Análisis de The Thaumaturge – Turnos en la Polonia de nuestros abuelos

Analisis de The Thaumaturg

Cuando las buenas ideas y un gran final no pueden capear un desarrollo monótono. Análisis de The Thaumaturge.

Muchos RPG sobresalen por poseer un sistema que reacciona a nuestras decisiones, lo que nos permite moldear la trama a nuestro gusto mediante nuestras acciones. Esto es una de las cosas por las que The Thaumaturge puede sacar pecho, pues aunque no funciona tan bien como me gustaría durante gran parte de la aventura, sabe embelesarnos cuando llegamos al tramo final. Es aquí donde comprobamos que nuestra inversión de tiempo y decisiones al fin tienen el impacto que habíamos deseado en el mundo. Sin embargo, no es el único as en la manga que se guarda a lo largo de la aventura, o si no este análisis de The Thaumaturge ya podríamos cerrarlo aquí.

Exploraremos los mapas desde una perspectiva cenital, pudiendo seguir rastros y destacando aquellos puntos de interés.

El «Persona» occidental

The Thaumaturge nos traslada a la Varsovia de principios del siglo XX, en un momento en que Polonia ha dejado de existir como Estado debido al dominio de las diferentes potencias mundiales. Wiktor Szulski, un taumaturgo capaz de contactar con entes sobrenaturales llamados Salutor, seres parecidos a los Persona o Megaten de los juegos de Shin Megami Tensei, se ve obligado a regresar a su ciudad natal, ahora bajo el yugo del Zar Nicolas II. La muerte del padre de Szulski, otro conocido taumaturgo, servirá para reencontrarse con su hermana, pero también para conocer a toda clase de gente con sus propios planes para Varsovia, desde el misterioso curandero Grigori Rasputín hasta los socialistas que buscan un cambio de régimen.

Nuestro querido Szulski es un taumaturgo que puede hablar desde pequeño con Upyr, un Salutor capaz de manipular la psique de otras personas o incluso de combatir como si de un pokémon se tratase. La mayoría de taumaturgos solo pueden conectar con un Salutor, pero Wiktor pronto demuestra ser capaz de robarse los Salutors de los demás, sean conscientes de ello o no. Consigue atraer a estas criaturas gracias a las marcas, unos estigmas relacionados cada uno con una emoción determinada. Por ejemplo, Upyr se asocia a la marca del orgullo de Szulski.

Absorber un nuevo Salutor deja a Wiktor débil durante un tiempo, pero por suerte cuenta con la ayuda de Rasputín, quien es capaz de curarle mediante hipnosis. Cuantos más Salutor tenga en su poder, más mecánicas tendremos a nuestra disposición tanto en combate como fuera de él.

Los combates no son realmente difíciles, más bien al revés. Solo contra los jefes sentiremos que necesitamos desatar todo su potencial.

Explorando los misterios de la Varsovia del siglo XX

La ciudad de Varsovia es una muy grande que se nos irá abriendo poco a poco a medida que vamos completando misiones. Las mismas nos llevarán a conocer a algunos personajes como a nuestra hermana Ligia, Abaurycy o a Wanda entre otros tantos personajes. Aunque la misión principal se centra desentrañar los misterios que rodean al legado del padre de Szulski y su libro de magia negra, lo realmente interesante es dedicarse a completar las misiones secundarias, donde descubriremos más cosas sobre esta época: podemos unirnos a una universidad clandestina, destapar los tratos sucios de la élite, investigar un asesinato en serie… Creo que The Thaumaturge sabe brillar en los pequeños momentos donde nos sumerge en esta ficción histórica, construida gracias a lo bien llevadas que están estas tramas secundarias.

Como es menester en el género, superar misiones nos permite obtener experiencia con la que mejorar las habilidades de Szulski. Estas se dividen en cuatro apartados: Mente, Corazón, Acto y Palabra. Gracias a su paulatina mejora veremos incrementadas nuestras capacidades en combate y sociales, durante las conversaciones. No obstante, el sistema de niveles está bastante desbalanceado: si resolvemos misiones secundarias es muy fácil obtener muchos niveles antes de poder gastarlos, ya que el juego nos bloquea el desarrollo del personaje hasta que obtengamos ciertos Salutor, los cuales están asociados a una de las cuatro estadísticas. Por ejemplo, si no tenemos a Veles, no podremos mejorar nuestras facultades para las conversaciones, lo que nos debería frenar el avance de la historia principal. Sin embargo, como los requisitos son muy pequeños, aunque no subamos niveles podemos avanzar como si fuésemos Pedro por su casa.

No podemos obviar que subir de nivel también nos sirve para sacar más partido al combate de The Thaumaturge. Este sistema por turnos se apoya en una línea del tiempo en la que podemos ver nuestras acciones y la de los rivales, muy similar a la de Final Fantasy X. Contamos con una acción para Wiktor y otra para cualquiera de los Salutor a su cargo, pudiendo emplear multitud de estrategias: algunos Salutor se especializan en generar estados alterados, otros en romper la barra de Concentración rival para volverlos vulnerables ante ataques especiales, es posible retrasar continuamente las acciones rivales para ganar sin recibir daño… En definitiva estamos ante un sistema de combate bastante completo y funcional, si te molan los turnos.

Análisis de The Thaumaturge – Un juego que podría brillar si no fuese tan repetitivo

Aunque del juego podemos decir que se guisa a fuego lento, con unas misiones que presentan estructuras muy parecidas y un núcleo de exploración claramente repetitivo donde nos cansaremos a la décima conversación, de repente, cuando apenas quedan un par de horas de juego, la acción en el Acto 3 acelera a toda mecha y vemos como las consecuencias de nuestras acciones emergen como nunca antes habían hecho en el juego. Decisiones tomadas hace horas nos abren nuevos caminos, las estadísticas que no están maximizadas los cierran, las relaciones que hemos forjado aparecen para ayudarnos o para complicarnos la vida… El juego termina por todo lo alto y logra quitar en gran medida el mal sabor de boca de un cuerpo central monótono, lo que me produce bastante insatisfacción porque de haber tenido este ritmo durante toda la aventura, habría sido un claro sleeper para este 2024.

En conclusión puedo decir que The Thaumaturge supo jugar sus cartas con algo de habilidad: empieza construyendo una atmósfera a fuego lento a medida que nos abre la ciudad de Varsovia, plantea un sistema de combate trabajado que sabe brillar, sobre todo en los combates contra los jefes (donde nos vemos obligados a sacarle toda la chicha). Sin embargo, pronto se queda atascado en la monotonía con numerosas misiones que siguen exactamente el mismo planteamiento, con enemigos que muestran patrones similares y en las que apenas vemos las consecuencias de nuestras acciones. El tramo final mejora notablemente y deja entrever el potencial máximo del juego; pero me temo que lo hace demasiado tarde como para poder salvar el conjunto. Al menos puedo decir que supo cerrarse con un broche de oro en vez de estirarse como hemos visto en otros casos…

Finalizo el análisis de The Thaumaturge dándole tres birras sobre cinco.

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