DRM: ese gran desconocido

"Es necesario aceptar un ALUF de terceros", rezaba el pequeño recuadro resaltado en la página de "Burnout Paradise: The Ultimate Box" en Steam.




Cada vez que leo eso... Mi piel se enrojece y empiezo a supurar como... ODIO.


Esto, amigos, es un eufemismo dentro del mundo del derecho digital que significa que te van a encasquetar por 'tó la jeta un segundo DRM y una nueva plataforma digital. 


En este caso, Origin.


Significa que CADA VEZ que quiera jugar a Burnout Paradise tengo que

  1. Abrir Steam
  2. Ejecutar mi juego
  3. Esperar a que se abra Origin
  4. Logearme en Origin, en caso de que no estuviera logeado (o no tuviera guardada la opción de autologin)
  5. Ejecutar el juego otra vez.

¿Absurdo, no?


Esto ocurre porque cada una de estas plataformas requiere de información para controlar que posees el juego de forma lícita. Y para ello recurren a estos ALUF/CLUF (a saber, Acuerdo de Licencia con el Usuario Final/ Contrato de Licencia con el Usuario Final) que ocultan entre sus lineas (que nadie lee) las condiciones del uso de TU JUEGO


Juego por el que, en el peor de los casos has pagado su precio completo si lo compras nuevo o sin descuento. Precios que rondan la friolera de 59,99 ó 69,99. En el mejor de los casos lo compras usado, de oferta, o en una web de claves.


Pero, a día de hoy, TU JUEGO no es tan tuyo como puedes creer. Aquí es donde entra en juego el concepto de DRM.


DRM es la abreviatura de Digital Rights Management, o Gestión de los Derechos Digitales. Y ni es algo nuevo, ni solo afecta a juegos. Está en los libros de Amazon, en Netflix y Spotify. En tus CDs de música y en los DVDs de conciertos de tu grupo favorito o en tu edición de coleccionista de Blade Runner. Por supuesto, también está en PlayStation Network y Xbox Live.


Es curioso: la mayoría de las grandes desarrolladoras están "que no cagan" (perdón por la expresión) con sus derechos digitales. Y a cualquier costa. No les importa instalar un rootkit en tu ordenador que permite que otros hackers puedan acceder a tus datos personales. Eso les da igual mientras tu no puedas hacer una "copia ilegal" de su producto.


Afortunadamente, gran parte de estas empresas se retractaron a tiempo, confiando en otros medios de control no tan invasivos, pero igual de limitantes para el Usuario Final.


Entre ellas, por ejemplo, instalar un medio por el cual debes acceder siempre que quieras hacer uso de TU JUEGO. Muchas desarrolladoras confían en esas plataformas para que no se distribuyan copias ilegales de sus productos. Incluso han llegado a crear su propia plataforma para controlar sus productos (Ubisoft y Uplay, EA y Origin, Rockstar y Rockstar Club). Desde hace algunos años, aunque poseas la copia física de un juego... raro es el caso que puedas jugarlo sin activar una clave en Steam. 


Otras desarrolladoras, en cambio, son menos restrictivas. Todos tenemos amigos, vecinos, sobrinos, primos, hijos, nietos (?)... Alguna vez seguro que hemos pedido un juego prestado o lo hemos prestado nosotros. Dichas desarrolladoras distribuyen sus juegos en plataformas como GOG.com o Humble Bundle, que contemplan que el usuario pueda realizar tantas copias como quiera de SU JUEGO.


Contenido sin DRM: Tu lo has comprado - es tuyo.
Paquete de Precio Justo: porque $1 no es 1€.
Garantía de devolución: Funciona, te lo garantizamos

Bueno, ahora ya sabes qué es el DRM y cómo te afecta como usuario de contenidos digitales. El siguiente paso lógico sería aprender que debe hacer uno para defender sus derechos digitales y a la determinación de TU PROPIEDAD DIGITAL (nunca del derecho de autor, conceptos a menudo se confunden hasta el punto que los dueños del copyright creen tener también el derecho a limitar el acceso a una copia de su obra).


Afortunadamente no estamos solos en esta lucha. Páginas como Defective By Design o la Free Software Foundation están abiertas y disponibles para que aprendas más al respecto. Verás que muchos artículos reinvindican el software libre, la cancelación de Netflix y otros servicios de streaming... 

Desde un primer contacto... puede sonar un poco radical. Desde luego no pretendo que todos seamos amantes del mundo linuxero, ni que dejéis de usar Spotify.

Pero recuerda: estás pagando, en el peor de los casos, el precio completo por un bien que pueden revocarte en cualquier momento.

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