Los misterios y teorías que alberga Mira en Xenoblade Chronicles X

Xenoblade Chronicles X nos deja muchas incógnitas y cabos sin cerrar. Vamos a profundizar en algunas de las teorías para intentar darles contexto dentro de la saga.

Ayer completé mi aventura por las bastas tierras de Mira y, aunque he quedado muy complacido en general, no he podido dejar de sentirme vacío. Es esa misma sensación que sentí con otras obras que, si bien me parecen el súmmum (Metal Gear Solid V, Final Fantasy XV, Halo Infinite o Cyberpunk 2077 son algunos ejemplos), al mismo tiempo son cascarones vacíos que lastiman y entristecen cuando los terminas. Son lo que conocemos experiencias incompletas por culpa del dichoso "development hell", pero aunque Xenoblade Chronicles X ha llegado a lastimarme por lo mismo, es un juego robusto y completo de cabo a rabo. En su caso, los derroteros apuntan hacía los muchos misterios que quedan sin resolver al final de la obra. Misterios que me tienen angustiado, y que me han llevado a la tesitura de esbozar algunas teorías de Xenoblade Chronicles X y de su mundo tan fascinante: Mira. Con esa premisa en mente, me lanzo a esbozar una (im)posible conexión entre el pasado de este videojuego y el resto de la saga.

Xenoblade Chronicles X - Mira

Mira es un planeta inhóspito que alberga un pasado inquietante si somos observadores.

Mira, el nuevo hábitat perfecto para los humanos y para cimentar las teorías de Xenoblade Chronicles X

Dos razas alienígenas se baten en duelo en una encarnizada batalla galáctica. ¿El problema? La Tierra está en medio del campo de batalla y acaba siendo reducida a cenizas. Por suerte, la humanidad fue previsora y pudo construir varias naves-arca capaces de transportar ciudades, y sus millones de habitantes, por el espacio en la búsqueda de nuevos planetas habitables. La nuestra es la Ballena Blanca y la misma consigue, a duras penas, estrellarse contra el planeta Mira. La ciudad que transportaba, Nueva Los Ángeles, consigue salir entera y se instala en la costa de Primordia, uno de los continentes más vivos del planeta.

Mira contiene una atmósfera muy similar a la tierra. Su gravedad es la misma y la materia orgánica que impera es apta para el consumo humano. Parece el paraíso, si omitimos que está plagada por una fauna muy peligrosa y agresiva, pero nada que no pueda lidiar la super tecnología humana con sus poderosos Skells, entre otras maravillas. Es más, si no fuese porque los ganglion, un imperio compuesto por varias razas alienígenas, persigue a los supervivientes de la Tierra hasta aquí para darles extinción, sería el planeta ideal para que la humanidad pudiese florecer de nuevo.

Sin embargo, Mira es un planeta misterioso. No parece que haya civilizaciones más allá de los nopones, una raza nómada que vive recorriendo el planeta en pequeñas caravanas. Los mismos tampoco es que sean muy numerosos, y su cultura es una tribal. Y pese a esto, Mira nos escupe ruinas, construcciones y localizaciones que no tiene sentido que sean naturales. En el juego no se explica nada, pero su importancia queda marcada cuando vemos, por ejemplo, un anillo enorme incrustado en la arenas de Oblivia, el cual incluso está registrado dentro de los sectores de nuestro Frontier Nav.

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La Banda Sonora, compuesta por el gran Sawano, juega un papel importante en este sentido. Los temas adscritos a cada continente son melancólicos y tienen letras ininteligibles para nosotros, evocando posibles tradiciones de entes que se han extinguido.

Un mundo atractivo en todas sus capas

Monolith Soft dejó muy claro que en Xenoblade Chronicles X el escenario es el auténtico protagonista. Podemos recorrer los cinco continentes de Mira sin barreras, pudiendo llegar a cualquier parte del horizonte a pie o en Skell. Por ende, el mimo que desprende cada una de las localizaciones es una locura. Todo, hasta el más mínimo detalle, está colocado por una razón, ya sea narrativa o de mera plausibilidad y coherencia.

