Relatos solidarios: El principio del fin

Relatos solidarios, hoy os traemos El principio del fin. Como cada miércoles, vuestro rincón para la aventura basadas en videojuegos.

Muy buenas a todos, otro miércoles más nos encontramos en este pequeño rincón dedicado a la literatura para ofreceros un nuevo relato que pasa a formar parte de la sección y futuro libro de «Relatos Solidarios». En esta ocasión, se trata de un relato enviado por un miembro de la casa, el señor Katana Beltza. Veamos que nos quiere contar:

-El principio del fin-

En un recóndito paraje me encontraba, traspuesto sobre una fina capa de hierba, con unos extraños síntomas que hacían presagiar que algo me había sucedido. Estaba mareado, mi mente no lograba discurrir con claridad y un ligero temblor emanaba de mi cuerpo. Sin mas dilación decidí incorporarme levemente apoyando mis manos en el suelo, sin embargo ese pesar, lejos de mejorar, empeoró. Instintivamente mi cabeza se giro y todo mi cuerpo acompaño la acción con una estrepitosa rapidez. Entre nauseas comencé a vomitar. Las contracciones en la boca del estomago eran tan fuertes que mis manos no lograban cumplir su función, así pues apoyé los codos en busca de estabilidad para no precipitarme de bruces contra el suelo.
Tras los instantes de angustia que propiciaron esa indisposición inconexa, me levante. Mi visión borrosa había cesado y comencé a fijarme en lo que se encontraba alrededor. Iba vestido con unos harapos maltrechos de color marrón que estaban empapados en sudor debido al esfuerzo involuntario de mi cuerpo al expulsar el contenido estomacal. Una ligera brisa reconfortaba la estancia, me percate de ello gracias a ese sudor y fue entonces cuando alce la vista para contemplar el maravilloso entorno. Me encontraba en un precioso y abrupto paraje donde los arboles copaban la basta extensión con distintas pigmentaciones verduzcas, sus hojas se movían al vaivén del viento que asolaba el lugar produciendo una calma indescriptible. De pronto mis sentidos se agudizaron, como si extrañamente hubieran estado en un periodo de letargo causado por la desazón del despertar. Seguía sin entender absolutamente nada pero al menos era consciente de lo que me rodeaba.
– Este bosque es frondoso e inmenso.- farfulle a duras penas.
La extensión era tan exorbitante que no lograba divisar su final, ni tan siquiera era capaz de ver el cielo. En un achaque de raciocinio tome la decisión de trepar uno de los arboles cercanos para hacerme a la idea de lo que había mas allá. Mientras me agarraba con toda la fuerza que mi cuerpo podía producir, empece a elucubrar en busca de cualquier hipotética respuesta que me atribuyese un ápice resolutivo, alguna pesquisa con la que dilucidar quien era y que hacia allí. Sin embargo, por mas que reincidía, mi mente estaba completamente en blanco. Esa impotencia me desconcertó de tal manera que las piernas dejaron de responder durante un instante, el tiempo suficiente para resbalarme. Sin saber como, mi mano se agarro por acto reflejo a una gruesa rama y estando precariamente colgado, mire hacia abajo percatatandome de algo realmente extraño. Mientras me intentaba incorporar colocando los brazos sobre la madera áspera pude distinguir una gran mochila, depositada a pocos metros de donde me encontraba. ¿Estaba ahí intencionadamente? ¿La había traído conmigo? ¿Eran mis pertenencias? Miles de preguntas pasaron por mi mente durante un periodo ínfimo pero a pesar de las innumerables incógnitas que me precedían ninguna obtenía respuesta.
Después de forcejear con aquel trozo de madera inerte, conseguí tumbarme boca abajo con movimientos terriblemente lentos y meditados. La altura era considerable y el susto originado por un simple despiste logró contribuir a un estado de concentración absoluta. La caída podía fracturarme una extremidad en el mejor de los casos, así que era de vital importancia prevalecer atento. Rodeando la rama con las piernas conseguí levantarme, con ayuda de mis brazos, para apoyar la espalda en el tronco central, sin embargo en dicha acción me golpee suavemente la cabeza. De pronto me empezó a doler, una sensación punzante que se extendía recorriendo la parte superior de mi nuca y adentrándose poco a poco. Al pasar mi mano dicho dolor se incremento y pude percatarme de que una sustancia viscosa se deslizaba suavemente hasta llegar a la muñeca.
-Estoy sangrando.- Expuse al mirar fijamente mis dedos embadurnados en sangre.
Sabia que un golpe tan nimio no ocasionaba dicha aflicción y que era muy probable que todo estuviera relacionado, pero seguía sin recordar absolutamente nada. En estos momentos, el fútil intento por asociar los acontecimientos que me habían sucedido no tenia utilidad y algo me decía que la primera cuestión que debía emprender era salir de allí cuanto antes.
