La imaginación como motor de viaje
Tengo por costumbre, una vez a la semana, entrar en las tiendas virtuales de las diversas plataformas de videojuegos y ver las ofertas. La búsqueda se hace larga, buceas entre una cantidad ingente de videojuegos y haces mucha criba. Han sido varias las veces que he dado con alguna que otra joya por poco más de dos euros. Lo malo de todo esto es que tengo un tiempo limitado para dedicarle a los videojuegos; es lo malo de hacerse mayor y tener “multihobby”: haces un poco de todo y un mucho de nada. La cosa es que este juego fue comprado y olvidado en la biblioteca digital. Después de un tiempo ha sido rescatado y jugado y, en general, ha sido una buena experiencia interactiva.
Hablamos de un juego desarrollado por Artifex Mundi cuya mecánica principal es la recolección de pistas y resolución de puzles. En este análisis de My Brother Rabbit experimentaremos cómo vive la protagonista un proceso de enfermedad, desde el inicio de la misma pasando por el viaje hasta el hospital, todo ello distorsionado con el maravilloso esplendor de la imaginación de los niños. Este proyecto, que tiene una duración de entre cinco y seis horas, fue lanzado en 2018 para PS4, PC, Switch y XBOX One.
Mi experiencia ha sido en la consola híbrida Nintendo Switch. Personalmente, creo que disfrutar de este videojuego en portátil tiene su propio encanto, sobre todo porque, aunque nos hace estar atentos durante toda su duración, invita a jugarse con calma, y esto se hace muy bien tumbado en el sofá o la cama.
El mundo onírico, escenario para la comprensión
El grueso de la historia se narrará mediante la aparición de imágenes. Veremos cómo evolucionan su trazos y adquieren color para revelar la composición final, una breve fotografía estática del transcurso de la historia. El juego comienza con un idílico día en familia, alegría que dura poco, ya que nuestra protagonista cae enferma y es aquí donde arranca nuestro periplo. Desde este momento, las pantallas que iremos jugando tomarán una composición extraña, dotadas de una iluminación y color que atraparán nuestra vista, todo con un escenario sacado, claramente, de la imaginación de un niño.
La banda sonora que acompaña al juego no es nada fuera de lo normal, aunque sí cumple muy bien su papel ayudando en la inmersión del mundo de fantasía creado por la protagonista. Al juego le sienta de fábula este paralelismo entre las escenas del mundo “real”, que vamos viendo en este viaje al hospital, y la reinterpretación por parte de esa mente infantil en su mundo onírico. Aunque todo tiene unos tintes de crudeza palpables, es inevitable no dejar escapar una sonrisa al ver como nuestra pequeña protagonista transforma a personas y sentimientos dentro de este mundo que está creando.
El aliado perfecto en esta historia es tu agudeza visual y tu memoria
Mecánicamente no es muy exigente: nos veremos frente a una pantalla con un fondo interactivo, por el que podremos desplazarnos y cambiar de sala, y tendremos unos objetivos a encontrar, que suele traducirse en una cantidad concreta de un objeto determinado; una vez los encontremos, resolveremos un puzzle que nos permitirá avanzar en la aventura. Si tienes buena memoria avanzarás algo más rápido, ya que los objetos que vas a buscar tienen cierto orden, pero puede darse el caso de estar buscando dos o tres a la vez y que, en ese transcurso, encuentres otros que en ese momento no sean importantes para resolver un puzzle, pero que necesitarás más adelante. Si recuerdas en que sala estaban te evitarás ir zona a zona rebuscando.
El juego utiliza un sencillo método para indicarnos si en la zona que estamos actualmente nos queda algún objeto por recoger. En la esquina superior derecha de la pantalla tendremos un recuadro con el dibujo del objeto que buscamos y una serie de puntos (cantidad total de ese objeto que debemos encontrar) que se irán iluminando conforme los recolectemos. Si ese recuadro se encuentra iluminado en un color azulado, es que nos quedan objetos escondidos en esa zona. Por el contrario, si el recuadro se encuentra en gris, es que no hay más objetos de ese tipo en esa zona.
A la hora de encontrar los objetos deberemos tener muy buena vista, aunque cuidado, porque algunos suelen estar escondidos en primeros planos, llegando a pasar desapercibidos. En cuanto al tema de la resolución de los puzles, estos no presentan un reto muy complejo. Aunque es cierto que se complican conforme avanza la aventura, después de pensar un poco es relativamente sencillo dar con la solución.
De hecho, si llegaras a atascarte en algún punto, prueba a dejar parado un rato el juego y volver más tarde; algunos objetos y acertijos parecen resolverse solos una vez oxigenas la vista y el cerebro. En caso de que persista el atasco, si tienes la posibilidad, pide ayuda a alguien y resolved ese acertijo en conjunto. Al final es mucho más satisfactorio saber que has podido resolver el puzle por tus propios medios sin necesidad de guía, aunque sea con apoyo externo.
Despidiendo la aventura
A modo de resumen, me gustaría destacar alguna cosa de My Brother Rabbit: por un lado, considero que tiene un pequeño hándicap en cuanto a la historia se refiere. La trama se cuenta mediante dos vertientes: una se apoya en las imágenes estáticas que se nos dibujan conforme avanza la aventura; la otra se extrae de los entornos en los que jugamos.
Esto hace que la historia, aunque pueda llegar a entenderse y conocerse su profundidad, no llegue a conectar del todo con la persona que está jugando, y es una pena porque estamos frente a una buena propuesta que simplemente no termina de llegarnos del todo. Pero también hace cosas muy bien, ya que el apartado visual es excelente y es fácil dejarse llevar por él en el mundo onírico. Y, sobre todo, algo a destacar es que tiene una muy buena progresión en la dificultad de los retos planteados.
Pero la verdadera pregunta es: ¿la niña sobrevive? Pues… tendréis que jugar My Brother Rabbit para saberlo.
Entré en el mundo de los videojuegos por sus sprites y me quedé por la narrativa. Si quieres jugar un multijugador cooperativo soy la persona idónea.