Takahashi y su equipo sabe que el jugador no va dejar rincón sin ver si le das las herramientas adecuadas. Por un lado, el movimiento del personaje es el más ágil y veloz de la saga, sin contar que es exageradamente liviano. Corremos como gacelas, podemos pegar brincos que ni medallistas de pértiga olímpicos y podemos tirarnos de precipicios infinitos sin que se nos castigue, es más, se nos recompensa el atrevimiento con experiencia extra por encontrar parajes secretos, nuevos objetos de colección que no surgen en otras zonas y hasta restos para escarbar de niveles altos. Y esto se potencia por cien con los Skells. Creo que no he jugado a ningún otro juego donde los mechas sean tan cómodos de pilotar, respetando el peso y la gravedad de los mismos para que realmente sintamos que estamos a los controles de un armatroste y no un personaje con una "reeskin".

Perderse por Mira en la forma vehículo de los skells es de por si una experiencia muy gratificante. Tanto, que la recibimos como una recompensa justa, aunque la misma no llegue hasta bien adentrados en la historia. Sientes que todo lo progresado era para llegar a este momento. Y todo orquestado por cómo está pensada la estructura de Mira. Cada continente es tan único que sus diferencias no solo nos entran por los ojos, lo hace también a través de nuestras manos. Noctilum presenta una verticalidad irregular por las ramas de su vegetación titánica, Sylvalum es un horizonte blanco y brillante donde disfrutar de nuestros vehículos a toda potencia y Cauldros supone un desafío por sus cavernas laberínticas, una lava mortal y una naturaleza tan hostil.

Esas sensaciones que recibimos explorando son completamente deliberadas. Takahashi quiere que la curiosidad nos explote en la cara y hasta desconectemos de la historia, las misiones simples, secundarias y de afinidad. Y vaya si lo consigue. En mi caso, me picaba más cogerme el Skell, y echar a volar buscando saciar a la lógica con cada descubrimiento, que el perderme en recados insulsos de mata X enemigo o tráeme Y material. Al final, las misiones se usan como una excusa para poder salir de NLA y disfrutar de la libertad que XCX ofrece, dejando de lado la faceta completista.

Teorías de Xenoblade Chronicles X

El anillo de Oblivia me llama especialmente la atención. Su óxido y materiales corroídos por las arenas indican que lleva mucho tiempo ahí clavado, sin embargo, es imposible no pensar en las similitudes que guarda con la base móvil que posee NLA. ¿Otra civilización llegó a Mira en similares circunstancias que los humanos en el pasado?

Teorías para explicar la ausencia de civilizaciones en Mira

Mira está construida de tal forma que, si queremos formularnos teorías de Xenoblade Chronicles X, no lo vamos a tener difícil. Introducir misterios sin explicación, nos enciende la chispa de querer saber más, explorar más y unir cabos de presumible sentido. Como dije, el planeta nos muestra tímidos vestigios artificiales que nos hablan de que no siempre fue un entorno tan salvaje. Casas de piedra, grandes figuras provistas de grabados, cuevas con una arquitectónica antinatural... Una de las teorías que se destila es que aquí vivieron humanos hace miles de años. Algo que cobra fuerza viendo como los humanos pueden comunicarse de forma instintiva con cualquier raza xenomorfa, aún sin haber registros previos. De este hecho se toma constancia, incluso en la historia del juego, como una curiosidad inexplicable.

Esta teoría serviría de base para otras dos, más elaboradas y más locas. Una es que Mira es el planeta natal de los Sammarians, la raza que una vez fue la dominante del universo, recogida en los anales de la historia ganglion como dioses creadores. Al final del juego se descubre que los humanos son los descendientes directos de estos y que por eso pueden utilizar determinados tipos de tecnología. No sería extraño que todos estos vestigios fuesen restos de los Sammarians y que por eso se tornan tan familiares para los humanos.

