A pesar de la opinión popular, a mi sí me gusta Pokémon Escarlata

me gusta Pokémon Escarlata

Hoy os traigo un análisis de la última y más reciente entrega de la franquicia. Os contaré mi experiencia y ya os adelanto (spoiler!) que me gusta Pokémon Escarlata.

Me gusta Pokémon Escarlata. No, no voy a comenzar hablándoos de que «Yo crecí con una pantalla en blanco y negro», ni mucho menos. En mi casa no hubo consola de la Gran N hasta que me la costeé yo, ahorrando un semanario de 5 euros, con el que me compré la Game Boy Advance SP edición Kyogre (si, echad cuentas, fueron MUCHAS semanas de ahorro). Y mi primer juego de Pokémon fue ese: Pokémon Zafiro. El primero de muchos, pero no quita que sí, aunque pueda parecer paradójico, me gusta Pokémon Escarlata.

Cierto es que con los años, la franquicia llegó a ciertos puntos que consideré tediosos: Pokémon de formas absurdas, historias más lineales que la recta, y un sota-caballo-rey constante de gimnasios, Teams Rocket del Mercadona, legendarios con poca gracia, etc. De las últimas entregas reconozco haber jugado Pokémon Negro (del que recuerdo más bien poco, no me llamó mucho la atención), Luna y Ultraluna (al que di una oportunidad y, oh, «casualidad», también más de lo mismo que el anterior). Conseguí una Switch hace no mucho, pero ya no me llamaba jugar Pokémon Eevee (que, aún así, probé, y aunque Eevee es de mis Pokémon predilectos y me encantaba darle mimos, tenía algo en la funcionalidad que no me terminaba de encajar), a Espada (que al coger mi primer Pokémon decidí devolver el cartucho al colega), y Arceus (que no me pintaba tan mal como lo tachaban muchos, pero aún así no me llegó a coincidir jugarlo). Así que, cuando salió Pokémon Escarlata, decidí darle un tiento.

Y pues mira, qué os voy a decir, me gusta Pokémon Escarlata. Llevo 14 horas (le habría dedicado más, pero me ha cuadrado en época de exámenes, de trabajos y en general de altibajos de ánimo); llevo una única medalla, una especia y una base del Team Star, tengo al equipo al nivel 40 y llevo más de 110 Pokemon en la Pokédex. Y me lo estoy pasando pipa (sí, tengo un pequeño «diógenes» acaparador con la Pokédex). Pero es que hacía mucho que un Pokémon no significaba aventura, y éste, aún dentro de su «linealidad» (que la sigue teniendo: la historia se divide en tres partes perfectamente diferenciables), me está dando las dosis de libertad que le pedía a la saga desde hacía entregas.

La libertad es la clave

¿Tengo un rato? Si. ¿Me apetece pegarme en un gimnasio? No, quiero explorar y a ver qué hay. Pues tiro millas y hasta que encuentre el fin del mapa. ¿Hay un terraplén? Salto. ¿Hay una torre? La escalo. ¿Hay una cueva? Vamos a investigar. De pronto, anda que te anda, me doy de bruces con un Pokémon salvaje diez niveles superior a mi principal, y venga el reto de dejarlo blandito para capturarlo antes de que se ventile a mi equipo. Y conseguir ese Pokémon, junto con la animación de la Pokédex completándose, me genera esa pequeña satisfacción que necesito. ¿Qué prefiero ser el Campeón Pokémon habido y por haber? Pues me repaso los gimnasios en fila, y en el orden que me de la gana (o al menos, no vi limitación; la medalla que tengo no es ni del primer gimnasio). Para los que prefieran una historia más conmovedora, siempre les quedará el ir a por las especias, para encontrar bicharracos enormes de lo más variopinto y conocer un poco más la historia de algunos personajes.

me gusta Pokémon Escarlata
Sin querer puedes acabar en un islote con Buizels protegidos por un Floatzel nivel 50 que te mira mal por estar cerca de sus crías. Ojito con lo que haces

Pero, ¿la escuela…?

