The Ringed City y la experiencia Dark Souls

The Ringed City, el ultimo DLC de
Dark Souls 3, supone el broche de oro a la experiencia Dark Souls. Y este me ha
dejado un vacío tan grande como el propio abismo. Hasta la próxima, Souls.

"The Ringed City, el DLC final de Dark Souls 3. Y de la saga hasta nuevo aviso"
Has muerto. El mensaje que más
lees al jugar un Dark Souls y el cual echa para atrás a muchos jugadores
nobeles. Y eso me apena tremendamente. La saga Dark Souls no es difícil, es
exigente. La saga Dark Souls nos trata como lo que la mayoría somos: jugadores
con años de experiencia a nuestras espaldas. La saga Dark Souls no es un
Assassin’s Creed en el que somos el amo por el simple hecho de nacer, no, la
saga Dark Souls llegamos a ser el amo porque nos lo hemos trabajado durante
todo el juego.
No os voy a mentir, estoy triste.
Triste porque ayer terminé completamente el último DLC de Dark Souls 3 (y
probablemente de la saga en bastante tiempo), The Ringed City. Tristeza propia
de alguien que ha vivido una de las mejores experiencias y sabe que va a tardar
años en encontrar algo igual. Esa tristeza que sientes cuando después de mucho
tiempo tu pareja y tú termináis por mutuo acuerdo, y para el tiempo quedará el
recuerdo de algo hermoso que sabes que nunca encontrarás de manera similar en
otra persona. Hoy, mientras escribo estas líneas, sitúo a la saga Dark Souls en
mi olimpo particular, donde solo residía una saga hasta entonces: Metal Gear
Solid. Y por supuesto, junto a ese olimpo asciende Miyazaki, genio que, al
igual que Hideo Kojima, ha creado una de las obras más influyentes de los
últimos tiempos.
Y empezaré hablando del ultimo
Zelda. Breath of the Wild no inventa nada ni supone una revolución en el
género, pero hace una cosa muy bien que antes no se había hecho: unir todas
aquellas piezas que hacían grande a otros juegos en uno solo, y además hacerlo
bien. Esto es Dark Souls 3 en general, y The Ringed City en particular. No es
ninguna novedad saber que Dark Souls bebe mucho de los Zeldas (bueno, y qué
juego no lo hace), por eso esta comparación me ha parecido muy acertada. Pero
bueno, no estoy aquí para hablar de Zelda ni de The Ringed City, estoy aquí
para hablar de la saga Soulsborne y, con suerte, convencer a alguien de que
acabe entrando en este mundo.
Mi primera experiencia con Dark
Souls fue un horror. Los primeros minutos los recuerdo bien: un juego tosco,
con una narrativa que bueno, sin botón de pausa, con unas letras y números en
las armas que no entendía, con una mecánica de tutorial la mar de
satisfactoria... todo era bonito. No me costó mucho derrotar al boss del
tutorial y dirigirme a lo que era el juego de verdad. Sin mapa, sin nada con lo
que guiarte salvo el nivel de los enemigos. Esos putos enemigos que se
regeneraban cada vez que descansabas. Ese boss en la muralla que no me dejaba
sitio para luchar contra él. Ese tipo de armadura de roca y diente de dragón
que me mataba de una hostia. No, aquel juego no era para mí. Desinstalé el
juego y me desentendí de la saga.
Corría el año 2015 cuando la
gente estaba entusiasmada como nunca por un gran exclusivo que iba a recibir la
PS4: Bloodborne. Yo ya había escuchado que era como Dark Souls, así que pasé
del tema hasta el mismo día del lanzamiento, que ya fuera porque el hype que
enviaban los medios, por la falta de juegos que tenía en mi PS4 en ese momento,
o porque el cielo me envió una señal, me compré Bloodborne en un ataque de
locura. Bendito ataque de locura. Con Dark Souls fue como cuando eres un mero adolescente y
te enrollas con alguien por primera vez: algo torpe y tímido, que acabas
dejando porque realmente no te gustaba y solo querías probar. Bloodborne, en
cambio, fue como cuando estás cansado de besos tontos y quieres ir más allá,
probar eso que la primera vez temes pero luego buscas como si del Santo Grial
se tratase. Mi recuerdo de los primeros momentos en Bloodborne, de las
sensaciones que me produjo, es el mejor recuerdo videojueguil que tengo desde
que un joven Solid Snake ascendía en un ascensor a un nevado helipuerto.
Aquella sensación de no saber lo que estás haciendo pero creer que vas bien.
