Análisis de Gunborg: Dark Matters

No es fácil sobrevivir a un aluvión de acción y movimientos al límite, pero sí es posible hacerlo a este análisis de Gunborg: Dark Matters.

Los desarrolladores de videojuegos saben lo difícil que es destacar en un mercado indie saturado de propuestas de lo más variopintas, por lo que llamar la atención se convierte en un objetivo imprescindible. El apartado visual en uno de sus trailers fue clave para que me decidiese a darle una oportunidad a este modesto juego creado por el estudio sueco ORBMIT Productions. Si queréis saber lo que ofrece más allá de sus primeras impresiones, seguid leyendo este análisis de Gunborg: Dark Matters.

Análisis de Gunborg: Dark Matters

La rueda no se crea; se reinventa.

Directamente al grano: el atractivo de este divertido arcade «plataformero» es su jugabilidad. Como os contaré después, es decente en todos sus apartados, pero es en este donde destaca. Mirando de cerca a los clásicos de los ochenta, Gunborg recoge los elementos más básicos de combate, con la posibilidad de apuntar en cualquier dirección, e implementa con buen resultado un sistema de obstáculos que nos lo pondrá más complicado que cualquier enemigo a batir.

En la versión de PlayStation 4 -la que hemos podido disfrutar- los controles son algo diferentes a lo que acostumbramos a ver, ya que el botón de salto es el L2, y cuesta unos minutos habituarse. Además, los controles de nuestro personaje estarán limitados casi exclusivamente a los gatillos y joysticks, olvidándonos del grupo “equis, circulo, cuadrado, triángulo”. Desde el mismo inicio ya tenemos disponibles los controles, con una fase “introductoria” para que vayamos familiarizándonos con ellos.

Entre las habilidades de las que disponemos, la jugabilidad y la forma de movernos están ligadas a un triple salto, un escudo que hará de barrera contra enemigos y entorno, y una espada de luz. Eso sí, no será nuestra única manera de atacar, ya que podremos coger las armas de los enemigos derrotados, que cuentan, eso sí, con munición limitada.

Análisis de Gunborg: Dark Matters

Un entorno hostil

La historia del juego es un mero vehículo para su jugabilidad, y tampoco es que la necesite. Pero, aun así, contamos con pequeñas cinemáticas en estilo píxel en las que conoceremos a la protagonista, una cazarrecompensas perdida en el espacio, al menos hasta que una nave se acerca y, antes de darnos cuenta, ya estamos infiltrados en ella.

Los niveles que nos encontramos llegan a ser el mayor reto del juego: normalmente tratan de tramos en los que tenemos que esquivar todo tipo de obstáculos, que poco a poco nos lo ponen más difícil y nos obligan a probar con el ensayo y error para ser capaces de superarlos. En cada nivel encontraremos valiosos checkpoints que nos evitarán tener que repetir ciertas secciones que se nos puedan hacer cuesta arriba en determinados momentos.

Por supuesto, era imposible no encontrarse, en un juego de estas condiciones, a los temidos jefes finales, esos enemigos que nos harán poner en práctica todo lo aprendido a la fuerza. Sin ser un alarde de originalidad, los combates se disfrutan bastante. A fin de cuentas, es probable que tengas que intentarlo más de una vez (y más de dos también) para acabar con ellos.

“Lo bueno si breve, dos veces bueno”

Este dicho resume perfectamente lo que Gunborg nos ofrece. Es un juego que se puede completar en unas pocas horas -por supuesto, depende de la habilidad de la persona tras los mandos-, perfecto para una tarde de sábado, con o sin amigos. Además, contamos con tres coleccionables por nivel que podemos recoger. Si nos hemos dejado alguno atrás, siempre podemos volver a completar el nivel y buscarlo concienzudamente.

El juego es bastante entretenido y demanda nuestra más absoluta concentración y, aún así, con todas sus bondades, tengo un “pero” con él. Como comentaba al principio, en un mercado saturado de ideas muy parecidas y juegos del estilo, tengo la triste sensación de que, pasado un tiempo, no me acordaré de él. Sí, puede que lo vuelva a disfrutar en cualquier momento, pero está lejos de dejar el poso que han dejado juegos más actuales como Blasphemous, Hollow Knight o Undertale. Juegos que ofrecen mucho más de lo que se ve a primera vista.

Música y gráficos decentes, pero falta de originalidad

La banda sonora se limita a cumplir su papel de acompañamiento: sintetizador y ritmos electrónicos que sonarán mientras estamos absortos esquivando todos obstáculos que intentan acabar con nosotros. Después de terminarlo, no hay ninguna melodía que se me haya quedado grabada en la cabeza.

En cuanto al apartado gráfico, es menester decir que entra bastante mejor, de primeras, que el apartado sonoro. De hecho, fue lo que más me llamó la atención de Gunborg: Dark Matters a primera vista. Pero después de las horas de juego invertidas en completarlo he tenido la sensación de recorrer escenarios poco variados y bastante sosos. Desde luego, una nave espacial con poca chispa.

Tal vez sea un error garrafal compararlo con otro tipo de juegos en los que pasamos más tiempo en los niveles, pero haciendo un símil con juegos 2D como podría ser Castlevania: Symphony of the Night o el mucho más reciente y parecido Celeste, deja palpable que podrían haber hecho algo mucho más atractivo visualmente.

¿Quieres unas horas a la antigua usanza? No te lo pienses

Pese a no ser un juego que destaque en un mercado lleno de propuestas con mucho carisma, Gunborg: Dark Matters cumple con creces si lo que queremos pasarnos unas horas pegado a nuestro televisor rezando todo lo que se nos ocurra para que ese dichoso láser no nos mande de nuevo al último checkpoint visitado. Acción a la antigua usanza que viene con textos en castellano, y con los pocos momentos de narración que tiene el juego, no vamos a echar de menos el doblaje en nuestro idioma.

Si os gustan los desafíos y queréis una aventura ligera, no os lo penséis y dadle una oportunidad, ya que lo tenéis disponible por 14,99 € en su versión de consolas o por 9,99 € en Steam.

 

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