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Arnold Schwarzenegger y los videojuegos

Repasamos la carrera cinematográfica de Arnold Schwarzenegger a través de los videojuegos.

Repasamos la carrera cinematográfica de Arnold Schwarzenegger a través de los videojuegos.

Arnold Schwarzenegger, ese hombre con un nombre que siempre tienes que copiar-pegar, porque ni él mismo puede escribirlo sin errar el tiro. Hoy de nuevo vamos a coger la máquina del tiempo y nos vamos a dirigir a los maravillosos 80. Esa época que gusta más recordarla que vivirla, porque aunque no lo parezca, también teníamos nuestras mierdas y nuestros problemas. Pero en lo concerniente al entretenimiento puro y duro, no se le puede negar a la década todo un chorro de ilusión, creatividad o fantasía en forma de cine, literatura, música y por supuesto, videojuegos.

Hoy vamos a fusionar dos categorías: el cine y los videojuegos. No hace falta tampoco aventurar mucho de lo que voy a tratar, porque a la vista está en el título de esta entrada. Hoy me voy a acercar a Arnold y su filmografía hecha pixel de 8 y 16 bits, y si el tiempo y las ganas me lo permiten, incluso de 32, 64 o 128 bits si se tercia.

Hablar de Arnold es hablar del recuerdo de mi infancia. De un muy buen recuerdo de mi infancia. Arnold era, aparte de un icono del cine de acción, un ídolo de la muchachada y de los padres de esa muchachada, ya que ellos tenían mucho que ver en adoctrinar a su prole en los menesteres del austríaco. Padres e hijos se disponían a ver sus “cintas” como auténticos devotos, donde su iglesia era el videoclub de la esquina y la liturgia se celebraba en el salón de sus casas, acompañados siempre por buenos abastos de papas fritas y refrescos de cola (no quiero poner Coca-Cola o Pepsi, ya que no nos pagan ni un duro… ¡que se jodan!). Cualquier estreno del “Chuache” se esperaba en casa con auténtico fervor.

Todo aquél que no hubiera visto la última peli de Arnold, insisto, siempre de estreno en formato VHS, se perdería buenas horas, días y semanas de intensa tertulia con los compañeros de colegio a la hora del recreo. Después de la tertulia, tocaba el turno del juego, y el juego no era otro que simular las escenas de Conan o de Terminator o cualquier otro personaje encarnado por el musculoso actor.

¿Y los padres de las criaturas? Pues como ya eran mayorcitos para emular las escenas de Depredador o Danko en el trabajo, se apuntaban al gimnasio, también de la esquina, para desarrollar la musculatura en un intento de emular a su héroe y tener contentas a las esposas en la cama… más bien en el supermercado, ya que para presumir de bíceps, no les importaba arrear con 136 bolsas del Alcampo y subir cuatro pisos con ellas a pulso, aunque luego cuando llegaran a casa, soltaran el bofe.

En fin. Arnold era un ídolo de masas y sus películas amasaban fortuna en el cine. Formaba parte de tus “imprescindibles”, de esa gente a la que admiras, de eso que forma parte de un todo, a modo de pieza imprescindible que configura el puzle de tu recuerdo en los ochenta.

Pieza imprescindible, como también podrían ser Stallone, Michael Jackson, Indiana Jones, Los Cazafantasmas o la Megadrive. Todo forma parte de ese magnífico recuerdo.

Naturalmente, con el paso del tiempo, Arnold ha bajado mucho en mi escala de ídolos. Digamos que ha hecho cosas que no me han gustado ni un cachito siquiera, por no hablar de su trayectoria política… pero en fin, en aquel tiempo yo era un chavalín. No tenía mucha idea de muchas cosas. No entendía el cine o la vida como ahora, que me he dado cuenta que es un eterno aprendizaje.