Esa sensación de superación cuando matas al enemigo que te mató previamente y
se agenció los ecos de sangre tan necesarios para subir de nivel. Aquél primer
intento contra la Bestia Clérigo y pensar que acabas de tirar el dinero en un
juego que nos vas a pasarte en la vida. Ese subidón orgásmico al derrotarlo tras
cuatro intentos. Descubrir una misión secundaria acompañada de una cajita de
música. Encontrarte con la persona que estabas buscando, recordar la
conversación con la niña que te dio la caja de música y saber que aquello te
dará la victoria. Abrir el primer atajo y pensar en lo bueno del diseño de
niveles, que luego elevará a la enésima potencia. Las sensaciones con
Bloodborne fueron muchas, y hubo de todo por supuesto, pero incluso la peor de
las sensaciones, aquella de tener que farmear ecos de sangre para subir de
nivel y comprar viales de sangre, es una sensación mejor que la que te van a
dar otros muchos juegos. Avanzar en el juego, estar ante el boss final, mirar
una guía por si te has dejado algo importante…y ver que hay 2 zonas enteras que
no has pisado porque son opcionales. Ahí se te caen los calzones al suelo.
Entrar en la lucha contra el boss final y darte cuenta que todas aquellas horas
(80 en mi caso) no te han curtido lo suficiente para ese enfrentamiento y sabes
que te va a costar el alma. Derrotarlo. Y gritar. Gritar de emoción como hacía
tiempo que no te pasaba. Y empezar la Nueva Partida + con las mismas ganas que
la primera vez que pusiste el juego. Ver que los bosses que antes te costaban
días enteros y enteros de intentos, como a mí el Martir Logarius que me duró
una semana entera, caen a la primera y que la sensación de victoria sigue
siendo la misma. Pensar que el juego no puede sorprenderte más después de 150
horas, y que salga un DLC que sea incluso mejor que el juego base. Eso amigos,
es gloria bendita. Sin duda, mi experiencia con Bloodborne fue lo mejor que he
vivido como jugador desde Metal Gear Solid 3. Y qué coño, mejor que eso.
Luego me hice con Dark Souls 2
para PS4 con miedo también, pues al fin y al cabo Bloodborne no era Dark Souls.
Y debo decir que experiencia fue gratificante, pero lejos del nivel de
Bloodborne. Dark Souls 2 es un juego al que se le ha machacado por no ser tan
bueno como Dark Souls 1. Y sí, es cierto, es el peor souls que hay, pero tiene
cosas muy buenas también. Es el peor souls porque cuenta con una dificultad
artificial, es decir, la disposición de enemigos, el número de estos, la
tardanza en beber el estus… la verdad, no sé ni cómo me lo pasé matando a todos
los bosses y sin saltarme zonas, porque además no sabía lo que era el fat roll
e iba con él todo el rato. Pero Dark Souls 2 tiene cosas que, a mi parecer,
debería haber tenido Dark Souls 3 como souls definitivo. Ideas como las
antorchas limitadas y con alguna función (como la de desbloquear un NPC invasor),
las piedras de cierre de Pharros, las ramas de antaño fragante, ascuas de la
adversidad
, un lore nuevo, un NG+ diferente... son muchas las cosas que Dark
Souls 2 hace bien
, incluso mejor que su predecesor y que el 3. Además cuenta
con unos DLC’s exquisitos, que no solo son largos, sino también mucho más
trabajado que el juego entero. Y es que, amigos, el gran pero de Dark Souls 2
reside en dos de los pilares básicos de la saga: la estructura del mapa y los
bosses. Dark Souls 1 y Bloodborne se caracterizaban por tener un mapa
perfectamente interconectado, sobretodo el primero de los nombrados, pues
conectaba las zonas de tal manera que excepto un par de zonas, podías recorrer
el mapa sin necesidad de teletransportarte entre hogueras, y es que los atajos
aquí eran tan buenos que conectaban zonas finales de juego con el principio,
algo sublime. En Bloodborne tenemos un gran diseño del escenario, con casi
todas las zonas interconectadas, pero desde luego no a la altura del Dark Souls
1. Y los bosses, menuda cagada. Es la entrega que más bosses tiene si no me
equivoco, y desde luego los hay muy buenos, pero el ratio de boss bueno y boss
malo está muy inclinado a los bosses malos. Todo una lástima este Dark Souls,
porque en cuanto a armaduras, armas, personalización, builds y demás es el más
completo, pero si falla en lo básico se te cae todo el juego. Es el souls que,
teniéndolo en consola, menos he jugado. Eso sí, como juego sigue siendo mejor
que la inmensa mayoría de títulos.
