me he pasado Metal Gear Solid, su secuela, la tercera parte y he jugado bastante de la quinta. La cuarta la pillé por 5 pavos en el Cex pero no sé qué hizo mi mujer con el juego, que estaba en el carro de la niña y voló (se hartaría de escuchar tiros antes de acostarse). Las dos primeras partes, tanto en versión Nintendo como en versión MSX (la oficial), no las jugué porque las jugué hace relativamente poco por primera vez y no creo que pueda comparar nada ahí.
Si empezamos con Metal Gear Solid, voy a ser muy breve: le he encontrado agujeros de guion que no le había encontrado antes. Además de asuntos tediosos que para mí en aquella época eran gloria bendita hacerlos. No quiero hacer spoilers (aunque pueda porque a estas alturas tú me dirás) pero cuando haces backtracking permanentemente para conseguir armas y luego más adelante para el tema de las tarjetas, eso en mi pueblo es rellenar juego como un pavo. Pero, y aun así, me sigue pareciendo el mejor juego de todos. Y el mejor juego al que he jugado (que no mi favorito) también. Hablo desde la objetividad, o lo intento al menos.
Con Metal Gear Solid 2 me pasó algo muy curioso. Lo recordaba muchísimo peor y más tedioso. Pero mucho. Y me lo pasé en grande. Joder me costaba jugarlo al principio pensando: “no sé para que lo juego, bueno sí, porque me lo han regalado, porque nunca me gustó”. Y me gustó. Mucho además. Recordaba un coñazo de la leche el tema de ir y venir por las plataformas que eran todas iguales y parecía que estabas todo el día dando vueltas. Pero no. Lo mismo es que yo daba vueltas de más. Aunque es verdad que, conforme va llegando al final, la cosa se empieza a volver muy surrealista, pero de eso quiero hablar quizás otro día. En general decae si lo enfrentamos con la primera parte, sobre todo a nivel de bosses. Pero se mantiene bien firme. Eso sí, es un clon de la primera parte. De eso hablaremos otro día también.
La madurez de un Kojima con Agujeros: de la tercera a la quinta parte
Metal Gear Solid 3 es un cañón de juego. Me gusta más el primero porque todo ese rollo de la jungla y demás no me hacen mucha gracia. El tema de tener que comer (que sí, que es rollo realista pero quién se come una serpiente venenosa) me ponía de los nervios, sobre todo al final. Pero encuentro pocos peros aquí. Sobre todo porque los bosses son colosales. Mi pelea con The Fear o The End, pero sobre todo con The Boss fueron muy épicas. A The Boss me costó horrores vencerla, tuve que tirar de guía y resulta amigos míos…(y esto sí que es spoiler…creo) que la puedes vencer de mil formas diferentes, no sigue un patrón, con lo que en las guías no te dicen cómo acabar con ella. Así que me di de hostias con ella y a correr.
Quizás a nivel narrativo sea la mejor parte de todas. Hay pocas cosas que se queden ahí en el tintero aunque EVA aparezca en todas partes sin que nadie se pregunte por qué nunca. Pero bueno es casi perfecto.
Y de la quinta parte mejor no hablo. Más veces lo intento retomar, más veces lo dejo. Me resulta imposible como juego. Es un mundo abierto tan cerrado que se hace, no ya aburrido, sino tedioso. No soy capaz de seguirlo. Tengo la sensación de que quiere abarcar tanto, quiere ser tan inmenso como juego, que se dejaron de centrar en las cosas realmente importantes por centrarse en el detalle. Y hay veces que no sabes si tienes que tirar para la base A, la B o la C teniendo en cuenta que todas son iguales y por el camino hay lo mismo. Mira que soy fan de la saga, mira que lo veía con buenos ojos. Pues nada, que no entra aunque sea la mayor fumada del Kojima con agujeros.
Kojima y sus fantasías en Metal Gear Solid 4
Puesto todo en contexto y perspectiva, vamos al lío. Tengo la sensación bastante sensacional y seguramente hateada de que Kojima hace trampas. Quiero decir, me ha quedado un regusto a que, cuando la historia empieza a liarse mucho, se saca de la manga algún invento mágico que te la mete otra vez en el embudo. Ya no es solo que las nanomáquinas sean la excusa perfecta de todo. Es que Vamp quiera chuparle la sangre a la gente. Como ejemplo burdo. Es un vampiro. ¿Qué coño pinta un ser imaginario como un vampiro aquí? No sabemos. Luego le pegan un tiro a la cabeza y no muere (nanomáquinas). El tema de la amputación de Ocelot y sus consecuencias. El tío habla como Liquid, actúa como Liquid y es el puto Liquid Snake (menudo fan service aquí) pero resulta que no, que Ocelot, porque le salió del nabo, vete tú a saber por qué motivo, decidió ser Liquid un día que se despertó de aquella manera nanomaquinesca. O el tema de The Fear, que es medio reptiliano. Los señores y señoras que pueden hacer lo que quieran con lobos, avispas o cuervos como si fuesen Mowgli…
A ver, sé que es un videojuego y que se pueden permitir estas licencias puesto que no están basados en hechos reales. Y evidentemente todo esto son tres pies del gato que me ha traído a escribir esto. Quizás porque se me ha caído un poco el mito. Ojo, un poco. Siguen siendo lo que son: obras maestras sin parangón seguramente. Pero no existe obra perfecta tampoco (salvo yo).
El genio imperfecto, así es Hideo Kojima con agujeros (o sin)
Y, como es lógico, no se me queda un regusto amargo al rejugarlos. Al contrario. Me siento un privilegiado por poder haber jugado a tales maravillas en su momento justo y tener la posibilidad de rejugarlos. Salvo el 5. Es que no puedo vamos, menuda forma de cargárselo todo Hideo.
Las peleas contra los bosses de cada juego son dignas de estudio. No me he encontrado ningún juego con tal ramillete de bosses con tantísimo carisma y con una forma tan diferente de enfrentarlos. Para mí es el punto más a favor de todos y cada uno de los títulos.
Y es que Kojima tal vez no sea de 10. Pero seguramente sea de 9,5. Menos en el 5. El 5 es de 5 y vas que te matas Hideo. Es decir, si los 3 primeros son un 9.5 y el quinto un 5, la media de Kojima es un 8.3. A la espera del 4 que seguramente la suba. De hecho estoy por darle un puntito más por la nostalgia y lo que significó para todos nosotros esta maravilla de saga.
Así que sí, Kojima con agujeros, vuelve (pero bien).
Nos vemos orgullolanders.
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