La máquina de los bolos

Anexo a Los recreativos de mi pueblo. Encontré la imagen de «la máquina de bolos»

«Amanece en la sabana»


Con esta imagen de cabecera, acompañada por una rayada de introducción versada en el universo expandido de «El Rey León»…(o el Rey Jugón)…daba comienzo mi entrada sobre aquellas máquinas recreativas que no necesitaban de la electricidad para hacerlas funcionar (al menos, no tanto como luego nos bien acostumbraron en los recreativos). Una entrada, una nueva pieza que completaba la que es una de mis series más viejunas de esta página (y que espero retomar pronto, si el Dios Cronos lo permite): Los Recreativos de mi pueblo

De esa entrada ha llovido bastante, casi cinco años, pero nunca olvido. Gracias al cielo, mi memoria aún no falla tanto como cabe esperar por mis años (para males de mis deudores) y esa entrada en concreto, estaba incompleta, faltaba una imagen, una representación gráfica de una máquina que guardaba en el más profundo de mis recuerdos, sobre todo por los buenos resultados que me dio gracias a mi antigua habilidad como jugador. Y Voto a Bríos que no he dejado de buscar dicha recreativa, hasta que la paciencia y la memoria han dado sus frutos. (y el buen hacer de la gente que no deja de subir y subir cosas para satisfacción de la mente, siempre inquieta). 

La máquina, la describía en esta entrada: La era pre-electrónica pero os lo resumo para que esta entrada no quede escasa:

La apariencia, era como una máquina de PinBall, solo que esta vez, la superficie, simulaba una pista de bolos. Todos en fila y cada uno con un número del 1 al 12. La ranura donde introducías las monedas de duro, estaba a pie de pista. Tu controlabas esa ranura y apuntabas, como buenamente podías, hacia uno de los bolos. Era recomendado apuntar al bolo con el número 12, ya que si lo conseguías derribar, gracias al «rodar del duro» por la pista, la máquina te recompensaba con 12 buenos duros mondos y lirondos. 

Claro que cuanto mayor era el número del bolo a derribar, mayor era dificultad para derribarlo, (Perogruyo, siempre presente en mis entradas) no todo iba a ser coser y cantar, ya que el dueño y señor de la máquina, también quería sacar algo de tajada ¿no?. 

Lo sensato y dificultad media, era apuntar al bolo con el número 6. El 6 daba buenos resultados en la balanza de pérdidas y ganancias. Pero nuestra ambición, apuntaba o quería apuntar siempre al 12. 

Una vez acertabas al bolo número 12, escuchabas campanas de felicidad y dejabas la ranura bien quietecita. Muy quieta. Entonces echabas el dinero sobre ella, con la precisión de Ethan Hunt en Misión imposible, para que dicha ranura no se moviera ni si quiera el volumen que ocupa un pelo de gamba o un átomo de oxigeno. Una vez mantenida dicha posición,  solo tenías que echar y echar más monedas de duro, para, literalmente, «forrarte». Bueno…no conseguías una millonada como el Lobo de Wall street, pero para un crió de cuatro años, sacarse casi mil calas para gastar en chuches, gusanitos o zarzaparrilla no estaba mal…¿No? Otros tiempos. Otras épocas. Felicidad en forma de duro y bolo. 

Ah! se me olvidaba lo importante, la imagen de esta maravilla, con ustedes «El bolerin, ventajosamente rentable» (sobre todo para los usuarios)

«No es una imagen muy buena, pero hace cinco años que la busco. Si alguno de los presentes, encuentra algo en mejor estado, que me la mande ;)»


Mario Landflyer para Orgullogamer
A veces, el que remueve en el pasado, encuentra dicha
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