Pero bueno, luego llegó a mi vida
Dark Souls 3. Esta entrega es sin lugar a dudas la más pulida y perfecta de los
3 Dark Souls. Es, objetivamente, el mejor Dark Souls. Es cierto que no cuenta
con un diseño de niveles a la altura de Bloodborne o Dark Souls 1. Que se
acerca más en este a Dark Souls 2 (aunque en el 3 las localizaciones sí tienen
sentido) y que el juego recurre demasiado al fan service, innovando poco o nada
en el lore, cuyos puntos fuertes son aquellos que explican cosas y destinos del
primer Dark Souls. Pero es que amigos, es tan jodidamente perfecto en todos los
aspectos que asusta. Si algo tiene este Dark Souls por encima de los demás son
los bosses, teniendo a los mejores de todo soulsborne. Bosses que se han ido
perfeccionando a lo largo de toda la saga y alcanzan aquí su punto máximo.
Estos bosses no son tan lentos y monótonos como la mayoría de los aparecidos en
Dark Souls 1 y 2. Y tampoco te incitan tanto al ataque como los de Bloodborne.
Los bosses de Dark Souls 3 son la conjunción perfecta entre estrategia y habilidad,
y The Ringed City lo demuestra con un boss final que probablemente sea el mejor
de toda la saga souls
. Y con esto no quiero decir que sea ultradifícil. Es más,
en el propio DLC hay otros dos bosses que me dieron más problemas, pero tener
un combate tan perfecto, tan medido, tan frenético y tan justo como es el
combate contra este boss final, es algo que en esta saga nunca se ha dado en
estos términos. Y sí, durante el juego base hay por lo menos 4 enfrentamientos
de una magnitud increíble. Combates en los que hay que marcar muy bien los
tiempos y se llegan a asemejar más a un baile (mención especial para el combate
contra la Bailarina), pero si esos combates que digo son de 9’5, el del boss
final es de 10. Dark Souls 3 es el souls perfecto por su dificultad ajustada,
pues ni es tan difícil y desesperante como algunas zonas de Dark Souls 1, ni es
tan fácil como para pasar por ellas como si nada. Creo firmemente que este
juego es el mejor para iniciarse en la saga, pues es el más disfrutable y el
que menos quebraderos de cabeza puede darte. Cuando lo jugué por primera vez ya
venía de unos cuantos runs a Bloodborne y de haberme pasado Dark Souls 2 con
todos sus DLC’s, lo cual creedme si os digo es una ardua tarea, por lo cual
jugar a Dark Souls 3 no se me hizo tan complicado y solo se me atragantó un
boss en el primero run (obviamente hablo del maldito Rey Sin Nombre). Hace poco
decidí iniciar a un colega en esto de Dark Souls, con el 3, y dándole unas
indicaciones muy básicas supo manejarse y llegar hasta el segundo boss. Tengo
que aclarar que mi amigo es el típico que mucha gente consideraría casual. Con
esto quiero decir que Dark Souls, y en especial el 3, no es un juego difícil si
te adaptas a la mecánica y cambias la mentalidad que años y años de juegos
masticados nos ha construido.
Con Dark Souls 1 tengo una
historia un tanto especial. Como ya os dije fue el primero que probé y que
rápidamente mandé a pastar. Ahora, un par de años después y con toda la saga
souls y Bloodborne a las espaldas, quería saber de este juego. No tenía ni
ordenador que lo moviera ni consola de la pasada generación, así que decidí ver
el juego a través de la serie de Outconsumer y Loulogio, todo una experiencia
que os recomiendo tanto si sois fans de la saga como si no. Tras verla y
quedarme maravillado con ella, meses después se me planteó la oportunidad de
comprar un ordenador. Y por supuesto Dark Souls 1 fue el primer juego que me
compré. Y sí, lo disfruté como un enano, pero ya me sabía el juego
prácticamente de memoria, por lo que el factor sorpresa desapareció y solo lo
disfruté en el DLC de Artorias. Desde luego Dark Souls 1 es el juego más mágico
de la saga, al primero que debes jugar y posiblemente el más puro, pero bajo mi
opinión, no es el mejor. Y no lo es por el simple hecho de ser el primero y no
tener la perfección que tiene Dark Souls 3. Tiene muchos bosses memorables este
Dark Souls 1, pero los únicos que se pueden acercar a las sensaciones que te
transmiten los bosses de Dark Souls 3, son el boss final, Ornstein y Smough, y
Artorias del Abismo. No obstante el fuerte principal de Dark Souls 1 es su mapa
totalmente interconectado. La mejor definición del mapa de Dark Souls 1 es la
de un mapa en espiral. Que todo parte de un punto y desde este puedes ir a
cualquier otro punto. Dark Souls 1 es la mejor experiencia que puedes tener si
nunca has tocado un Dark Souls y no temes a los retos, pero Dark Souls 3 es la
experiencia más gratificante si quieres iniciarte y contar con un juego cuyas
mecánicas están más que pulidas. Porque ese es otro fallo de Dark Souls 1, sus
mecánicas se han quedado algo toscas.