¿Que lo de la escuela es un poco excusa? Mm… sí, pero a ver, quitando que algunos diálogos se me hacen largos, y algunos personajes muy previsibles, pues es original (al menos, que esta vez la «chapa» introductoria del juego te la de el director, y no el profesor de turno, es curioso). Al fin y al cabo, hay que pensar que es un juego destinado a todo tipo de público: tanto al «gamer» que no duerme en dos días, como para el niño que está cogiendo una consola por primera vez, o para el padre/abuelo al que su hijo/nieto convenció para que se compre el otro juego y así ayudarle a conseguir a todos los Pokémon. La primera hora va ser ir de la mano sí o sí ¡como en cualquier otra entrega, vaya! Pero, quitando eso, ganamos libertad de movimiento después.

Este personaje destaca por su jerga ochentera y por su impresionante parecido al mencionado director de la academia. ¡Ups!

Mecánicas nuevas

Leí también la polémica del repartir experiencia (algo ya inherente en este juego), y obviamente doy buen uso del acceso a las Cajas desde el menú y a la curacion rápida. ¿Y sabéis qué? Me gustan esas mecánicas. Y venga, aquí ya veo a unos cuantos «¿Pero de qué vas? ¡Desprestigias la saga! ¡A la hoguera! ¡Brujería!» A ver, a ver, orden en la sala. Es un Pokémon, no un Dark Souls y, aunque lo fuera, yo soy adulta y tengo responsabilidades, lo que significa que, por desgracia y aunque quiera, ya no me puedo pasar doce horas seguidas jugando y farmeando en videojuegos. Principalmente, porque ya no tengo esas horas.

Si tengo que jugar una hora o dos a algo y no noto siquiera un mínimo de avance, lo abandono, pero porque no puedo dedicarle las horas extras que pide y, como yo, mucha gente a día de hoy tampoco. Así que, tener el repartir experiencia en automático, sumado a las cajas desde el inventario, me ayuda a poder mantener dos o tres Pokémon que quiero definitivos en mi equipo, mientras voy rotando a los otros tres para completar la Pokédex, y a la vez que voy por el mundo derrotando y capturando otros Pokémon. ¡Y ni siquiera tengo que entrar en combate la mitad de las veces para subirlos de nivel!

De pronto, con tan solo una hora de juego, la satisfacción de estar haciendo algo es enorme, y eso hace que me lo pase bien. Además, hay más implementaciones interesantes: desde el menú podremos hacer recordar movimientos olvidados (se acabó el buscar escamas corazón o mini setas); podremos ir de picnic en (casi) cualquier momento para interactuar, criar (ya no hay guardería) o alimentar a nuestros Pokémon; están las Teraincursiones, dónde ya sea solos (te ayudarán tres entrenadores de IA) u online, nos enfrentaremos a un Pokémon especial y ganaremos recompensas (caramelorraros, por ejemplo). O detalles, como no tener que entrar al Centro Pokémon para curar a tus amigos, ni a la tienda, ya que ambos están al aire libre (se ahorra mucho tiempo; parece que no, pero era tedioso a la larga).

Algo que me gusta Pokémon Escarlata es la Sana Ball, pues ahora cobra más sentido: ya que el acceso a la caja es también desde el menú, los Pokémon ya no se curan por el hecho de enviarlos allí, y el capturarlos con una pokéball que restaura vitalidad y estados es crucial si queremos usarlo al momento. Parece que no pero hay muchos, muchos cambios, y todos bastante bien pensados.

No engañas a nadie, Ditto. Ahora solo he de recordar cuál era el botón de tirarte la pokéball antes de que huyas, y no confundirlo con llamar a Meowscarada y que te de una paliza…

Hablemos de los «bugs»

Y ahora diréis «¡Pero es que tiene fallos!» Ya, ¿Y qué no ha tenido fallos en los últimos 20 años en sus primeros meses de vida? Recuerdo el Assassins Creed Unity, que se lo regalé a un colega en precompra; se lo pudo instalar antes de que saliera, y el día que se inauguraba lo arrancó y aún descargó un parche de, nada menos, VEINTE GIGAS. Y de aquellas era aún en DVD y se vendía en físico sin «casi» («»casi»») actualizaciones diarias (Cyberpunk ya es otro melón que no pienso abrir). Y, no por mal, que en una saga tan estática y rígida haya bugs es síntoma de que se han esforzado por hacer algo nuevo, por no decir que son problemas que poco a poco irán puliendo.

