El gran espejismo: crítica de «El Callejón de las Almas Perdidas»

el callejon de las almas perdidas

Guillermo del Toro se adentra en el cine noir con una película de buena factura, aunque irregular y un tanto tediosa. Hoy os traigo mi opinión de «El Callejón de las Almas Perdidas»

El pasado 21 de enero se estrenó en España la nueva película de Guillermo del Toro. Nightmare Alley — traducida como El Callejón de las Almas Perdidas — ha sido un lanzamiento discreto en salas y que ha dividido a público y crítica. Y he de decir que, en esta ocasión, comparto el sentimiento de decepción tras las grandes expectativas que proporcionó su espectacular tráiler.

A pesar de contar con un grandísimo reparto como Bradley Cooper, Cate Blanchett, Rooney Mara, Willem Dafoe o Toni Collette, nos encontramos con un Del Toro demasiado cómodo con su propio estilo y sus fórmulas. Algo que, personalmente, se siente como una dirección en piloto automático. A continuación os dejo mis impresiones sobre El Callejón de las Almas Perdidas.

callejon de las almas perdidas - cartel

Póster de la película de 1947 dirigida por Edmund Goulding

Un género olvidado: el cine noir

El estudio de los géneros ha sido unas de las claves para entender la evolución del sistema de Hollywood. Primero, a través de la transformación del lenguaje cinematográfico, y segundo, como forma de entramado industrial. Mientras géneros como el terror o la comedia han experimentado un auge desde el periodo clásico, otros han sido relegados a un segundo plano. Por no decir que están en «peligro de extinción» en la actualidad. Dos de ellos son el western y el cine noir, que fueron dos de los pilares fundamentales del Hollywood clásico. Actualmente, existe cierta tendencia a reivindicar estos géneros cumbre de la era dorada a través del revisionismo de sus códigos e iconografía. Uno de los ejemplos más recientes es El Poder del Perro, una de las cintas más importantes del 2021, donde Jane Campion reflexiona sobre la masculinidad en el western.

En este contexto se enmarca El Callejón de las Almas Perdidas. Siendo una adaptación de la novela homónima de William Lindsay Gresham, en 1947 ya se realizó un largometraje protagonizado por uno de los galanes de la época clásica, Tyronne Power. Situada en 1939, la historia se centra en Stanton Carlisle, un hombre que llega a una feria ambulante huyendo de su pasado. Durante su estancia en esta particular «feria de los horrores», Stan descubre su nueva vocación: la adivinación. O, más bien, descubre su capacidad innata para el engaño. Así, Stan se adentra en una espiral de dolor, mentiras y violencia de la cual le será complicado salir sin atenerse a peligrosas consecuencias.

Del Toro se aleja del componente puramente fantástico que le caracteriza para revisionar el cine negro a modo de homenaje. Homenajes a géneros clásicos que ya pudimos ver en el cuento gótico con toques de terror artesanal, La Cumbre Escarlata.

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Bradley Cooper es Stanton Carlisle, el falso mentalista

Todos los monstruos son humanos

El argumento de El Callejón de las Almas Perdidas tiene todos los ingredientes para convertirse en una historia «made in Del Toro«. El cineasta deriva su filmografía a temáticas que exploran y ensalzan la rareza como algo bello. No es de extrañar que su próximo proyecto sea su versión de Pinocho para Netflix. Sus películas como La Forma del Agua, El Laberinto del Fauno o la serie Los Cuentos de Arcadia son ejemplos de ello. No es novedad que Guillermo del Toro está obsesionado con los monstruos en todas sus formas: fantasmas, kaijūs, criaturas marinas, alienígenas, vampiros… Todos tienen cabida en el universo del director mexicano.

En su afán de volver a reflexionar sobre la monstruosidad, en este largometraje cuestiona la moralidad humanidad a partir de la ausencia de elementos sobrenaturales. Del Toro nos invita a explorar lo tenebroso y lo oculto del ser humano con una historia centrada en la crueldad y la codicia; un punto de partida donde el neo-noir es el escenario perfecto para ello. Sin embargo, el resultado no podría ser más irregular donde el exceso de metraje y unos giros dramáticos previsibles restan interés por el mensaje final. Ciertamente, esta historia no necesita 150 minutos para contarse.

Parece extraño que Del Toro deje de lado la parte puramente centrada en «los monstruos» de manera más clásica. Todo parecía que la feria de lo horrores, lugares muy populares en los años 40-50 como espectáculo circense, iba a ser el espacio donde se desarrollaría la acción como parte del universo de director. Un homenaje al universo de los «freaks» que, a pesar de que se intuye, queda en segundo plano en favor de una trama cercana al thriller, pero repetida hasta la saciedad. Un guion que no da lugar a la sorpresa, aunque siga unos patrones clarísimos de cine noir a los que se agarra de forma demasiado literal. Del Toro ha perdido la oportunidad de centrarse en la parte mística de la historia, que tenía mucho más interés y daba pie a ese límite entre la fantasía y la realidad de sus películas.

callejon de las almas perdidas - femme fatale

La interpretación de Blanchett como femme fatale de manual es lo más estimulante de una película predecible

El revisionismo sin una nueva perspectiva, el «problema» de Del Toro

Como hemos adelantado, en esta versión del 2021 se aprecia la extrema dependencia de los códigos del cine noir para construir el mundo de la película. Algo que no es necesariamente negativo. Sin embargo, el problema con la nostalgia y el revisionismo es quedarse en una emulación del original sin aportar una nueva perspectiva. Ahí es cuando a las adaptaciones y remakes se les etiquetan de innecesarios o redundantes. En definitiva, un debate que salpica a todas las producciones con elementos de transvase textual. Como ejemplo tenemos West Side Story de Spielberg, donde la incorporación del español proporciona una lectura actualizada con consciencia cultural inclusiva.

La falta de una nueva mirada al género noir es lo que, para mi, es el mayor «problema» de la cinta de Del Toro, y donde se muestran sus «peores tics». Incluso algunas escenas resultan inverosímiles por lo poco naturales que se muestran. En El Callejón de las Almas Perdidas las acciones y personajes resultan tan maniqueos dentro de sus respectivos clichés, que intervienen en la historia de manera casi meramente funcional. Especialmente los personajes femeninos, que están supeditados al héroe trágico masculino – evidentemente, como parte del cine noir. La chica dulce y la femme fatale encarnadas por Rooney Mara y Cate Blanchett resultan simplonas, y se recuperan a trompicones entre la acción. En general, se pierde la oportunidad de subvertir dichos estereotipos para crear personajes con más complejidad psicológica y motivación coherente. Dos cosas que, creo, no son incompatibles. Y, también, desperdiciar a Collette y Dafoe así debería ser delito.

Ciertamente, Guillermo del Toro nos propone que «el mundo es un espectáculo». Pues bien, su versión de El Callejón de las Almas podría considerarse una gran ilusión. Un largometraje que destaca por su muy buena factura artística, pero que recicla el estilo visual del director, con el que triunfó en La Forma del Agua; además de ser poco orgánica, lo que extraña ver en un director de la talla de Del Toro. Habrá que confiar en su retorno al fantástico, que es donde mejor se desenvuelve…

 

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