Pero si hay algo que vas a amar
de los Dark Souls/Bloodborne es su historia, su lore. Esta no se te escupe a la
cara, apenas hay cinemáticas o narradores. La historia de los souls se cuenta a
través de su escenario, de la descripción de sus objetos, de las palabras
ambiguas de sus pocos NPCs. Un cadáver que contenga un objeto determinado, en
una zona concreta, puede dar pie a cientos de teorías. Ni os imagináis la
cantidad de historias alternativas que la comunidad ha creado alrededor de un
único personaje, al cual sitúan como el hijo de un dios, pero que probablemente
no sea nadie especialmente relevante. La historia de Dark Souls está
interconectada a lo largo de sus tres entregas, pero cada entrega se puede
jugar de manera individual y entender al 100% la historia que esta cuenta.
Simplemente hay una metahistoria que une diferentes puntos que ayudan a
enriquecer aún más el lore de ciertos personajes, pero nada más allá. Y ojo, no
penséis que Dark Souls no tiene historia o que esta es floja. No, para nada.
Dark Souls, junto con Bloodborne, tiene una de las historias más complejas y
buenas
que he podido disfrutar a lo largo de los años. Esa sensación de unir
puntos y confirmar teorías que has leído en internet es algo único.
Y The Ringed City, el DLC final
de Dark Souls 3 y, por ahora de la saga, es todo lo que significa Dark Souls
reunido en unas horas de juego. Es fascinación ante lo desconocido y
fascinación hacia lo viejo conocido. Es un lore contundente y a la vez
inentendible hasta que te lo pasas 3 o 4 veces. Es un escenario que habla por
sí solo. Es una oda a todas las teorías que han ido surgiendo. Es desesperación
porque no eres capaz de superar a un boss. Es la sensación de sentirse
realizado al acabar con ese boss que hace unas horas no te creías capaz de
derrotar. Es aprender de nuevo las mecánicas nuevas que ofrece el juego. Es
enfrentarte otra vez ante un reto que creías superado pero que no deja de
sorprenderte una vez más.
No sé muy bien qué pretendo con
este artículo. No sé si lo que quiero es venderos la saga o simplemente
escribir lo que siento yo por ella. Aunque la verdad, es difícil vender este
juego a alguien sin contarle las sensaciones que te produce. Porque sí, la saga
puede resumirse con papel y boli, pero jamás serás capaz de transmitir con solo
palabras todas las sensaciones que esta saga puede producirte. Yo solo sé que
completar por primera vez Bloodborne, fue lo que hizo que me sintiera “jugador
de videojuegos
” completamente. La única vez que me he llegado a sentir
realizado como jugador. La primera vez desde que era pequeño que sentía que
había superado un reto de verdad. La saga souls es un videojuego de los de
antes adaptado al mundo actual. La saga souls es algo que debe jugar todo
amante de los videojuegos. La saga souls debería estar en el mismo olimpo que
se encuentran juegos como Final Fantasy VII, Resident Evil 2, Zelda: Ocarine of
Time
y Metal Gear Solid 1. La saga Dark Souls es la pieza que completa a todo
jugador.
The Ringed City es amor,
frustración, desesperación, alivio, nostalgia, risa, tristeza, alegría. Vida.
Muerte. The Ringed City es el broche perfecto a una trilogía que por ahora se
cierra. The Ringed City es Dark Souls en el más amplio y variado de los
sentidos. Joder, The Ringed City es un homenaje a los jugadores de Dark Souls.



"El fin de la era del fuego."



La vida es muy dura y los juegos son muy caros, y para un estudiante ya ni os cuento. Dejo aquí esto, por si me queréis tirar unos dollars a la cara por mi trabajo. También dejo mi Twitter, por si me queréis insultar.

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