La trascendencia de los personajes en el argumento

Cada historia cuenta los acontecimientos del que la vive y el que la vive es capaz de narrar su historia. Ese es el punto en común de todo lo que oteamos, un ámbito que va asociado implícitamente, tanto en la actualidad, como en un nostálgico pasado. Por ello, nos metemos en el argumento que debemos afrontar desde la genuina perspectiva del personaje principal, en un oscuro y abrupto abismo como un misericordioso altruista, o por el contrario, en un luminoso paraje esperanzador como un ambicioso tirano.

Mientras los sucesos se presentan de todas las formas plausibles, hay un desencadenante requerido, los protagonistas que labran o giran entorno a la historia. Ellos son en realidad los que nos envuelven con su carisma, que se va forjando mediante el avance y la confrontación.

El atractivo, no necesariamente físico, puede girar entorno a los atributos intelectuales del personaje, su personalidad, o a un poder singular y extraordinario, aunque en multitud de ocasiones se trate de parámetros complementarios. Ser genuinamente único, un ente atípico capaz de esclarecer una pesquisa en la que nadie tiene jurisprudencia, es una excelente forma de fascinar al usuario. Esa seducción inconexa, conforme a los cánones de «belleza» establecidos, es un aliciente con un encanto reincidente que debe prevalecer.
Ahora bien, «dejando» a un lado las aptitudes individuales, la manera en la que el personaje emprende los cometidos impuestos a causa de los eventos acontecidos, labran la celeridad con la que los usuarios se ponen en la piel de los mismos, tanto de manera predeterminada como con la posibilidad de determinar que itinerario escoger en el momento que se requiere.
Hay veces que el azar no esta predispuesto a la aparición repentina, otras en cambio promueven la casualidad hasta limites insospechados para que la causalidad pueda esclarecer una necesitada ambigüedad.

En el ámbito lineal, la importancia absoluta concorde a las decisiones que afronta causa una empatía, puesto que el usuario no tiene potestad y utiliza la capacidad asociativa para asemejar sus vivencias al largo camino que recorre o a una personalidad referente, aunque haya una divergencia abismal. Si las discrepancias hacen acto de presencia, las discordancias le harán tener mas o menos apego, siempre dependiente de esa linea que separa el bien y el mal conforme a la moralidad del sujeto u los sujetos en el que gira el desencadenante.
Todo posee una magnitud lo suficientemente contundente como para labrar una imagen preconcebida si no se dirige la atención hacia el incidente que debemos arrostrar, o por defecto, a un antagonista lo suficientemente portentoso que supla indirectamente un altibajo, balanceando el computo global para ejercer un favoritismo efímero. Dicho de otro modo, ante una resolución funesta, un mal mayor logra conmutar la pésima sensación producida.  Ese acaecimiento clave, que se da en multitud de ocasiones, aunque condicionalmente se trate de un arma de doble filo, posee una funcionalidad subyacente que puede ir afiliada a la trama dando pie a un desarrollo mucho mas profundo y mostrando infinidad de matices que exceden los cánones establecidos.
Ante una narrativa disruptiva capaz de generar diversidad de desenlaces por medio de nuestras propias decisiones, las cosas cambian. La forma en la que emprendemos los cometidos impuestos se deben al individu@ que controla el personaje, por medio de unas opciones predeterminadas, que ocasionarán distintos futuros distópicos en base al camino seleccionado. Aunque dicho protagonista tenga una personalidad establecida que incline en primera estancia la estima que nos evoque, a la hora de la verdad dicho parámetro quedara relevado a un plano secundario dentro de la estructura argumental. Este concepto no es extrapolable a los diferentes sujetos con los que nos podamos encontrar a lo largo y ancho de la ambientación, puesto que ellos si tendrán potestad propia para sentenciar, lo que les otorgara un peso inestimable concorde a lo que nos transmita su forma de ser, en el caso de seleccionarse como desencadenantes de un suceso adverso.

La exposición concreta no implica una designación irrefutable por defecto. Cada uno de los parámetros, en infinidad de casos, pueden ser complementarios y solaparse de manera ecuánime para dar una estructura global mas extensa, tanto en materia intelectual de los sujetos interactuables, como en elementos que otorguen un fastuoso peso argumental para originar un porvenir inesperado.
Todo lo especificado en dicho articulo no solo es extrapolable a los videojuegos, la literatura o el cine es un nicho repleto de individuos icónicos, llenos de matices latentes, que se van resolviendo por medio del desarrollo, tanto a nivel personal como argumental. La finalidad del articulo es englobar las distintas perspectivas desde diferentes puntos concordantes, con algunos de los parámetros mas importantes a la hora de atraer a los usuarios y darles incentivos para que prevalezcan en la aventura.
Sin mas dilación me despido por hoy, no sin antes mencionar, que podéis encontrarnos en Redes Sociales, en el canal de YouTube o en nuestro grupo de Steam, desde donde elucubramos el próximo paso en la sinuosa senda impuesta.

KatanaBeltza

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