Así pues, tras incorporarme, seguí trepando hasta la parte mas alta. Aunque desde allí se veía todo, estaba empezando a anochecer. Frente a mi se diferenciaban unos picos montañosos, que a pesar del cielo impoluto, estaban rodeados por una neblina trasparente y blanquecina que rompían completamente con el paraje. A ambos lados se ubicaba el gran bosque en el que me hallaba y no se podía diferenciar su final. Al darme la vuelta la cosa cambió. La frondosidad de la espesura terminaba a unos 20 metros y tras ella se distinguía un prado verduzco que se entrecortaba por un fondo que no lograba discernir. Una pequeña hilera de humo, casi imperceptible, se sobreponía a unos 12 metros dando una visibilidad un tanto quejumbrosa. No obstante, a pesar de todo, se podía divisar una figura en la lejanía.
-No es posible, hay una persona saliendo del bosque.- Afirme anonadado.- Debo ir en su busca, puede que sea la única ocasión que tenga para descubrir que ha pasado.
Aún con la herida abierta, mi mente no dejaba de pensar en otra cosa, reincidía una y otra vez en lo mismo, sopesadamente, hasta la extenuación. Sin perder ni un minuto me agarre al tronco para deslizarme por él hasta llegar a la raíz. Por suerte, esa temerosa acción, no me repercutió negativamente. Mire la mochila y la agarré para colocármela en la espalda, tras ella había un hacha de grandes proporciones con un filo grueso. Estaba impoluta, tenia algunas mellas minúsculas que se apreciaban a simple vista. Me quede traspuesto por un segundo mientras un montón de interrogantes revoloteaban a mi alrededor cual buitre en busca de carnaza. El instinto volvió a resurgir, y en un acto fortuito, la empuñé con fuerza. Comencé a correr, una zancada tras otra. Me faltaba el aire, los jadeos salían a relucir y mi corazón empezó a latir con muchísima fuerza. Eché la vista a un lado para divisar esa minúscula hoguera, pero debido a la cantidad de flora del lugar no pude apreciar nada fuera de lo común.
Por fin veía el final, recorrer ese trayecto esquivando los arboles a mi paso me costo más de lo esperado, como si desde arriba la distancia fuese mucho menor a la que había abordado. Cruce la linea divisoria del bosque y lo vi en la lejanía, un hombre de complexión media, no excesivamente alto, vestido con unos pantalones beige y una camisa de leñador granate, ataviado con una pequeña mochila de cuero y un bate de béisbol.
-Eh tu, ¿quien eres?- le pregunte gritando. El individuo se dio la vuelta mientras andaba hacia mi, dejando tras de si un vació en el que se podía diferenciar algunos tejados de unas casas al mas puro estilo ingles.
-No me lo puedo creer, ¿Eres tu? Pensé que de ésta no salias Sam.- Me contesto inmediatamente acercándose.
Una sombra apareció de la nada y con unos movimientos rápidos, ejecutados con desdén, agarró al desconocido del brazo empujándole hacia él.
-Nooo.- gritó de inmediato mientras esa sombra le mordía el cuello desmembradoselo de un solo bocado.
A pesar del cansancio producido por el trayecto corrí hacia donde se encontraba, alce el hacha y le propine un golpe seco en la cabeza. El cuerpo putrefacto de aquel ente se desplomo al igual que el desconocido. Tenia la barriga abierta y su estomago colgaba de un hilo. Su tez era negruzca y el fémur del muslo sobresalía por la piel. Las vestiduras estaban llenas de mugre, sin un color concreto, rasgadas y desbrozadas. Reconocí muy a duras penas que se trataba de una mujer en estado de descomposición. Deposite mis rodillas en el suelo al lado de aquel hombre, agarrando con fuerza el hacha con el que había acabado con la vida de aquella misteriosa entidad.
-¿Que esta pasando?- Le pregunté al desconocido mientras lo zarandeaba con una mano.
-Lo…siento Sam…..lo intente..- Susurraba a duras penas una y otra vez mientras le salia sangre a borbotones.
Intentar sonsacar algo de aquel individuo moribundo era una banalidad. Solo articulaba lo mismo con insistencia, entre espasmos involuntarios, hasta que se ahogó en su propia sangre con los ojos abiertos como platos. Su mirada me atravesaba y aunque no tenia ningún recuerdo, el acontecimiento hizo que se escaparan alguna lagrimas. Parecía conocerme muy bien, su rostro denotaba cierto aprecio hacia mi persona pero no pude rememorar mas allá. Inmediatamente me quite la mochila, abrí las hebillas y el nudo de la cuerda que protegía su interior. Nada mas abrirlo me encontré una botella con un fluido extraño, tenia un color amarillento con trocitos marrones oscuros. Al darle la vuelta leí en la etiqueta.
-Sudor de caminante.- Expuse en voz alta. ¿Se trataba de algún liquido extraño con el que repeler a la criatura que había matado al hombre?
