La fusión de Vampire Survivors y el GTA más clásico llega para engancharte como el Monster blanco. Análisis de Maniac.
¿Echáis de menos aquellos juegos gamberros y desvergonzados de hace 25 años? Hubo un tiempo donde pegábamos una patada y nos salían tropecientos juegos donde emular a un matón de barrio que podía ser más destructivo que la bomba de Hiroshima. Esa sensación estúpida y embriagadora de poder ha decidido volver en pleno 2024 de la mano de Maniac, un indie sencillito pero que los tiene bien puestos al saber aunar con éxito las sensaciones propias del rogue-lite con la fanfarronería de las dos entregas primerizas de Grand Theft Auto. Si quieres saber más, estate atento al siguiente Análisis de Maniac.
Desconectar el cerebro siempre ha sido divertido
Ya sé, ya. Vivimos en un momento donde el videojuego necesita expresar algo y ser considerado una obra de autor para que podamos darle valor. Personalmente, aunque me gusta esa corriente de pensar, creo que estigmatizar los videojuegos creando un cisma entre aquellos que son «arte» y los otros que son «juguetes» es algo que ya huele. A fin de cuentas, un videojuego no es más que un proceso para entretenernos y alimentar nuestra dopamina.
Por ende, cada vez que pruebo un título que no busca ser pretencioso y es consciente de sus virtudes y limitaciones, es una ocasión para celebrar, pues no hay mayor placer que conectar con la propuesta del videojuego que tienes a tus manos, sin que existan barreras de por medio. Maniac, orgullosos y orgullosas, es un buen ejemplo de esto mismo, pues sin hacer un despliegue técnico memorable y ofreciendo un loop jugable muy sencillo, es capaz de abstraernos del mundo que nos rodea para que solo queramos provocar una destrucción sin límites.
Maniac consiste, simple y llanamente, en escoger a uno de nuestros psicópatas de la lista. Una vez hecho esto, nos soltarán directamente en la calle y ya está: podemos dar rienda suelta a nuestro festival del caos aguantando durante 20 minutos, que será cuando la sociedad llegue a la conclusión que la única forma de pararnos es tirarnos una bomba nuclear a la cabeza.
Cada personaje tiene una paleta de mejoras que iremos mejorando conforme nos encontremos con los traficantes de la ciudad, como si fuese un power-up de Vampire Survivors, sumado a su arsenal, que también iremos mejorándolo en función del nivel de búsqueda que la autoridad impondrá sobre nuestras cabezas. Dicho con otras palabras, cuando nos persiga la policía local podremos hacernos con una pistola muy simple, pero una vez llega el ejército, podremos acceder a su arsenal compuesto de ametralladoras, escopetas y hasta tanques.
Las raíces de GTA siempre presentes
Como no podía ser de otra forma, Maniac también nos trae una mecánica muy capital: la conducción. Cualquier vehículo que nos salga en el mapa podremos requisarlo para liarla parda, ya sea atropellando a los peatones, embistiendo otros vehículos o incluso disparando desde el mismo. Sea como sea, parte de las mejoras están destinadas al control de los mismos, pudiendo aumentar su resistencia al daño, añadirle partes mejoradas (como si se tratase de un vehículo de Mad Max) o, incluso, refinar nuestro manejo al volante para llevarnos a cualquier incauto por delante con un hermoso derrape.
Cada vehículo es un mundo en sí. No se asemejan para nada las sensaciones al control de un autobús escolar, cuyo poder destructivo va en aumento conforme cojamos impulso en cuestas, por ejemplo, con un coche de F1, donde su velocidad es su as bajo la manga para realizar saltos imposibles y así alcanzar armas y secretos que de otra forma serían inaccesibles.
Por ende, la fórmula de Maniac radica en no dejar títere con cabeza mientras vamos a pie, pero siempre teniendo presente el robo de vehículos cuando las cosas se ponen peliagudas. Al ser un rogue-lite, la dificultad no es moco de pavo y duraremos menos que el papel mojado, hasta que saquemos callo y llevemos un buen bagaje de mejoras debajo del brazo acumuladas.
El dinero, la variable para progresar en Maniac y en la vida real
Como ya imaginaríais, en Maniac no progresaremos por la cara. Aparte de los traficantes que, en efecto, nos darán una mejora aleatoria a escoger entre tres de manera completamente gratuita (y que se acumula entre partidas), cada vez que empecemos una nueva partida con el mismo personaje, podremos invertir los dólares de las masacres previas en una jugosa tienda de mejoras. Por un lado, tendremos las mejoras comunes a todos los psicópatas, que van desde aumentar el daño con armas blancas, todas las atribuidas a la conducción, capacidad de generar explosiones más destructivas y un largo etcétera, por otro, las propias de cada individuo, que suelen ceñirse a su arsenal particular, habilidades de evasión y su técnica definitiva.
En el caso de Santa Claus, el primer personaje que tendremos disponible, podremos conseguirle un saco de regalos con el que atizar a los pobres peatones, una escopeta semi-automática y hasta la capacidad de que su trineo haga pasadas lanzando bombas, al mas puro estilo de un B-52, desatando una cadena de explosiones mortíferas. Pero claro, la gracia reside en que cada uno tiene sus propias estadísticas y equipo, por lo que encontrar aquel psicópata que mejor se adapte a nuestra forma de jugar será algo determinante.
Hablando de los mismos, si queremos desbloquearlos tendremos que fijarnos en los objetivos listados antes de iniciar cada partida. Normalmente se centran en eliminar un número determinado de vehículos o transeúntes de una clase específica, algo que puede sonar rutinario y sencillo, pero viendo la escala de locura que alcanzan las partidas, creedme que vais a sudar la gota gorda.
El terror de las calles tiene un nombre: Maniac
Maniac es un juego super humilde que sabe darte horas y horas ininterrumpidas del caos más salvaje que puedas imaginar. No es un juego apto para todos los públicos, pues el nivel de casquería y mala leche que alcanzan las partidas no es para tomárselo a broma. Con deciros que hasta podemos aplastar carritos de bebé o descuartizar niños pequeños que iban dirección al colegio… Ya os imaginaréis por donde van los tiros.
Si eres alguien aprensivo, no creo que vayas a pasártelo bien aquí, pues considero que Maniac es una carta de amor para el público «viejuner», aquellos que ahora estamos más cerca de los 40 que de los 20 y que nos criamos, justamente, con la «macarrería» de GTA y GTA 2 en los maravillosos 90. Pero sabemos perfectamente que siendo bestia no sería suficiente para recomendarlo, no obstante, su loop jugable está tan refinado y es tan divertido, que estamos ante un trabajo hecho con mimo y cariño. Creo que aquellos que le den la oportunidad quedarán encantados con la propuesta.
Maniac llega a Steam el próximo 24 de marzo. Podéis echarle un vistazo en su página de la tienda de Steam, para añadirlo a deseados mientras tanto.
Por tanto, le otorgo la condecoración de 3 birras sobre 5 a Maniac, quedándose a las puertas de la cuarta por ciertos desajustes en su optimización para PC.
Director de Orgullogamers y el terror del SEO. Me flipan los JRPG, los Hack & Slash y los juegos con historias inusuales de esas que te dejan roto por dentro. Me encargo de que Orgullogamers no se hunda poniendo parches de cinta adhesiva.