Volviendo a su cine y a mis ochenta. ¿Qué esperaba un chaval de apenas siete años del cine de Arnold? Fácil: queríamos ver acción, espectáculo, tiros, explosiones y hostias. Y eso a Arnold se le daba francamente bien. Nada de niveles de interpretación o de historias que llegaran al alma o comprometidas sobre la psique humana con crítica social incluida… nada… eso eran gilipolleces para aburridos. Queríamos ver a Arnold repartiendo estopa.

Ver a Arnold repartiendo hostias era reconfortante y eso esperabas. Ver cómo solucionaba la trama y los problemas que planteaba el guionista a lo bestia, a lo Arnold, a tiros y hostias. Sabías que cuando Arnold aparecía en pantalla, los que iban a tener problemas eran los malos, sabías que todo iba a acabar bien y eso era relajante y reconfortante, potenciaba tu disfrute viendo cine.

«Arnold, siempre abierto al diálogo»

Si lo piensas bien, el cine de ahora en resumidas cuentas es lo mismo, pero muy maquillado. Los héroes de ahora sufren más, los villanos son más “cabronicos” y jodidamente retorcidos, los héroes son más atormentados por su pasado y sus acciones, el héroe ahora se plantea por qué hace lo que hace, por qué se disfraza de murciélago o viste un traje de hierro. Tienen dudas y problemas, son unos moñas… aunque al final salen victoriosos. Son moñas invencibles. Arnold no tenía problemas y si una conversación se podía resolver a hostias, mejor. Arnold en el cine, y la sensación que transmitía, era como la de estar acompañado por el primo de Zumosol o la de jugar en “modo dios” al Doom.

Y ya me estoy enrollando demasiado en transmitiros mis recuerdos respecto a Arnold y su cine. Ahora toca el turno de realizar, antes de meternos en la harina de sus juegos, una breve y puntual biografía del protagonista de la entrada.


Breve Biografía de Arnold Schwarzenegger

No sabemos si Arnold salió del útero de su madre a base de tiros con una AK-47. Lo que sí sabemos es que nació el 30 de julio de 1947, en la ciudad de Graz, capital del estado de Estiria en Austria. Vivió parte de su infancia en un frío y nevado pueblo de montaña. La vida era sencilla, la subsistencia se basaba en la caza y la pesca.

A muy temprana edad, su padre le enseñó todo lo concerniente al arte y bondades del acero, aprendió la filosofía y costumbres de su pueblo y a adorar y venerar al dios del acero: Crom. Una mañana fría, un grupo de “boy scouts” tomó el pueblo y se llevaron al joven Arnold a un molino.

—¡Arnold! ¿Cuántas moscas vuelan si vuelan dos medias moscas más mosca y media?
—Hostias, pues ni puta idea… ¡mejor me voy al gym, primo!

Durante años estuvo dando vueltas al molino. Eso le ayudó a fortalecer su cuerpo. Años más tarde, viendo que su cuerpo era una máquina de matar y de amar, decidió apuntarse a un gimnasio para terminar de perfeccionar ese cuerpo de Adonis.

Al comprobar por sí mismo que su cuerpo era escultural y perfecto, se animó a participar en el concurso más prestigioso del mundo del culturismo: Mister Olympia.

«Con una dieta equilibrada tú también lo conseguirás, sólo desayuno elefantes por la mañana»

Y se le dio muy bien, porque lo ganó siete veces: las seis primeras de forma consecutiva en 1970, 1971, 1972, 1973, 1974 y 1975. La séptima la ganó en 1980, amén de otros títulos en distintas competiciones de culturismo. ¡Todo un récord! Sí señor.

Luego se dijo, mientras desayunaba un corzo y siete pollos… “Creo que voy a hacer películas”, y así empezó su carrera cinematográfica. Si ustedes quieren saber más sobre la vida y milagros de Arnold, os invito (diminutivo de “osimbo”) a que leáis su correspondiente artículo en Wikipedia.