El mejor video que encontré hasta la fecha al respecto es de Ginxu, un programador divulgador de Youtube, que analizó los bugs para entender porqué ocurrieron y cómo se subsanarían. Por mi parte diré que he tenido suerte, pues poca cosa me he cruzado: alguna pokéball que se queda en el aire, algún ángulo de cámara a través de paredes, y quizás alguna saturación de frames en ciudades o lagos con mucha «bichería», pero nada que no se arregle, al menos en mi caso, teniendo un poco de paciencia o cambiando el ángulo de la cámara.

Me gusta Pokémon Escarlata y me gusta Pokémon «Ibérica»

Y luego estarán los de «pero es que es Pokémon Españita«. ¿Y qué si lo es? Los Pokémon previos se han basado en regiones de Japón e incluso en Hawái. Han aprovechado y metido referencias arquitectónicas varias en el juego (no me refiero a los buzones de Correos España, sino al Parque Güell, entre otras muchas) que no han quedado mal. A mí, en concreto, la localización me da igual. Hasta te diría que me recuerda a Made in Abyss (serie cuqui que no recomendaría a la gente sensible por motivos que rozan el spoiler) con lo del abismo en el que habitan «formas raras de Pokémon«. Y lo de que en la comida haya desde bocatas, paellas, tortillas y hasta marisco, da una idea un poco más real de lo que se «comería» en ese mundo de ficción. Sí, en concreto esa parte… digamos que en mi fuero interno, rocé un poco el trauma de «oh, dios mío, se comen a los Pokémon» y a la vez un «normal, ¿Un cangrejo de ese tamaño? ¿Un pulpo de ocho metros? Trae para aquí que damos buena cuenta de semejante bicho» jajaja.

En mi tierra, a un Krabby pequeño se lo llamaría «Centolliño da ría»; imaginad el Kingler. Y entre eso y un buen Lechonk (vale, con ese yo también me reí, pero a ver, nos faltaban jamones en la mesa jajaja) tenemos fiesta gastronómica, que si de algo sabemos en España es del buen comer (y del buen beber).

Uyyy, con el bocata de la merienda no se juega, niño

Pokémon salvajes, más «vivos» que nunca

Si algo sí que me llamó la atención para bien fue, durante mis tandas de exploración, encontrarme a los Pokémon «por ahí», sueltos. Recordemos que yo no he llegado a jugar al Arceus; creo que es una mecánica que ya se probó ahí, pero no sé hasta qué punto estaba pulida (con lo que, perdonadme si repito algo).

Sin embargo, aunque sí me esperaba encontrarlos fuera de la hierba, agua o cueva correteando por ahí, no creía que los encontraría en grupos (uno evolucionado como si hiciese de progenitor cerca de un conjunto de retoños, en modo protector), volando por encima de árboles y montañas o hasta durmiendo sobre o bajo las ramas. Incluso, algo que me sorprendió (y reconozco que me llegó a fastidiar por el pensar «he gastado una piedra de evolución para nada»), fue encontrarme salvajes a un Arcanine y a un Jolteon. Ambos Pokémon son evoluciones mediante piedras de otros (Growlithe con piedra fuego e Eevee con piedra trueno). Que uno dice, ostras, si yo encuentro piedras de evolución por ahí, ¿por qué no las iban a encontrar los Pokémon salvajes? ¿Y porqué no iban a evolucionar y seguir estando salvajes por el mapa? Y ahí es un punto que me chocó con las ediciones anteriores. Si un Pokémon era evolución por piedra, rarísimo que pudieras capturarlo salvaje.

Un Jolteon salvaje. ¡Os dije que me había pasado!

En resumidas cuentas… me gusta Pokémon Escarlata

Espero darle más horas en cuanto tenga disponibilidad, y recomiendo a todo aquel que tenga poco tiempo libre como yo borrarse de prejuicios y darle una oportunidad. Es, de verdad, gratificante, os lo recomiendo mucho. Y haceos con todos… o haced lo que queráis, que para algo nos dejan. ¡Felices Fiestas y hasta el año que viene!

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