Otra de las teorías de Xenoblade Chronicles X que quiero exponer puede que sea más rebuscada, pero es más interesante a mi juicio. Además de que ha cogido fuerza y sentido recientemente, tras el estreno del primer tráiler de Xenoblade Chronicles 3. Atendiendo a ella, todo apunta a que Mira es la localización que recorreremos en XC3, pero miles de años antes de los sucesos vistos en XCX. Sí, estoy hablando de que XC3 sería precuela de XCX. ¿Y qué base tiene esto? Pues observando el tráiler con detenimiento vemos estampas similares a las vistas en XCX referente al terreno. Un mar enorme del que se divisa en la lejanía un conteniente muy similar a Primordia, personajes desplazándose por unas ramas en un bosque brumoso que recuerda a ciertas partes de Noctilum y un barranco sinuoso que parece importante para los personajes (remitiéndonos a la escena donde tocan la flauta) similar al barranco que tanto cariño le tiene Elma en Primordia, y desde donde se nos presenta XCX.

En el tráiler también se dejan ver tímidas pinceladas de proto-skells, incluso lo que sería la transformación de uno en barco para navegar, dándonos a entender que es una tecnología primigenia a la vista en los robots de XCX. ¿Puede ser que los humas y demás razas que vimos en el tráiler sean los habitantes originales de Mira? ¿Son los restos que vemos en XCX lo único que queda de la historia de lo que veremos en XC3? Otra razón que refuerza esta teoría es las ganas que tiene Monolith Soft de no dejar morir a XCX. Aunque no existen planes de portear el videojuego a Switch (todo parece que se debe a desavenencias con Nintendo e impedimentos tecnológicos del motor utilizado), XC3 podría ser la puerta de entrada a encender el interés del público por XCX. Si el nuevo Xenoblade transcurre en Mira, y su historia está ligada a XCX, tendrá más sentido que este último vuelva remasterizado para una futura consola de Nintendo.

Tráiler de Xenoblade Chronicles 3 presentado durante el pasado Nintendo Direct de febrero.

La teoría más abrazada: el experimento de Zanza

No obstante, aunque la teoría de ser una secuela de XC3 es mi favorita, la que más aceptación tiene en el mar de internet es la de que XCX es una dimensión paralela. Si habéis acabado Xenoblade Chronicles, sois conocedores del poder inconmensurable que posee Zanza, incluso capaz de crear y alterar realidades casi a su antojo. Pues bien, se dice que lo que vemos en XCX es uno de los primeros experimentos fallidos de Zanza a la hora de crear un universo ideal para una humanidad bajo su supervisión. Por eso los "fallos" de que exista un lenguaje común entre especies sin explicación, que los mimeosomas (los sustitutos robóticos de la humanidad) puedan seguir existiendo aun cuando su base de datos, donde están las conciencias humanas controlándolos, se destruyó con el impacto de la Ballena Blanca o que Lao pudiese resucitar al final del juego cuando parecía completamente impensable, porque o bien son designios escritos por Zanza o fallos en su sistema plausibles de suceder, como bien pudimos observar en XC.

De todas formas, la razón de que esté aquí esbozando teorías es porque el juego no tenía intención de ser claro desde el principio. Takahashi dejó estas dudas a propósito, y prueba de ello es la cinemática postcréditos que deja el juego totalmente abierto. Para que nos quede claro, estas teorías de Xenoblade Chronicles X son, ante todo, cimientos partidos de una historia sobre lo que realmente nos hace humanos, como los valores pueden compartirse entre diferentes razas y lo duro que es vivir bajo la presión de un tiempo efímero. La conexión entre sus juegos nunca ha sido algo que entrase en los planes de sus creadores, pero así como sucede en la obra de Hideki Miyazaki, lo maravilloso de los videojuegos no es solo jugarlos, si no recrearse con las infinitas posibilidades, conexiones y teorías que podemos sacar cada uno de sus lecturas.

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