Filmografía Selecta – Videojuegos Selectos

(Nota: la entrada o entradas que voy a dedicar a Arnold y sus videojuegos son eso mismo, señalar brevemente sus películas en relación con sus videojuegos. Ni voy a analizar las películas ni voy a analizar los videojuegos aquí. Ya lo haré o lo harán a su debido tiempo en Orgullogamer. Como decían al final de Conan: “Eso, es otra historia”).

Y digo filmografía selecta porque me voy a centrar en aquellas películas que tuvieron participación en los videojuegos, bien de forma oficial, bien de forma no oficial. Con una sola excepción:

No puedo empezar la filmografía de Arnold sin referirme a su primera aparición en el cine, en 1969 (sí, justo un año antes de ganar su primer Olympia) con la nefasta y olvidable Hércules en Nueva York.

«Maravilloso»

Nefasta y olvidable. En su día la vi en una versión pirata de VHS. El único atractivo era ver al propio Arnold para comprobar cómo iban los entrenamientos de pesas y anabolizantes, de cara a su Olympia, porque la película la he olvidado, gracias a Dios, de mi recuerdo y me niego a ver semejante basura de nuevo.


Ahora sí. Nos vamos directamente a 1982. Nos vamos a:


Conan el Bárbaro

Sin contar con Terminator, Conan es, si no la primera, sí la segunda película más importante para el propio Arnold, ya que fue su llave maestra para entrar en el salón de la fama, la fortuna y la gloria de Hollywood. Con esta película se le tomó en serio al musculitos, y más importante: Arnold nos demostraba que se iba a tomar en serio su carrera como actor. Aún le faltaba pulir sus señas de identidad como icono o personaje del cine, pero la primera piedra ya estaba puesta.

En cuanto a la película, ¿qué os voy a contar? Para mí una imprescindible del cine de los ochenta. Basada en el personaje de cómic de Robert E. Howard, Arnold encarnaba al mozo de la era Hiboria a la perfección. Una historia correcta y entretenida, y una trama que mantenía el interés sin demasiadas pretensiones.


Videojuego de Conan

Como dije antes, hablaré de videojuegos oficiales y no oficiales. Pues bien, aquí llega el primer ejemplo. Aunque hubo un juego “oficial” de Conan, nos quedamos con la versión no oficial que no es otra que:

Barbarian

Barbarian está ambientado en un universo que recuerda mucho al de Conan. Su personaje no es que recuerde mucho, es que es directamente un plagio-homenaje. De hecho, la compañía desarrolladora tuvo algunos problemas con la distribuidora del film de Conan. Además, la moza de la carátula causó revuelo entre los más puritanos, porque lucía una extraordinaria pechuga. Se suponía que semejante manjar perturbaría a los chavales. Amén.

El argumento era simple. Una vez más, la amada del protagonista era raptada por el malvado hechicero Drax. Nuestro bárbaro debía atravesar su reino a base de mandobles y cercenamientos de cabezas hasta rescatarla.

El juego era un one vs one estilo Street Fighter, pero con espadas. Todo un vicio. Todo un reto. Creo que nunca pasé del tercer enemigo. Pero eso sí, descargaba mi furia con la carátula del juego, que daba para una pajilla.

«Tampoco era para tanto, Flanders»

Todo un clásico este Barbarian. Recomendable su visita. Jugadlo. Y si podéis jugar a su segunda parte, mejor. También existió un Conan: Hall of Volta, publicado en 1984. He encontrado un vídeo para que juzguéis por vosotros mismos.


Y aquí doy por concluida la primera parte de las siguientes que vendrán, dedicadas a Arnold y sus videojuegos. Para la próxima entrada os voy a hablar de Terminator y de Matrix.

Un momento… ¿Matrix? ¿Qué pinta Neo y compañía en una entrada de Arnold? Ahh… Para saberlo, os convoco para la siguiente entrada y salir de dudas.

Mario Landflyer para Orgullogamer… Volveré.

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