The Young Pope y la atracción de lo misterioso

La serie de Paolo Sorrentino gira en torno a un Papa cuyo
reclamo para atraer a los fieles es el morbo del misterio, por ello, Pío XIII
no muestra su imagen y crea una Iglesia más cerrada. Una serie que partiendo de
esta premisa, nos muestra los entresijos del Vaticano, abriendo precisamente la
Iglesia a todos los espectadores, aunque por supuesto de una forma ficticia.

 

«Jude Law en el papel del Papa Pío XIII»




Hace poco terminé una serie que tenía muchas ganas de ver,
la que titula este post, obviamente. Poniéndonos en lo personal, soy una
persona nada creyente y, además, cada vez repudio más cualquier tipo de
creencia eclesiástica. No obstante, siento una especie atracción por todo lo
que rodea la iglesia, lo santo, los mitos y, por ende, el Vaticano. Por ello,
una serie que trata sobre un Papa, que se desarrolla en el Vaticano, y que para
colmo cuenta con el sello de la HBO (entre otros), me llamaba tan
poderosamente.
Pero no esperaba gran cosa. Sabía de sobra que nadie se iba
a atrever a hacer una serie en la que dejaran mal al Vaticano o a la fe católica,
y en cierto modo The Young Pope lo hace, pero sin ataques directos, sin
fantasías imposibles de cumplir y con elegancia, con mucha elegancia.
La serie nos pone en la piel de Pío XIII, un Papa realmente
joven y elegido contra todo pronóstico. Y condenadamente atractivo, joder. En
los primeros minutos de metraje, podemos ver a un Papa chulo, que sabe de la
admiración que levanta entre los creyentes y los no creyentes. Un Papa
confiado, dispuesto a hacer historia y al que el cargo no le amedrenta ni lo
más mínimo. Sale al balcón del Vaticano a dar su primer discurso, el cual es
imposible que no impacte al espectador por lo liberal que supone. ¡Menuda
revolución de la Iglesia Católica supondría un discurso así! Pero no, el Papa
Pío XIII no tiene unas ideas tan radicales. O sí. Muchas veces se suele asociar
el radicalismo con las ideas más libertarias. Es más fácil llamar radical a
aquella persona que va contra todas las normas que a aquella que las impone
contra la voluntad de su pueblo, por ejemplo. En Pío XIII encontramos algo
similar. Contra todo pronóstico es elegido, como ya he mencionado, porque los
cardenales de turno ven en él un Papa manejable, al cual usar de imagen
atractiva de la Iglesia y a la vez decirle qué hacer. Vamos, algo muy común en
las tramas políticas de cualquier serie (y de la vida real, tristemente). Y
contra todo pronóstico también, vemos un Papa que, pese a su juventud, tiene
pensamientos propios del Siglo XVIII. Sin entrar en spoilers más allá del
primer capítulo, el Papa toma una serie de decisiones que hacen que la
popularidad de la Iglesia en general, y entre los católicos en particular,
caiga en picado. Una de estas decisiones es la de no mostrarse al público. Pío
XIII no hace apariciones publicas ni rinde pleitesía a sus fieles. A diferencia
de otros Papas, el discurso de este es duro, poniendo en contra todos,
creyentes y no, y para colmo los pocos discursos que da, es de espaldas. Pero
no todo es hacia sus fieles y de puertas para fuera. Si algo destaca en Pío
XIII es que no tiene ni un pelo de tonto. Sabe perfectamente por qué fue
elegido, y sabe perfectamente quién ha orquestado su elección y, desde luego,
lo ultimo que va a hacer es arrodillarse ante ellos. Durante toda la temporada,
se le levantan diferentes frentes que va apagando o, incluso, volviendo a su
favor, con autenticas escenas y diálogos de esos que se disfrutan más que
cualquier carnicería de The Walking Dead.
Pero no todo es el Papa en esta serie. En juego entran
personajes secundarios que dan mucha vida a la serie, entre los cuales se
encuentra el español Javier Cámara, con un papel que, personalmente, me ha
impresionado. Tramas que tratan la sexualidad de los curas, las adicciones de
estos, la pederastia, los milagros e incluso la corrupción dentro de la serie,
nutren a esta de la variedad necesaria para no aburrir al espectador. Por
cierto, no sé si será una condición impuesta por la HBO, pero de diez
capítulos, en ocho de ellos hay escenas de sexo.
En lo personal, la serie hace una cosa que me encanta: no
vivir del cliffhanger. Esta técnica que consiste en terminar un capítulo en un
punto álgido para empujar al espectador a ver el siguiente. Además, muchas
series como The Walking Dead o 13 Reasons Why viven de él, llenando los minutos
restantes de metraje con pura morralla. The Young Pope hace una cosa diferente.
Al igual que muchas grandes series, como Los Soprano o Breaking Bad (esta
ultima algo menos), se ocupan de preparar durante todo el capítulo el terreno
para el siguiente, y sin necesidad de terminar en un punto alto, te deja con
ese regusto dulce de querer ver el siguiente. Cada capítulo es casi
autoconcluso, si no fuera por la trama de trasfondo. Cada capítulo tiene un
ritmo adecuado, con algún punto que puede hacerse espeso, pero con otros que
son magistrales. La banda sonora es de diez, incluyendo temas que a veces no
pegan con lo que estamos viendo, y precisamente por eso consiguen lo que
pretenden mostrar.
No me extenderé más por no entrar en spoilers, pero la serie
nos da una imagen diferente del Vaticano, de la vida religiosa y de la propia
creencia católica. No es una serie que se pueda situar en lo más top del mundillo,
pero sus diez capítulos merecen mucho la pena. Es entretenida, curiosa, no toma
al espectador por tonto, tiene una dirección y reparto muy buenos, una acertada
BSO, un buen openning (importante esto, siempre) y sobre todo: es única.
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