Eso explicaba muchas cosas. A pesar de estar tendido e indefenso en ese bosque, nadie me había tocado, al menos no como el suceso acontecido. Los ropajes que llevaba estaban empapados pero no era mi sudor, se trataba de dicha sustancia. Pero ¿cual es el motivo para dejarme allí tirado al amparo del infortunio? Quizá el golpe de la cabeza hizo pensar a mi acompañante que lograr sobrevivir conmigo de lastre era una utopía. De nuevo todo eran incógnitas y revelar la verdad iba a ser una tarea excesivamente complicada pero al menos ya sabia mi nombre.
-Maldito hijo de perra, has matado a Robert.- grito un hombre alzando una pala de cricket contra mi. Opuse resistencia al golpe con el mango del hacha pero me desequilibre y caí al suelo de inmediato. Antes de propinarme el golpe de gracia dijo.
-Sam, ¿eres tu? Maldita sea, pensamos que te habíamos perdido. Se han cargado a Robert joder, las cosas no pueden ir peor. Sígueme, rápido, no hay tiempo que perder. Se esta haciendo de noche y tenemos que buscar refugio antes de volver con los demás.
Ni me lo pensé. Después del día tan convulso con el que me había tocado hacer frente que alguien me reconociera y quisiera prestarme ayuda era algo insólito. Bajamos por un terraplén hasta llegar a una circunvalación donde se encontraban los tejados de las casas que había divisado en lo alto de la colina.
-Este es un buen sitio, el sol esta apunto de ponerse y no debemos permanecer a la intemperie.- Afirmó mientras nos movíamos rápidamente entre los coches.
Cruzamos la acera para subir las escaleras de una casa blanca y gris llena de enredaderas. Parecía conocer el lugar, tenia la llave de aquella residencia en el bolsillo. Abrió la puerta sin pestañear y pasamos hacia el interior. En la entrada había una cómoda con un montón de tablones y clavos.
-Voy a apuntalar la puerta, cámbiate y ponte cómodo.
Continué por el pasillo hasta llegar a un gran salón desvalijado. Estaba lleno de polvo, con telarañas por doquier, las tablas ocupaban todas las ventanas del lugar y no se podía ver la calle. Lo único que quedaba allí era un sofá maltrecho. Me senté en él y cogí la mochila. La interrupción a la hora de divisar su interior ocasiono que no la cerrara. Trastoque su interior hasta encontrar unos vaqueros azules, una camiseta negra y unas deportivas rojas con aparente visión de deterioro. Me quite esos mugrientos harapos y me puse esa ropa lo mas rápido que pude. El individuo llego justo después, esta era la ocasión que llevaba esperando desde que me desperté en aquel bosque perdido de la mano de dios.
-¿Estas bien Sam? Pensábamos que habías muerto. -me dijo con penuria, sus ojos vidriosos denotaban un vinculo que nos unía a los tres.
-No recuerdo nada de lo que ha pasado hoy. – le conteste yo.
-¿Como que no te acuerdas? Salimos de caza por la mañana y tuvimos un descuido. Nos ataco un caminante, Robert fue a golpearlo pero tu lo empujaste y te dio con el bate. Te desplomaste inmediatamente. Miramos si tenias pulso pero no logramos encontrarlo. Decidimos utilizar los ropajes para que esos malditos cabrones no te devorasen. Siempre vamos y volvemos por ese bosque, es el lugar idóneo para perder a los que nos siguen y nunca había ocurrido algo así.
-¿Me golpeasteis y me dejasteis allí tirado? ¿Ni tan siquiera volvisteis a mirar si estaba vivo o muerto?.- Algo en mi se despertó, notaba como la furia me corroía por dentro. Un impulso irrefrenable que me carcomía desde el interior.
-Lo siento Sam pero te …….- Antes de que terminara la frase agarre un cuchillo de uno de los lados de la mochila, me levante rápidamente y se lo clave en el corazón.
Inmediatamente después me miró, y sujetando el mango se desprendió del filo. Poco a poco su camiseta blanco roto empezó a teñirse de sangre salpicándome a mi también. Duro unos segundos de pie antes de que se cayera de bruces contra el suelo.
No podía creer lo que había hecho. Me deje llevar por mis instintos mas primarios después de que aquella persona me acogiera, aunque me dejaran tirado y nunca volvieran a por mi. Lo que había hecho me avergonzaba y ya nada podía hacer para regresar atrás en el tiempo. Empece a buscar el baño desesperadamente para limpiar la sangre que esparcido por el rostro y parte de la camiseta. Volví sobre mis pasos por el pasillo para subir las escaleras. Enfrente estaba el aseo con la puerta abierta de par en par. Encendí una vela y con un bidón de agua que había allí, llene el lavabo para desprenderme de esa sensación que me hacia sentir culpable. Me quite la camiseta y comencé a lavarme entero hasta que…….. vi una extraña herida al lado del hombro.
-Me han mordido………

Basado en el videojuego >>7 Days to Die<<.

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Un relato muy intenso hasta el final. Me ha gustado mucho.

Le agradezco que se haya tomado el tiempo en leerlo y más aún en comentarlo. Lo he leído antes y tiene algún fallo, tanto conjugación verbal como otros. Me alegra saber que le ha gustado. Un saludo señor Flynn

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